Las Doce Uvas
Desde la antigüedad, las primeras civilizaciones tuvieron la necesidad de interpretar los fenómenos que la naturaleza le sometía desarrollando con esto el concepto del tiempo y a su vez analizando los ciclos tanto solares como lunares que a su vista escéptica y asombrada era testigo.
Una de estas grandes civilizaciones fue la de los mayas que fueron verdaderos genios en las matemáticas en lo referente a la medida del tiempo; una de las muestras más fehacientes del ingenio y la sofisticación de esta cultura es su calendario, la cuál introdujo un nuevo concepto, el del valor cero, utilizando un sistema matemático vigesimal. La cuenta de los días partía de un día inicial que tenía ese valor cero.
El dominio del cálculo y de las matemáticas, unidos al amplio conocimiento y la capacidad de observación de los astros, permitieron a los mayas calcular con una exactitud sorprendente la duración del año solar, fijándola en 365.2422 días el ciclo conocido como Haab que fue establecido a partir del periodo de rotación de la Tierra alrededor del Sol. Los 365 días eran divididos en 19 meses (llamados Winal) de 20 días cada uno, menos el último (denominado Wayeb) que solamente tenía 5 días, que eran los sobrantes de la cuenta, los cuáles eran considerados de mala suerte.
En la actualidad, el Calendario que nos rige, es el Calendario Gregoriano que es originario de Europa, actualmente utilizado de manera oficial en todo el mundo. Cuando el centro de la Tierra ha recorrido una vuelta completa en torno al Sol y ha regresado a la misma posición relativa ajusta a 365,2425 días la duración del año.
Y derivado de ello se ha creado y fomentado la tradición de celebrar con júbilo el ingreso de un nuevo año. Por lo que comenzó a festejarse con la tradición de las 12 uvas; que consiste de acuerdo con el ritual, de comer una uva por cada una de las 12 campanadas del reloj.
Esta costumbre, es de raíz española y adoptada en numerosos países de Latinoamérica de tomar las uvas al ritmo de las doce campanadas de la Nochevieja , para contribuir a la prosperidad y felicidad del Año Nuevo. La creencia popular sitúa el origen de esta tradición en 1909, cuando la extraordinaria cosecha de uvas de esa temporada llevó a los viticultores españoles a repartir el excedente y alentar el consumo para atraer la buena suerte.
Para ver hechos realidad los deseos el ritual manda que se despida el año tomando las doce uvas de la suerte, una por cada mes, al compás de cada una de las doce campanadas de reloj que marcan la medianoche del 31 de diciembre. El significado de este ritual se relaciona con las aspiraciones y anhelos de cada participante y con el deseo expreso de que se conviertan en realidad.
Reflexión:
Una de estas grandes civilizaciones fue la de los mayas que fueron verdaderos genios en las matemáticas en lo referente a la medida del tiempo; una de las muestras más fehacientes del ingenio y la sofisticación de esta cultura es su calendario, la cuál introdujo un nuevo concepto, el del valor cero, utilizando un sistema matemático vigesimal. La cuenta de los días partía de un día inicial que tenía ese valor cero.
El dominio del cálculo y de las matemáticas, unidos al amplio conocimiento y la capacidad de observación de los astros, permitieron a los mayas calcular con una exactitud sorprendente la duración del año solar, fijándola en 365.2422 días el ciclo conocido como Haab que fue establecido a partir del periodo de rotación de la Tierra alrededor del Sol. Los 365 días eran divididos en 19 meses (llamados Winal) de 20 días cada uno, menos el último (denominado Wayeb) que solamente tenía 5 días, que eran los sobrantes de la cuenta, los cuáles eran considerados de mala suerte.
En la actualidad, el Calendario que nos rige, es el Calendario Gregoriano que es originario de Europa, actualmente utilizado de manera oficial en todo el mundo. Cuando el centro de la Tierra ha recorrido una vuelta completa en torno al Sol y ha regresado a la misma posición relativa ajusta a 365,2425 días la duración del año.
Y derivado de ello se ha creado y fomentado la tradición de celebrar con júbilo el ingreso de un nuevo año. Por lo que comenzó a festejarse con la tradición de las 12 uvas; que consiste de acuerdo con el ritual, de comer una uva por cada una de las 12 campanadas del reloj.
Esta costumbre, es de raíz española y adoptada en numerosos países de Latinoamérica de tomar las uvas al ritmo de las doce campanadas de la Nochevieja , para contribuir a la prosperidad y felicidad del Año Nuevo. La creencia popular sitúa el origen de esta tradición en 1909, cuando la extraordinaria cosecha de uvas de esa temporada llevó a los viticultores españoles a repartir el excedente y alentar el consumo para atraer la buena suerte.
Para ver hechos realidad los deseos el ritual manda que se despida el año tomando las doce uvas de la suerte, una por cada mes, al compás de cada una de las doce campanadas de reloj que marcan la medianoche del 31 de diciembre. El significado de este ritual se relaciona con las aspiraciones y anhelos de cada participante y con el deseo expreso de que se conviertan en realidad.
Reflexión:
En un año matizado de contrastes, la humanidad se ve actualmente envuelta en un mundo caótico y violento, un mundo que tiende a la decadencia del valor humano y natural que le rodea, donde prevalece la corrupción, la lucha de poder, la violencia inhumana, las ambiciones desmedidas que denigran los valores básicos del ser humano, el hambruna, las crisis económicas, las guerras religiosas con tintes de fanatismo, las guerras políticas de mentes desequilibradas y hambrientas de poder por instaurar un gobierno supremo de dominación mundial por mentes brillantes pero con fines de destrucción más que de evolución, la agrupación de países poderosos económica y tecnológicamente para dominar aún más a países tercermundistas y en vías de desarrollo, mediante bloqueos comerciales y económicos a través de grandes monopolios injustos e inequitativos explotando al hombre por el hombre, lo que desencadena crisis alimentaria y económica que afecta directamente a los más desprotegidos, creando con esto un clima constante de incertidumbre y desesperanza de niveles insospechados, una naturaleza herida y moribunda por la cruel explotación del hombre, y la cuál se rebela ante la inconsciencia y la irresponsabilidad, debilitándose y debilitando la fragilidad del hábitat de los seres vivos en un futuro cercano con magnitudes insospechables.
En los inicios de la humanidad acaso nuestros primeros ancestros imaginarían este desolador y alarmante panorama el cuál vivimos día a día?, que cuando por vez primera adquirieron conciencia de su entorno se maravillaron y asombraron de los astros, los fenómenos naturales y de toda la armonía que le rodeaba y que no sólo le temía, sino que respetaba y aprovechaba para progresar y evolucionar su especie, ahora destruya inmisericorde e irresponsable, aquella naturaleza que desde siempre le ha proveído de todo lo necesario para sobrevivir y evolucionar?; y acaso los grandes inventores de nuestra humanidad podría haber siquiera obtenido la percepción que sus invenciones enfocadas al progreso y bienestar del hombre, se utilizarán para fines de guerras, terrorismo, corrupción y explotación del hombre por el hombre pisoteándole su dignidad?. Como aquella maravillosa civilización maya que como muchas otras diseñaron y perfeccionaron el calendario para poseer mayor control del llamado tiempo, y obtener así certidumbre del espacio que habita en este planeta para regular sus actividades y tareas cotidianas para fines de planeación, ahora sea esclavo del tiempo el cuál le obsesiona y le arranca su espontaneidad y armonía interna, al estar siempre sujeto a sus redes, desarrollando una personalidad siempre ansiosa y neurótica por las constantes labores que esta sujeto a realizar en su vida cotidiana?, que cuando descubrió que al estar regido por el factor tiempo, pudo designar los segundos, los minutos, las horas, los días, las semanas, los meses y como consecuencia los años, para obtener un control cronológico de su existencia temporal en este mundo, ahora reniegue de su existencia por la pérdida de su fe y la desesperanza de un porvenir con mejores condiciones de vida?. Acaso observamos no sólo nuestro entorno, sino nuestro cielo matutino y vespertino con esa paciencia y exquisitez que nuestros antepasados hacían?, es más, acaso alguna vez miramos con alguna frecuencia hacia arriba o nuestros alrededores, en lugar de estar sumergidos en pensamientos obsesivos y pesimistas?.
Si uniéramos el pasado con el presente actual, cuál sería el resultado de esa confrontación de personalidades, de los primitivo con lo futurista, acaso el hombre actual se sentiría orgulloso de haber evolucionado a través de la historia?, o en su defecto el hombre primitivo se maravillaría de su proyección futura que esta delante de él?. Acaso el ser humano ha evolucionado? O es que quizás ha involucionado?. Sea cuál fuese el resultado de esta confrontación de épocas, es cierto que el presente actual es el resultado de la acción pura del hombre, es decir somos y siempre seremos los directamente responsables de nuestros actos pasados, presentes y futuros, y si hasta el momento la decisión de unos cuántos a través del paso de los siglos han provocado las actuales condiciones y decadencia de nuestra naturaleza y humanidad. Cuánto representan del global total?, acaso siquiera representará el 1% del total de la humanidad que con sus decisiones equivocadas e irresponsables, millones de seres humanos viven actualmente en desesperanza e incertidumbre; que con su ambición desmedida y falta de conciencia racional, millones de seres sufren hambre, y sufrimiento?.
Entonces donde queda ese 99% que ha sido víctima de ese 1%?, sorprendentemente somos una aplastante mayoría y sin embargo, muchos de nosotros nos hemos mantenido en total pasividad, cediéndoles la iniciativa a sólo un 1% para que determinen el rumbo de nuestras vidas?. Por consecuencia de ese 99% que representamos debe surgir la iniciativa gradual de cada uno de nosotros por el deseo de salir adelante, de aquilatar lo hermoso y sorprendente que aún rodea a nuestro planeta y universo, de que aún a pesar de que estemos sumergidos en una situación actual agobiante e incierta, siempre existe un espacio para darle un giro a aquello que nos atemoriza y decepciona, y con ello desde nuestro propio núcleo interno decidirnos a superar nuestros prejuicios, culpas y remordimientos que involucionan nuestra alma, para transformar el entorno que nos rodea y de las situaciones negativas, destructivas e imposibles, con una actitud optimista extraer lo positivo, lo constructivo y lo posible, porque lo opuesto que involuciona al ser humano, es sólo un aspecto mental que se mantiene adormecido y pasivo en espera de extraerle todo su potencial para fines de evolución interior. Si cada uno de nosotros nos contagiáramos de esos antepasados que en su momento se maravillaron y amaron ese entorno que tan generosamente se entregaba a su vista y que les alimento el deseo de desarrollar su mente creativa y su imaginación para armonizarse a una naturaleza que nunca ha estado ajena a él sino que siempre ha sido parte integral de él. Con la responsabilidad de cuidar su hogar su hábitat, su permanencia temporal, respetando todo cuanto le rodea, animado e inanimado; aprovechando responsablemente la riqueza que se le ofrece a raudales para aspirar a una vida armónica y plena, si en lugar de codiciar, compartiera?, si en lugar de explotar a su prójimo uniera esfuerzos en pos de algo constructivo?, si en lugar de robar, violentar o asesinar, fuese productivo y respetara la vida humana?, si en lugar de monopolizar, fuese justo y equitativo?, y si en lugar de odiar, amara?. Acaso con estas intenciones con cierta tendencia idealista, se revertirían las condiciones actuales?.
Si cada uva que en éste año en este nuevo Año venidero se ingiera no sólo lleve buenas intenciones y fines idealistas, sino un verdadero y honesto compromiso por no desear que nuestro mundo cambie, porque nuestro mundo siempre ha estado a nuestra disposición, incluso cuando la raza humana no existía aún, el mundo no debe cambiar, el mundo no debe de seguir destruyéndose; porque la acción del ser humano es quién debe cambiar, el ser humano es quién debe dejar de seguir destruyendo al mundo, el ser humano debe ya comenzar a evolucionar con una verdadera conciencia hacia lo próspero, lo constructivo, a ser más tolerante consigo mismo, a desterrar de sí sus actitudes neuróticas, sus ansiedades, su soberbia, su envidia, su egoísmo, su egocentrismo, su inseguridad, astsu fanatismo y su ignorancia, tanto de sí mismo como de su entorno interno y externo, acaso somos conscientes del daño, el dolor y la decepción que provocamos a quienes nos rodean con esas actitudes?. De nada sirve sólo desear paz en el mundo y salud en la humanidad, si nuestra actitud es pasiva e indiferente hacia lo que estamos evocando, la paz emergerá desde el núcleo interno de cada ser humano; y la salud en el conocimiento de nuestros procesos internos tanto fisiológicos, mentales como espirituales, porque la prosperidad llega cuando el ser humano deja de odiar y comienza amarse y amar a su prójimo. Si cada deseo en cada una de las 12 uvas no fuese sólo producto de un momento de euforia, cuya resaca es el olvido e indiferencia. Fuese tan sólo el principio del despertar de conciencias que tanto la humanidad necesita y en cuyas acciones afectará directamente a las generaciones venideras. Somos por consecuencia los directamente responsables activos del porvenir que esta por llegar y que no quede sólo en un buen pensamiento pasivo y eufórico, sino en un compromiso personal y que trabajaremos día tras día a cada momento con una actitud positiva, para lograr los propósitos que evoquemos en este año que esta por llegar.