jueves, diciembre 27, 2007

Una Historia de Navidad

Cuenta la Historia que Tres Reyes Magos vinieron de Oriente buscando al nuevo Rey que habría de nacer en Belén; fue cuando apareció en el firmamento una estrella brillante que los fue guiando hasta el lugar donde había nacido el niño Jesús que según las escrituras sagradas, era hijo de Dios. Los tres Reyes Magos continuaron su camino siempre guiados por la hermosa estrella, hasta que de repente al llegar a Belén, la estrella detuvo su camino sobre el portal y lo iluminó llenando de alegría a los visitantes quienes entraron y encontraron a María y José con el niño recién nacido, Jesús.

Los Reyes eran considerados Sabios o astrónomos, llamados en aquella época ¨Magos¨, porque venían siguiendo una estrella que presagiaba la llegada del nuevo Rey. Por lo que se cree que los Magos eran una tribu que realizaban funciones sacerdotales por todo el Viejo Mundo y que la tradición los describe como Reyes bondadosos; cada uno de ellos representantes de los tres continentes para rendirle culto al niño Jesús.

El Primer Rey Mago llamado Melchor, era un anciano de raza blanca con barba, representante del Continente Europeo originario de Persia y proveniente de los descendientes de Jafef, viajaba montado en un hermoso Caballo Persa.

El Segundo Rey Mago llamado Gaspar, era un joven y rubio representante del Continente Asiático originario de Arabia y proveniente de los descendientes de Sem, viajaba montado en un Camello.

El Tercer Rey Mago llamado Baltazar, era un joven de raza negra con barba representante del Continente Africano originario de la India y proveniente de los descendientes de Cam, viajaba montado en un gran Elefante.

Al estar frente al recién nacido: el niño Jesús, se arrodillaron, lo adoraron y le ofrecieron obsequios.

Melchor le ofreció ORO que representaba el aspecto Material del hombre, la riqueza y el poder de los Reyes como reconocimiento a su naturaleza como Rey.

Gaspar le ofreció INCIENSO que representaba el aspecto Espiritual del hombre, para adorar a los Dioses, como reconocimiento a su naturaleza como Dios.

Baltazar le ofreció MIRRA que representaba el Sufrimiento, la Muerte y la Resurrección, como reconocimiento a su Naturaleza como Hombre Mortal.

Con estos obsequios, los Tres Reyes Magos reconocían la soberanía universal del Mesías: el niño Jesús por sobre todas las razas y países como símbolo de universalidad entre todos los seres humanos.

Reflexión:

Esta historia de Navidad nos muestra que el Ser humano por sus características únicas sobre la Tierra esta regido por su Naturaleza Material, Espiritual y Mortal. En la vida nuestros aspectos materiales son los que cobran mayor sentido e importancia en una sociedad como la nuestra, en que el tiempo en apariencia corre a gran velocidad y nuestro pensamiento esta enfocado en la frenética carrera del enriquecimiento y por el deseo a veces prioritario de capitalizarnos para salir adelante y asegurar un porvenir para el futuro, y que para lograr tal fin invertimos gran parte de nuestro tiempo en el trabajo, y que al finalizar la jornada terminemos agotados y exhaustos, deseando sólo descansar para reponer energías, repitiéndose así la misma rutina día tras día, quedando sólo unas cuantas horas para el esparcimiento y la convivencia, que nos libere del estrés acumulado; una rutina que se vuelve cíclica consumiendo gran parte de nuestra existencia. Siendo el aspecto Material nuestra Naturaleza Real, de acumular bienes y riquezas a cualquier precio.

Pero!, si como seres humanos poseemos también la capacidad de desarrollar una segunda cualidad: nuestra Naturaleza Espiritual, en que momento nos queda espacio para alimentarla, si estamos imbuidos en lo material?, como conceptualizamos nuestros aspectos espirituales; mediante la religión?, Centros o Instituciones de Superación personal?, cuál es la finalidad de ello?, será suficiente con asistir a cualquiera de estos centros para estar en contacto con nuestra conciencia para armonizarla y estar en paz con nosotros mismos?, o quizás nuestra espiritualidad se encuentra exclusivamente en nuestro interior?, como desarrollarla si cuando estamos un momento a solas en silencio absoluto, buscamos con desesperación algún mecanismo de distracción que nos saque de tan gran aprieto, evadiendo meditar y reflexionar por temor a no escuchar nuestra voz interna, y que estas inquietudes personales no sepamos manejarlas desestabilizándonos anímica y emocionalmente, llevando con ello una vida vacía e insatisfecha.

En nuestra tercera Naturaleza: la Mortal, la que siempre tenemos presente de que algún día dejaremos de habitar esta tierra, lo que nos genera un doble temor: el miedo a morir por la incertidumbre de no saber que nos espera una vez extinguida nuestra vida, y por el otro lado el temor a vivir, al perder la espontaneidad, el atreverse a tomar riesgos en la vida, el aventurarse a realizar acciones que nos llenen de vitalidad, asumir retos que nos hagan sentir vivos nuevamente, experimentar al máximo que nos haga vivir intensamente cada momento; alterando con ello nuestra esencia y autenticidad, marchitándonos gradualmente hasta morir por dentro, cuidándonos en exceso, lo que nos conduce a la tensión emocional y el estrés, generando padecimientos en mayor medida de orden psicológico que debilitan nuestro sistema inmunológico, generando enfermedades crónicas de orden mental y físico.

Nuestra misión es confiar en esa pequeña luz (la Intuición), que nos guíe por el camino hacia el equilibrio de esos tres grandes tesoros que nos fueron obsequiados para encontrar nuestra divinidad interna, y así poder hallar y consolidar nuestra libertad mental y espiritual. Cada ser humano posee la facultad de desarrollar ese liderazgo interior, al aportar algo positivo a la sociedad en base a nuestra propia superación, entregando lo mejor de nosotros mismos a quienes nos rodean y de esa forma lograr trascender dejando un legado permanente en la memoria de quienes se cruzaron en nuestro camino, y no quedarnos estancados sólo en el aspecto material, el cuál es efímero e incierto.

La Paz Interior y la felicidad se desarrollan en el valor para atrevernos a Ser auténticos sin prejuicios ni temores, en nuestro derecho a Ser libres en acción y pensamiento, sin temerle a lo que llegará tarde o temprano, lo inevitable y, mucho menos temer a Vivir intensamente lo que en realidad somos y sentimos, eliminando las apariencias y el que dirán, para aspirar a equilibrar nuestras tres Naturalezas: Material Espiritual y Mortal.

La Flecha

Un Rey, que en su carruaje pasaba por un pueblo, observó una flecha disparada exactamente en el centro de un blanco, que era un círculo dibujado en el tronco de un árbol.

Intrigado, se dió cuenta que además había otras flechas disparadas en varios sitios, todas con la misma precisión en el centro del blanco.

Sorprendido por la habilidad del arquero, mandó a sus pajes a buscarlo.

Después de algunos minutos encontraron al autor de los certeros disparos.

Se trataba de un niño de no más 12 años.

-¿Eres tú el hábil arquero? –preguntó el Rey.

-Sí, -respondió el chiquillo.

¿Cómo haces para ser siempre tan certero en tu puntería?- Preguntó de nuevo el Rey.

- Es muy simple, -dijo el muchacho-, primero disparo la flecha y después dibujo el blanco alrededor de ella.

Reflexión:

Esta historia nos hace reflexionar que en la mayoría de las ocasiones juzgamos a los demás basados en nuestras falsas especulaciones, y sin medir las consecuencias disparamos la flecha evidenciando injustamente a las personas, creando con ello que sea dañada no sólo en lo moral sino anímico, deteriorándose la amistad y el respeto.

Lo importante en nuestras acciones es el desarrollar la sensibilidad al dar una opinión o crítica que sea constructiva, la cuál verdaderamente aporte algo positivo y no por el afán de sobresalir ante los demás, intentemos ridiculizar a una persona logrando con ello no sólo su enemistad sino el descrédito de quienes nos rodean, evidenciando de esta forma inseguridad y falta de autoestima, que ante la menor oportunidad o provocación descarguemos nuestros prejuicios y frustraciones en quienes menos lo merecen.

Antes de disparar la flecha es imperativo meditar las causas que llevan a determinadas personas a efectuar sus acciones y la finalidad de ellas para tener una idea más clara del objetivo que desea alcanzar, aún cuando su comportamiento sea en apariencia inverosímil o irresponsable, y que al no coincidir en nuestra forma de pensar, al dejarnos llevar por nuestros impulsos sin razonar en las consecuencias previamente, expresamos aversión a esa persona, hiriendo su sensibilidad y dignidad.

Cada ser humano posee su propia concepción de la vida, basando su actuar en sus vivencias e intuición la cuál lo lleva desarrollar y madurar su personalidad en la constante búsqueda de los sastisfactores que le proporcionen un sentido y equilibrio real de su existencia, cuya flecha será dirigida por su deseo y fuerza de voluntad hacia el blanco de sus aspiraciones y metas personales y que es su propia verdad, la cuál es digna de ser respetada.

Antes de prejuzgar a una persona meditemos las causas de sus acciones, no el efecto de ellas.

El Mono y el Leopardo

En un lugar muy lejano, se celebraba una fiesta muy importante. Gente de todas partes acudieron a la feria. Allí se encontraban un mono y un leopardo, siendo la mayor atracción del lugar cuyos presentadores ganaban una fortuna con sus exhibiciones anunciando sus espectáculos para atraer al público.

En primer lugar el presentador del leopardo gritaba a la gente:

Señoras y Señores, vengan hacia aquí. Si se acercan, podrán contemplar la hermosa piel de este gran ejemplar, es una especie extraordinaria, su gran destreza es conocida en todo el mundo. Muchos reyes de lejanos países lo han admirado, y querido poseer, es muy codiciada su hermosa piel, así como su gran astucia y agilidad. ¡ Vengan, pasen a contemplar la belleza de las manchas de su piel! ¡ Observen detenidamente su colorido y majestuosidad!.

Las personas se acercaban a mirar con curiosidad y admiración la hermosa piel del leopardo. Pero, aunque al principio se empujaban unas a otras para ver mejor, al poco tiempo se alejaron, pues era un espectáculo que, aunque una vez visto, ya no ofrecía ningún interés, debido a la indiferencia y pasividad del animal, además de que infundía miedo por su temible y vacía mirada.

Mientras tanto, al otro lado de la feria, presentador del mono le hacía propaganda exclamando lo siguiente:

¡ Señoras y Señores! Pasen por aquí y podrán ver un espectáculo muy divertido. Ustedes han visto las manchas de la piel del leopardo. Pues esa variedad de colores la tiene el mono en su interior, es capaz de hacer muchas cosas. Sabe hablar, sabe bailar, danzar y hacer cientos de piruetas, les va a divertir de verdad si entran a verlo. No lo piensen más. El precio es muy barato, y si al salir no les ha agradado el espectáculo, les será devuelto el dinero. Las personas animadas por el presentador entraron a raudales. Vieron con gran admiración la gran agilidad y gracia de mono al hacer todo tipo de suertes, divirtiendo enormemente y dejando satisfechas a las personas.

Mientras que con el leopardo aunque al principio causaba admiración por su enorme belleza exterior, termino imponiéndose la belleza y gracia interior del mono.

Reflexión:

En una sociedad donde estamos regidos por el fenómeno de las apariencias y los aspectos estéticos, fácilmente somos presas de los convencionalismos cuando no desarrollamos una verdadera independencia interna, ocasionando que nos desvaloricemos como personas, obsesionándonos por cultivar no sólo una efímera belleza exterior, sino a comportarnos según nuestro entorno para no sentirnos expuestos a la crítica, abandonando nuestros aspectos internos, con tal de ser aceptados y reconocidos como ¨individuos¨.

Sin duda lograremos la belleza y majestuosidad del leopardo atrayendo la mirada de quienes nos rodean, siendo en un principio el centro de atención, logrando ser admirados y codiciados alimentando con ello nuestro ego, sin embargo la belleza es tan sólo efímera, está regida por el factor tiempo y tarde o temprano esta se deteriorará; así como nuestro comportamiento, fingiendo ante la sociedad lo que en realidad no somos, viviendo una doble moral y temiendo constantemente el que dirán, que reprime lo que en verdad anhelamos ser, lo que en verdad deseamos, lo que en verdad amamos, diluyendo con ello nuestros auténticos sentimientos por temor de no saber manejar nuestras emociones, por temor a lo desconocido, lo cuál elimina la espontaneidad de la vida y apaga el brillo de nuestra auténtica esencia.

El Mono es el ejemplo de algo que aparentemente no es bello y en principio no es centro de atención y admiración y que representa nuestro interior, el cuál es poco alimentado y desarrollado debido a que no proporciona ningún beneficio material y que no es reconocido y aceptado como valor social primario, pero que si redunda en grandes beneficios emocionales y espirituales, es la gracia de lo trascendental, esa luz que alimenta nuestra personalidad, esa levedad que nos hace erguirnos con orgullo y dignidad, esa energía que emana nuestro Ser y que es capaz de atraer miradas de respeto y admiración al desarrollar una verdadera autenticidad, sin importar las apariencias externas, ni los comportamientos fingidos.

Podremos lograr posesiones, un elevado nivel cultural y reconocimiento social, basar nuestra felicidad en lo económico, consolidar una familia, pero será suficiente para lograr una plena felicidad al aferrarnos a lo convencional y seguro?, y si además de ello lográramos cultivar aquello que se conoce como conciencia, ese ente que nos hace sentir, que nos hace vibrar, que nos hace percibir la realidad que nos rodea, que nos inquieta cuando se hace presente el silencio y que inmediatamente reprimimos buscando un medio para evadirlo, que a veces nos angustia y nos juzga implacablemente; nos da respuestas en todo momento a nuestras inquietudes y que ignoramos o desconfiamos en la mayor parte del tiempo. Será que ahí radica la verdadera felicidad?, eso que esta latente y que evadimos ante nuestra falta de aceptación de nuestro interior?.

El conocimiento de lo que somos nos hará identificar con claridad el camino que nos llevará a cumplir con nuestros anhelos; el dominio de nuestra personalidad nos dará los elementos para solventar con seguridad los obstáculos que se nos presenten en la consolidación de nuestras metas personales, dominando con ello nuestras emociones, desarrollando auto-control y un infranqueable espíritu de lucha y tenacidad; y que sin duda aspiraremos al equilibrio emocional y espiritual, eliminando la incertidumbre del futuro.

El regirnos por las apariencias tarde o temprano nos precipitará hacia una vida errónea y paralela, sintiéndonos insatisfechos y vacíos constantemente. Al escuchar nuestro corazón cultivando la intuición, desarrollaremos la capacidad para descubrir un motivo que proporcione un real sentido a nuestra vida, aspirando a la tranquilidad y plenitud interna.

Sacos de Tierra

El niño vivía con su padre en un valle en la base de un gran dique. Todos los días el padre iba a trabajar a la montaña detrás de su casa y retornaba a casa con una carretilla llena de tierra.
«Pon la tierra en los sacos, hijo», decía el padre.
«Y amontónalos frente a la casa».Si bien el niño obedecía, también se quejaba.
Estaba cansado de la tierra.Estaba cansado de las bolsas. ¿Por qué su padre no le daba lo que otros padres dan a sus hijos? Ellos tenían juguetes y juegos; él tenía tierra.
Cuando veía lo que los otros tenían, enloquecía. «Esto no es justo», se decía.
Y cuando veía a su padre, le reclamaba: «Ellos tienen diversión. Yo tengo tierra».
El padre sonreía y con sus brazos sobre los hombros del niño le decía: «Confía en mí, hijo. Estoy haciendo lo que más conviene».
Pero para el niño era duro confiar. Cada día el padre traía la carga. Cada día el niño llenaba las bolsas. «Amontónalas lo más alto que puedas», le decía el padre mientras iba por más.
Y luego el niño llenaba las bolsas y las apilaba. Tan alto que ya no podía mirar por encima de ellas.Trabaja duro, hijo», le dijo el padre un día, «el tiempo se nos acaba».Mientras hablaba, el padre miró al cielo oscurecido.
El niño comenzó a mirar fijamente las nubes y se volvió para preguntarle al padre lo que significaban, pero al hacerlo sonó un trueno y el cielo se abrió.
La lluvia cayó tan fuerte que escasamente podía ver a su padre a través del agua.«¡Sigue amontonando, hijo!»
Y mientras lo hacía, el niño escuchó un fuerte estruendo.El agua del río irrumpió a través del dique hacia la pequeña villa. En un momento la corriente barrió con todo en su camino, pero el dique de tierra dio al niño y al padre el tiempo que necesitaban.
«Apúrate, hijo. Sígueme». Corrieron hacia la montaña detrás de su casa y entraron a un túnel. En cuestión de momentos salieron al otro lado, huyeron a lo alto de la colina y llegaron a una nueva casita.Aquí estaremos a salvo», dijo el padre al niño.
Sólo entonces el hijo comprendió lo que el padre había hecho. Había provisto una salida. Antes que darle lo que deseaba, le dio lo que necesitaba. Le dio un pasaje seguro y un lugar seguro.

Reflexión:

Cuando nos encontramos en el proceso de construir nuestro futuro producto de una inquietud personal, ésta va madurando gradualmente en nuestra conciencia, atribuyéndolo a una corazonada, que en ocasiones nos inquieta, ilusiona, angustia o nos alienta a seguir ese sueño, y esa voz interna es como el padre que nos ordena ir apilando los sacos de tierra tan alto como sea necesario para ir formando una fortaleza que será el temple para soportar todo tipo de adversidades, dudas, o equivocaciones transformándose en un dique que proteja la casa donde mora nuestra esencia: el alma.

Y en un principio ante los efímeros resultados, nos invadirán las dudas y la incertidumbre sintiéndonos tentados a replantear o abandonar nuestros sueños, sucumbiendo por presiones externas a situaciones controladas y en apariencia cómodas, cayendo en una zona de confort, lo cuál tarde o temprano ante la débil fortaleza espiritual, nuestros aparentes logros serán arrasados por la fuerza embravecida de los ríos del conformismo y la mediocridad, precipitándonos hacia la frustración e insatisfacción permanentes.

El camino hacia la verdadera plenitud interior estriba en la capacidad de confiar en nuestra intuición, esa voz callada que hace palpitar el corazón, y que nos empuja a realizar acciones heroicas, solventado caminos empedrados con grandes barreras mentales y obstáculos externos; si nos convencemos que poseemos un destino y una misión ya trazada en esta vida que nos guiará y conducirá hacia la armonía interior; tarde o temprano deberemos tomar la decisión de seguir con valor y determinación el cristalizar nuestras inquietudes.

Las pequeñas acciones se transformarán en nuestra gran obra personal, colocando uno a uno nuestros sacos de tierra; si trabajamos con esmero y constancia convencidos que después de la tormenta y el caos llega el orden y la calma, asumiremos los momentos difíciles e insoportables como retos a vencer lo que irá acrecentando nuestra fortaleza espiritual y temple, proporcionándonos seguridad y claridad para seguir adelante hacia la realización de nuestros anhelos.

Todo en la vida ya lleva un propósito definido el cuál llega en el momento justo, en el tiempo adecuado cuando ya estamos preparados para ello, y por eso mismo debemos estar alertas y preparados para saberlo identificar y no dudar en llevarlo acabo para poder trascender.

La Paciencia y la Intuición son cualidades que deberemos desarrollar para lograr trascender nuestra obra individual, aspirando a ser mejores cada día.