lunes, enero 04, 2010

Las Doce Uvas

Desde la antigüedad, las primeras civilizaciones tuvieron la necesidad de interpretar los fenómenos que la naturaleza le sometía desarrollando con esto el concepto del tiempo y a su vez analizando los ciclos tanto solares como lunares que a su vista escéptica y asombrada era testigo.

Una de estas grandes civilizaciones fue la de los mayas que fueron verdaderos genios en las matemáticas en lo referente a la medida del tiempo; una de las muestras más fehacientes del ingenio y la sofisticación de esta cultura es su calendario, la cuál introdujo un nuevo concepto, el del valor cero, utilizando un sistema matemático vigesimal. La cuenta de los días partía de un día inicial que tenía ese valor cero.

El dominio del cálculo y de las matemáticas, unidos al amplio conocimiento y la capacidad de observación de los astros, permitieron a los mayas calcular con una exactitud sorprendente la duración del año solar, fijándola en 365.2422 días el ciclo conocido como Haab que fue establecido a partir del periodo de rotación de la Tierra alrededor del Sol. Los 365 días eran divididos en 19 meses (llamados Winal) de 20 días cada uno, menos el último (denominado Wayeb) que solamente tenía 5 días, que eran los sobrantes de la cuenta, los cuáles eran considerados de mala suerte.

En la actualidad, el Calendario que nos rige, es el Calendario Gregoriano que es originario de Europa, actualmente utilizado de manera oficial en todo el mundo. Cuando el centro de la Tierra ha recorrido una vuelta completa en torno al Sol y ha regresado a la misma posición relativa ajusta a 365,2425 días la duración del año.

Y derivado de ello se ha creado y fomentado la tradición de celebrar con júbilo el ingreso de un nuevo año. Por lo que comenzó a festejarse con la tradición de las 12 uvas; que consiste de acuerdo con el ritual, de comer una uva por cada una de las 12 campanadas del reloj.

Esta costumbre, es de raíz española y adoptada en numerosos países de Latinoamérica de tomar las uvas al ritmo de las doce campanadas de la Nochevieja , para contribuir a la prosperidad y felicidad del Año Nuevo. La creencia popular sitúa el origen de esta tradición en 1909, cuando la extraordinaria cosecha de uvas de esa temporada llevó a los viticultores españoles a repartir el excedente y alentar el consumo para atraer la buena suerte.

Para ver hechos realidad los deseos el ritual manda que se despida el año tomando las doce uvas de la suerte, una por cada mes, al compás de cada una de las doce campanadas de reloj que marcan la medianoche del 31 de diciembre. El significado de este ritual se relaciona con las aspiraciones y anhelos de cada participante y con el deseo expreso de que se conviertan en realidad.

Reflexión:

En un año matizado de contrastes, la humanidad se ve actualmente envuelta en un mundo caótico y violento, un mundo que tiende a la decadencia del valor humano y natural que le rodea, donde prevalece la corrupción, la lucha de poder, la violencia inhumana, las ambiciones desmedidas que denigran los valores básicos del ser humano, el hambruna, las crisis económicas, las guerras religiosas con tintes de fanatismo, las guerras políticas de mentes desequilibradas y hambrientas de poder por instaurar un gobierno supremo de dominación mundial por mentes brillantes pero con fines de destrucción más que de evolución, la agrupación de países poderosos económica y tecnológicamente para dominar aún más a países tercermundistas y en vías de desarrollo, mediante bloqueos comerciales y económicos a través de grandes monopolios injustos e inequitativos explotando al hombre por el hombre, lo que desencadena crisis alimentaria y económica que afecta directamente a los más desprotegidos, creando con esto un clima constante de incertidumbre y desesperanza de niveles insospechados, una naturaleza herida y moribunda por la cruel explotación del hombre, y la cuál se rebela ante la inconsciencia y la irresponsabilidad, debilitándose y debilitando la fragilidad del hábitat de los seres vivos en un futuro cercano con magnitudes insospechables.

En los inicios de la humanidad acaso nuestros primeros ancestros imaginarían este desolador y alarmante panorama el cuál vivimos día a día?, que cuando por vez primera adquirieron conciencia de su entorno se maravillaron y asombraron de los astros, los fenómenos naturales y de toda la armonía que le rodeaba y que no sólo le temía, sino que respetaba y aprovechaba para progresar y evolucionar su especie, ahora destruya inmisericorde e irresponsable, aquella naturaleza que desde siempre le ha proveído de todo lo necesario para sobrevivir y evolucionar?; y acaso los grandes inventores de nuestra humanidad podría haber siquiera obtenido la percepción que sus invenciones enfocadas al progreso y bienestar del hombre, se utilizarán para fines de guerras, terrorismo, corrupción y explotación del hombre por el hombre pisoteándole su dignidad?. Como aquella maravillosa civilización maya que como muchas otras diseñaron y perfeccionaron el calendario para poseer mayor control del llamado tiempo, y obtener así certidumbre del espacio que habita en este planeta para regular sus actividades y tareas cotidianas para fines de planeación, ahora sea esclavo del tiempo el cuál le obsesiona y le arranca su espontaneidad y armonía interna, al estar siempre sujeto a sus redes, desarrollando una personalidad siempre ansiosa y neurótica por las constantes labores que esta sujeto a realizar en su vida cotidiana?, que cuando descubrió que al estar regido por el factor tiempo, pudo designar los segundos, los minutos, las horas, los días, las semanas, los meses y como consecuencia los años, para obtener un control cronológico de su existencia temporal en este mundo, ahora reniegue de su existencia por la pérdida de su fe y la desesperanza de un porvenir con mejores condiciones de vida?. Acaso observamos no sólo nuestro entorno, sino nuestro cielo matutino y vespertino con esa paciencia y exquisitez que nuestros antepasados hacían?, es más, acaso alguna vez miramos con alguna frecuencia hacia arriba o nuestros alrededores, en lugar de estar sumergidos en pensamientos obsesivos y pesimistas?.

Si uniéramos el pasado con el presente actual, cuál sería el resultado de esa confrontación de personalidades, de los primitivo con lo futurista, acaso el hombre actual se sentiría orgulloso de haber evolucionado a través de la historia?, o en su defecto el hombre primitivo se maravillaría de su proyección futura que esta delante de él?. Acaso el ser humano ha evolucionado? O es que quizás ha involucionado?. Sea cuál fuese el resultado de esta confrontación de épocas, es cierto que el presente actual es el resultado de la acción pura del hombre, es decir somos y siempre seremos los directamente responsables de nuestros actos pasados, presentes y futuros, y si hasta el momento la decisión de unos cuántos a través del paso de los siglos han provocado las actuales condiciones y decadencia de nuestra naturaleza y humanidad. Cuánto representan del global total?, acaso siquiera representará el 1% del total de la humanidad que con sus decisiones equivocadas e irresponsables, millones de seres humanos viven actualmente en desesperanza e incertidumbre; que con su ambición desmedida y falta de conciencia racional, millones de seres sufren hambre, y sufrimiento?.

Entonces donde queda ese 99% que ha sido víctima de ese 1%?, sorprendentemente somos una aplastante mayoría y sin embargo, muchos de nosotros nos hemos mantenido en total pasividad, cediéndoles la iniciativa a sólo un 1% para que determinen el rumbo de nuestras vidas?. Por consecuencia de ese 99% que representamos debe surgir la iniciativa gradual de cada uno de nosotros por el deseo de salir adelante, de aquilatar lo hermoso y sorprendente que aún rodea a nuestro planeta y universo, de que aún a pesar de que estemos sumergidos en una situación actual agobiante e incierta, siempre existe un espacio para darle un giro a aquello que nos atemoriza y decepciona, y con ello desde nuestro propio núcleo interno decidirnos a superar nuestros prejuicios, culpas y remordimientos que involucionan nuestra alma, para transformar el entorno que nos rodea y de las situaciones negativas, destructivas e imposibles, con una actitud optimista extraer lo positivo, lo constructivo y lo posible, porque lo opuesto que involuciona al ser humano, es sólo un aspecto mental que se mantiene adormecido y pasivo en espera de extraerle todo su potencial para fines de evolución interior. Si cada uno de nosotros nos contagiáramos de esos antepasados que en su momento se maravillaron y amaron ese entorno que tan generosamente se entregaba a su vista y que les alimento el deseo de desarrollar su mente creativa y su imaginación para armonizarse a una naturaleza que nunca ha estado ajena a él sino que siempre ha sido parte integral de él. Con la responsabilidad de cuidar su hogar su hábitat, su permanencia temporal, respetando todo cuanto le rodea, animado e inanimado; aprovechando responsablemente la riqueza que se le ofrece a raudales para aspirar a una vida armónica y plena, si en lugar de codiciar, compartiera?, si en lugar de explotar a su prójimo uniera esfuerzos en pos de algo constructivo?, si en lugar de robar, violentar o asesinar, fuese productivo y respetara la vida humana?, si en lugar de monopolizar, fuese justo y equitativo?, y si en lugar de odiar, amara?. Acaso con estas intenciones con cierta tendencia idealista, se revertirían las condiciones actuales?.

Si cada uva que en éste año en este nuevo Año venidero se ingiera no sólo lleve buenas intenciones y fines idealistas, sino un verdadero y honesto compromiso por no desear que nuestro mundo cambie, porque nuestro mundo siempre ha estado a nuestra disposición, incluso cuando la raza humana no existía aún, el mundo no debe cambiar, el mundo no debe de seguir destruyéndose; porque la acción del ser humano es quién debe cambiar, el ser humano es quién debe dejar de seguir destruyendo al mundo, el ser humano debe ya comenzar a evolucionar con una verdadera conciencia hacia lo próspero, lo constructivo, a ser más tolerante consigo mismo, a desterrar de sí sus actitudes neuróticas, sus ansiedades, su soberbia, su envidia, su egoísmo, su egocentrismo, su inseguridad, astsu fanatismo y su ignorancia, tanto de sí mismo como de su entorno interno y externo, acaso somos conscientes del daño, el dolor y la decepción que provocamos a quienes nos rodean con esas actitudes?. De nada sirve sólo desear paz en el mundo y salud en la humanidad, si nuestra actitud es pasiva e indiferente hacia lo que estamos evocando, la paz emergerá desde el núcleo interno de cada ser humano; y la salud en el conocimiento de nuestros procesos internos tanto fisiológicos, mentales como espirituales, porque la prosperidad llega cuando el ser humano deja de odiar y comienza amarse y amar a su prójimo. Si cada deseo en cada una de las 12 uvas no fuese sólo producto de un momento de euforia, cuya resaca es el olvido e indiferencia. Fuese tan sólo el principio del despertar de conciencias que tanto la humanidad necesita y en cuyas acciones afectará directamente a las generaciones venideras. Somos por consecuencia los directamente responsables activos del porvenir que esta por llegar y que no quede sólo en un buen pensamiento pasivo y eufórico, sino en un compromiso personal y que trabajaremos día tras día a cada momento con una actitud positiva, para lograr los propósitos que evoquemos en este año que esta por llegar.

El Cuarto Rey Mago

Cuenta una leyenda que fueron cuatro los Reyes Magos que fueron a visitar al Rey mesias. Luego de haber visto la estrella en el oriente, partieron juntos llevando cada uno sus regalos: Melchor con Oro, Gaspar con Incienso y Baltasar con Mirra. El cuarto Rey Mago llamado Artabán llevaba vino y aceite en gran cantidad, cargado todo en los lomos de sus burros.
Luego de varios días de camino se internaron en el desierto. Una noche los atrapó una tormenta. Todos se bajaron de sus cabalgaduras, y tapándose con sus grandes mantos, trataron de soportar el temporal refugiados detrás de los camellos arrodillados sobre la arena. Artabán, el cuarto Rey Mago, que sólo tenía burros buscó amparo junto a la choza de un pastor metiendo sus animales en un corral. Por la mañana aclaró el tiempo y todos se prepararon para recomenzar la marcha. Pero la tormenta había dispersado todas las ovejas del pobre pastor; por lo que Artabán se encontró frente a un dilema, si ayudaba al buen hombre a recoger sus ovejas, se retrasaría de la caravana y no podría ya seguir con sus Camaradas. El no conocía el camino, y la estrella no daba tiempo que perder. Pero por otro lado su buen corazón le decía que no podía dejar así a aquel anciano pastor. ¿Con qué cara se presentaría ante el Rey Mesías si no ayudaba a uno de sus hermanos?

Finalmente se decidió por quedarse y perdió casi una semana en volver a reunir todo el rebaño disperso. Cuando finalmente lo logró se dio cuenta de que sus compañeros ya estaban lejos, y además había tenido que consumir parte de su aceite y de su vino compartiéndolo con el pastor. Se despidió y poniéndose nuevamente en camino aceleró el tranco de sus burros para acortar la distancia. Luego de mucho vagar sin rumbo, llegó a un lugar donde vivía una madre con muchos chicos pequeños y que tenía a su esposo muy enfermo. Era el tiempo de la cosecha. Había que levantar la cebada lo antes posible, porque de lo contrario los pájaros o el viento terminarían por llevarse todos los granos; otra vez se encontró frente a un dilema. Si se quedaba a ayudar a aquellos pobres campesinos, sería tanto el tiempo perdido que ya tenía que hacerse a la idea de no encontrarse más con su caravana. Pero tampoco podía dejar en esa situación a aquella pobre madre con tantos chicos que necesitaba de aquella cosecha para tener pan el resto del año. No tenía corazón para presentarse ante el Rey Mesías si no hacía lo posible por ayudar a sus hermanos. De esta manera se le fueron varias semanas hasta que logró poner todo el grano a salvo. Y otra vez tuvo que compartir su vino y su aceite.

Mientras tanto la estrella ya se le había perdido. Le quedaba sólo el recuerdo de la dirección, y las huellas borrosas de sus compañeros. Siguiéndolas rehizo la marcha, y tuvo que detenerse muchas otras veces para auxiliar a nuevos hermanos necesitados. Así se le fueron casi dos años hasta que finalmente llegó a Belén. Pero el recibimiento que encontró fue muy diferente del que esperaba. Un enorme llanto se elevaba del pueblito. Las madres salían a la calle llorando, con sus pequeños entre los brazos. Acababan de ser asesinados por orden de otro rey. El pobre hombre no entendía nada. Cuando preguntaba por el Rey Mesías, todos lo miraban con angustia y le pedían que se callara. Finalmente alguien le dijo que aquella misma noche lo habían visto huir hacia Egipto. Quiso emprender inmediatamente su seguimiento, pero no pudo. Aquel pueblito de Belén era una desolación. Había que consolar a todas aquellas madres. Había que enterrar a sus pequeños, curar a sus heridos, vestir a los desnudos. Y se detuvo allí por mucho tiempo gastando su aceite y su vino. Hasta tuvo que regalar alguno de sus burritos, porque la carga ya era mucho menor, y porque aquellas pobres gentes los necesitaban más que él. Cuando finalmente se puso en camino hacia Egipto, había pasado mucho tiempo y había gastado mucho de su tesoro. Pero se dijo que seguramente el Rey Mesías sería comprensivo con él, porque lo había hecho por sus hermanos. En el camino hacia el país de las pirámides tuvo que detener muchas otras veces su marcha. Siempre se encontraba con un necesitado de su tiempo, de su vino o de su aceite. Había que dar una mano, o socorrer una necesidad. Aunque tenía temor de volver a llegar tarde, no podía con su buen corazón. Se consolaba diciéndose que con seguridad el Rey Mesías sería comprensivo con él, ya que su demora se debía al haberse detenido para auxiliar a sus hermanos.
Cuando llegó a Egipto se encontró nuevamente con que Jesús ya no estaba allí. Había regresado a Nazaret, porque en sueños José había recibido la noticia de que estaba muerto quien buscaba matarlo al Niño. Este nuevo desencuentro le causó mucha pena a nuestro Rey Mago, pero no lo desanimó. Se había puesto en camino para encontrarse con el Mesías, y estaba dispuesto a continuar con su búsqueda a pesar de sus fracasos. Ya le quedaban menos burros, y menos tesoros. Y éstos los fue gastando en el largo camino que tuvo que recorrer, porque siempre las necesidades de los demás lo retenían por largo tiempo en su marcha. Así pasaron otros treinta años, siguiendo siempre las huellas del que nunca había visto pero que le había hecho gastar su vida en buscarlo.

Finalmente se enteró de que había subido a Jerusalén y que allí tendría que morir. Esta vez estaba decidido a encontrarlo fuera como fuese. Por eso, ensilló el último burro que le quedaba, llevándose la última carguita de vino y aceite, con las dos monedas de plata que era cuanto aún tenía de todos sus tesoros iniciales. Partió de Jericó subiendo también él hacia Jerusalén. Para estar seguro del camino, se lo había preguntado a un sacerdote y a un levita que, más rápidos que él, se le adelantaron en su viaje. Se le hizo de noche. Y en medio de la noche, sintió unos quejidos a la vera del camino. Pensó en seguir también él de largo como lo habían hecho los otros dos. Pero su buen corazón no se lo dejó. Detuvo su burro, se bajó y descubrió que se trataba de un hombre herido y golpeado. Sin pensarlo dos veces sacó el último resto de vino para limpiar las heridas. Con el aceite que le quedaba untó las lastimaduras y las vendó con su propia ropa hecha jirones. Lo cargó en su animalito y, desviando su rumbo, lo llevó hasta una posada. Allí gastó la noche en cuidarlo. A la mañana, sacó las dos últimas monedas y se las dio al dueño del albergue diciéndole que pagara los gastos del hombre herido. Allí le dejaba también su burrito por lo que fuera necesario. Lo que se gastara de más él lo pagaría al regresar.

Y siguió a pie, solo, viejo y cansado. Cuando llegó a Jerusalén ya casi no le quedaban más fuerzas. Era el mediodía de un viernes antes de la Gran Fiesta de Pascua. La gente estaba excitada. Todos hablaban de lo que acababa de suceder. Algunos regresaban del Gólgota y comentaban que allá estaba agonizando colgado de una cruz. Nuestro Rey Mago gastando sus últimas fuerzas se dirigió hacia allá casi arrastrándose, como si el también llevara sobre sus hombros una pesada cruz hecha de años de cansancio y de caminos.

Y llegó. Dirigió su mirada hacia el agonizante, y en tono de súplica le dijo:

- Perdóname. Llegué demasiado tarde.

Pero desde la cruz se escuchó una voz que le decía:

- Por tus acciones estarás conmigo en el paraíso.

Reflexión:

Esta historia nos hace reflexionar acerca de nuestras acciones en la vida, las cuáles sin la voluntad para auxiliar a nuestro prójimo viviríamos en un mundo cargado de envidias y codicias desenfrenadas. Aún cuando el ser humano posea la capacidad de sobrevivir por sí sólo, siempre es vital coexistir con otro ser humano para su crecimiento y evolución, porque es a través de la convivencia donde ponemos a prueba nuestra capacidad de intercambiar conocimiento y experiencias a fin de enriquecernos para fines de perfeccionamiento de nuestras capacidades y facultades. Aún cuando nuestros objetivos y planes iniciales no se consoliden plenamente, en cualquier aspecto de nuestra vida personal, familiar, profesional y laboral. Nunca falta un imponderable o alguna circunstancia inesperada que aparentemente nos desvíe del objetivo final e incluso nos lleve por caminos totalmente desconocidos con resultados totalmente diferentes a lo esperado; si bien es cierto, que estas inesperadas circunstancias nos brindan no sólo momentos de gran adrenalina y tensión emocional al experimentar algo novatorio que no estaba en nuestros planes, si nos ponen a prueba en nuestros estados emocionales y en la determinación con la que abordamos esta inesperada circunstancia, y que da como consecuencia que obtengamos de ella una enriquecedora experiencia, porque hasta de lo más desagradable y doloroso, obtenemos conocimiento y madurez.

Si bien los momentos más excitantes y plenos de nuestra vida, son en gran medida aquellos que no esperábamos; aquellas circunstancias desconocidas y que sin embargo, en nuestro destino aparecen ¨circunstancialmente¨. Ya que todo cuánto experimentamos a lo largo de nuestra existencia lleva una razón de ser, un objetivo por cumplir; aquello que no estaba escrito y contemplado en nuestros planes, es decir, lo llamado desconocido, lo no experimentado, lo incierto, el porvenir, el futuro. Porque por instinto el ser humano busca controlarlo todo, desde sus propias condiciones internas a nivel físico y fisiológico, hasta los niveles emocionales, psicológicos y espirituales. Como un mecanismo de defensa para aliviar esa constante angustia e incertidumbre que le rodea su llamada existencia. Y conforme va logrando vencer las barreras del misterio de la vida, y sobre todo, cuando siente que cada vez se acerca al umbral de los ¨terrenos¨ desconocidos de Dios, se va sintiendo un Semidios; sin embargo su angustia se va acrecentando al descubrir que entre más descubre y conoce, más desconoce de él mismo, es decir que sólo sabe que no sabe nada acerca de su Ser. Y eso lo hace ser poco espontáneo y auténtico para entregarse a la vida misma, a su presente vivo y tomar la vida como viene, dando lo mejor de sí, entregando su corazón a quién le solicite, no con la finalidad de aliviar una mera y vana culpa o remordimiento, sino con la satisfacción de haber servido a su prójimo; porque el ayudar a un ser humano es ayudarse a sí mismo, porque es a través de estas acciones que va evolucionando y acercándose a los ¨terrenos¨ de Dios al experimentar lo que Dios representa para el Ser humano, el sentimiento sublime del Amor.

Y si este compromiso fuese constante, más no condicionante, el alivio de la angustia ante lo inesperado e incierto desaparecerá cuando sepamos hallar en nuestro fuero interior la grandeza que la humildad representa para la evolución de la humanidad. Vivir la vida a cada paso, como si cada paso fuese el ascenso al último peldaño, para acercarnos al estado de plenitud y libertad que tanto ansiamos cada uno de nosotros, para comprobar finalmente, que cada paso ya está escrito en nuestro destino de vida, y que es el descubrirlo construyendo nuestro porvenir, al vivir nuestro presente al máximo de nuestros anhelos con la voluntad y determinación para vivir!


Porque por nuestras acciones en la vida, serán la medida para nuestras experiencias plenas y sublimes!!.

Amar no es Fácil

Si amar fuera fácil…No habría tanta gente amando mal, ni tanta gente mal amada.

Si amar fuera fácil…No habría hambre, ni guerras, ni gente sin apellido.

Si amar fuera fácil…No habría niños solos en las calles, no habría orfanatos. No habría hijos no deseados, ni esposas maltratadas, ni prostitutas, ni divorcios. Si amar fuera fácil…No habría ladrones, las mujeres embarazadas nunca pensarían en abortar, ni habría asesinos que matan por dinero o por placer.

Si amar fuera fácil…No habría policías, ni cárceles, ni ejércitos.

Que difícil nos resulta amar, en parte porque pensamos que amar es un sentimiento sobre el cual no tenemos control. Pero eso no es así, amar es una decisión personal.
Una decisión a la que se va añadiendo los sentimientos, pero que nunca depende de ellos.

Reflexion:

El amar resultaría fácil si tuviéramos el auténtico deseo de explorar en nuestro universo interior, ese sentimiento que tanta falta le es necesaria a nuestra humanidad. Si cada uno de nosotros actuáramos en la vida con ese sentimiento de por medio, sin ser presas de nuestros prejuicios que limitan nuestra capacidad de expresarnos acorde a nuestro libre albedrío; sin depender del todo de las apariencias, las cuáles les adoptamos mayor importancia que nuestro libre desenvolvimiento conforme a nuestra propia iniciativa y espontaneidad; si poseyéramos la claridad de discernimiento y conciencia para identificar aquellos factores humanos que buscan inducirnos e influenciarnos hacia senderos equivocados con la finalidad de eliminar nuestra iniciativa y deseo de trascender a través de la libertad de acción; si el ser humano lograra despojarse de la ambición desmedida, de la codicia hacia aquello que le obsesiona; si dejará ser presa del odio, de la envidia, de la hipocresía; si se permitiera perdonarse a sí mismo por aquellos errores y equivocaciones que cometió en el pasado…..

El ser humano desde sus orígenes siempre ha buscado satisfacer sus necesidades con la finalidad de obtener felicidad, y en ese resultante anhela encontrar aquel sentimiento que le llama amor. Que es un estado de plenitud y alegría infinitas que no muy frecuentemente experimenta, porque está más obsesionado y embargado por enfrascarse en una lucha interminable contra sus propios miedos y angustias, por despojarse de sus culpas y remordimientos pasados, por obsesionarse por el porvenir que tanta ansiedad le provoca el alcanzar la gloria y la fortuna material; por competir irracional e innecesariamente contra sus iguales con el fin de experimentar el poder por encima de los demás; por sentirse reconocido y vitoreado a fin de alimentar un ego herido y disminuido; por recuperar una dignidad desprendida por su propia falta de seguridad en sí mismo; por refugiarse en puertas falsas para aliviar su insoportable soledad y aislamiento….

El decir que el amar es fácil es tanto como anhelar un mundo cargado de ideales que sólo emergen de nuestra imaginación, sobre todo cuando estamos inmersos en un mundo en el cuál prevalecen las guerras, las injusticias, el odio, la desesperanza, la violencia, la pobreza, la incertidumbre y la absurda lucha de poder en busca del dominio humano. Si tan fácil fuera amar, porque razón es que existe todo esto a nuestro alrededor?, algo que pareciera no tener fin, continua día tras día hundiendo la esperanza por cohabitar en un mundo justo y equitativo. Entonces cuál es la respuesta a toda esta decadencia humana, la cuál ha sido provocada por el mismo ser humano en sí y no por la naturaleza que tan sabiamente ha sido generosa con nosotros y que nos empecinamos en culpar a agentes externos y supremos, cuando los responsables somos directamente nosotros!. Donde se encuentra la respuesta a toda esta incertidumbre generada por el propio ser humano?. Será que acaso somos los directamente responsables de que existan las guerras y todo cuánto destruye la vida y la armonía de nuestra naturaleza?, será finalmente nuestra entera responsabilidad de que el Amar no sea fácil?, porque eso implicaría que la solución a toda nuestra problemática se encuentra exclusivamente en nosotros y no en evadir nuestra responsabilidad culpando a lo inefable, a lo sublime e intangible!.

Por lo tanto en el ser humano radica la solución que en un futuro venidero se aspire a habitar un mundo distinto y armónico, si cada uno de nosotros nos hacemos el compromiso de iniciar el cambio desde nuestro mundo interior, en luchar con determinación y voluntad contra aquellos agentes que denigren la dignidad humana a través de la superstición, el fanatismo, la inducción, la manipulación, el sometimiento, la intimidación y la humillación. En convencerse que la complejidad del amar es sólo un estado mental, el cuál se encuentra en nuestro entero control para extrapolarlo mediante nuestros sentimientos como un medio para experimentar la libertad de Ser en toda su magnitud!. Porque el amar es tan fácil como nuestra voluntad y deseo sea liberado de prejuicios y culpas, actuando mediante una moral auténtica y libre de influencias externas. Porque Amar es experimentar el sentimiento de liberación y equilibrio interior!

La Cuchara

Un estudiante de zen se quejaba de que no podía meditar: sus pensamientos no se lo permitían. Habló de esto con su maestro diciéndole:

"Maestro, los pensamientos y las imágenes mentales no me dejan meditar; cuando se van unos segundos, luego vuelven con más fuerza. No puedo meditar.. No me dejan en paz".

El maestro le dijo que esto dependía de él mismo y que dejara de cavilar.. No obstante, el estudiante seguía lamentándose de que los pensamientos no le dejaban en paz y que su mente estaba confusa. Cada vez que intentaba concentrarse, todo un tren de pensamientos y reflexiones, a menudo inútiles y triviales, irrumpían en su cabeza.

El maestro entonces le dijo: "Bien. Aferra esa cuchara y tenla en tu mano. Ahora siéntate y medita".

El discípulo obedeció. Al cabo de un rato el maestro le ordenó:"¡Deja la cuchara!".

El alumno así hizo y la cuchara cayó obviamente al suelo. Miró a su maestro con estupor y éste le preguntó:

"Entonces, ahora dime quién agarraba a quién, ¿tú a la cuchara, o la cuchara a ti?.


Reflexion:

La herramienta más poderosa que posee el ser humano sin duda es la mente, ya que ella es la responsable de registrar todos y cada uno de los eventos en forma consciente o inconsciente que experimentamos a lo largo de nuestra existencia, y que quedan en actividad latente mediante el pensamiento, siendo este último el recopilador de todas y cada una de nuestras experiencias vividas y por vivir y que representan nuestros recuerdos del pasado y los anhelos del futuro. Y esta ambivalencia es la que nos atrapa en la mayor parte del día, al sumergirnos casi en forma automática en sus redes; y que por alguna razón siempre estamos abstraídos y sumergidos en nuestros propios pensamientos, y que sin ser enteramente conscientes nos abstraemos de la realidad consciente, del presente, del momento, el hoy.

Cuando estamos sumergidos en pensamientos con tintes de nostalgia, por aquellos recuerdos hermosos y significativos; por remordimientos hacia aquellas acciones de las cuáles nos privamos de experimentar, ya sea por inseguridad o temor y culpas producto de decisiones que nos provocaron algún incidente, que daño física o moralmente a un ser querido o a nosotros mismos, y anhelos derivados de deseos que proyectamos hacia el futuro. Todos y cada unos de estos pensamientos, invaden nuestro espacio mental que día con día debemos lidiar y que trae como consecuencia que estemos ajenos e indiferentes a nuestro entorno. Muchas son las condiciones las que nos impulsan a retraernos de nuestra realidad presente, principalmente por la constante preocupación de un futuro que se nos presenta a veces incierto y de un pasado que nos empecinamos en aferrarnos, esta situación nos sujeta de ambas direcciones quedando vulnerables ante nuestras emociones y sobre todo ante las influencias de nuestro medio.

Si tan solo nos permitiéramos por un momento en cada instante de nuestra existencia hacer a un lado el pasado y el futuro que tanto mantienen ociosa y ocupada nuestra mente, inestable nuestros sentimientos y confundido nuestro buen discernir; experimentaríamos tranquilidad, lucidez y una concentración sin igual, porque la verdadera meditación no es necesariamente el abstraerse del entorno, evadiendo la realidad o esforzándose en apartar todos y cada uno de los pensamientos que llegan a nuestra mente en muchas ocasiones en forma desordenada y confusa; cuando hacemos esto, el resultado es mayor tensión emocional y desesperación. La auténtica meditación es dejar que los pensamientos fluyan como un torrente de agua desemboca hacia el mar, sin necesidad de tratar de retener algo en particular, todo aquello que se retiene o estanca termina por deteriorarse o pudrirse. El buen fluir es renovación constante y nuevo aprendizaje, sólo entregándose a la vivencia tan plena como logremos desarrollar esa capacidad de vivir y experimentar el momento, nuestra mente de inmediato dejara de retener los pensamientos que aletargan nuestra mente y nos precipitan hacia la desesperación.

Concentrarse es vivir el hoy, sin ataduras de por medio, sólo concentrados en lo que estamos experimentando a cada instante y dejando fluir a nuestra mente a fin de liberarla de la tensión y el estrés que usualmente nos reprime la libertad para entregarnos a la vida, cumpliendo todos y cada uno de nuestros objetivos trazados, con toda la alegría y el amor que la vida misma puede inspirarnos.