sábado, diciembre 17, 2011

No te acongojes por lo que has hecho!

No te acongojes más por lo que has hecho;
fango y espina tienen fuente y rosa;
a la luna y al sol vela el eclipse;
vive el gusano en el capullo suave.

Todos cometen faltas, yo también
pues disculpo con símiles la tuya,
y por justificarte me corrompo
y excuso tus pecados con exceso.

A tu yerro sensual le doy mi ayuda;
de opositor me vuelvo tu abogado
y comienzo a pleitear contra mí mismo.
Tanto el amor y el odio en mí combaten

Que no puedo dejar de ser el cómplice
del ladrón tierno que cruel me roba.

William Shakespeare

Reflexión:

La vida es rica en experiencias y muchas de ellas nos dejan marcas permanentes; unas nos hacen recordar momentos placenteros y otras hemos experimentado situaciones embarazosas y desalentadoras; y éstas últimas son las que suelen permear más en nuestra memoria porque un velo de insatisfacción se estaciona en nuestras emociones; a veces les damos más importancia de la que realmente merecen, a tal grado que hemos caído en más de una vez en depresión por la culpa generada por nuestros propios cuestionamientos; o porque alguien nos hizo sentir mal al ser cuestionados de tal forma que terminamos acongojados, sintiéndonos culpables al haber tomado alguna decisión equivocada.

Debemos entender que todos estamos expuestos a cometer faltas o tomar decisiones que al no poseer la experiencia necesaria de los años de vivencias, éstas pueden ser potencialmente arriesgadas; sin embargo, esto no debe ser un obstáculo para limitarnos a actuar libremente aceptando el riesgo cualesquiera que sea el resultado obtenido. Por alguna razón el ser humano posee el tesoro más preciado: su libre albedrío, y éste hay que ejercerlo conforme a nuestros dictados y deseos internos, sin la necesidad de estar al margen de las leyes que nos gobiernan a nivel ideológico y social e incuso de la moral, siempre y cuando no violen nuestras garantías individuales.

Por esa misma razón si poseemos la libertad de expresión, estamos en el derecho natural de defenderla ante cualquier tipo de agresión disfrazada en forma de ¨crítica constructiva¨, ¨opinión¨, ¨sugerencia¨ o ¨consejo¨, y no se entiende porque muchas veces permitimos que estas acciones nos afecten a tal grado de acongojarnos y termine por limitar nuestro libre actuar; ya que el único juez que regula nuestras acciones es nuestra conciencia, y en la medida en que desarrollemos esa capacidad de despertar a cada hálito de vivencia, sin abstraernos en pensamientos obsesivos; y si estamos en el derecho de no permitirnos ser juzgados; de igual forma es recomendable abstenernos de juzgar, respetando la libertad de ser de cada persona. Todo es justificable en la vida, porque esta diseñada para descubrirla, experimentarla y aprender de ella, con alegría y optimismo, haciendo valer nuestros derechos humanos esenciales!.