El Mono y el Leopardo
En un lugar muy lejano, se celebraba una fiesta muy importante. Gente de todas partes acudieron a la feria. Allí se encontraban un mono y un leopardo, siendo la mayor atracción del lugar cuyos presentadores ganaban una fortuna con sus exhibiciones anunciando sus espectáculos para atraer al público.
En primer lugar el presentador del leopardo gritaba a la gente:
Señoras y Señores, vengan hacia aquí. Si se acercan, podrán contemplar la hermosa piel de este gran ejemplar, es una especie extraordinaria, su gran destreza es conocida en todo el mundo. Muchos reyes de lejanos países lo han admirado, y querido poseer, es muy codiciada su hermosa piel, así como su gran astucia y agilidad. ¡ Vengan, pasen a contemplar la belleza de las manchas de su piel! ¡ Observen detenidamente su colorido y majestuosidad!.
Las personas se acercaban a mirar con curiosidad y admiración la hermosa piel del leopardo. Pero, aunque al principio se empujaban unas a otras para ver mejor, al poco tiempo se alejaron, pues era un espectáculo que, aunque una vez visto, ya no ofrecía ningún interés, debido a la indiferencia y pasividad del animal, además de que infundía miedo por su temible y vacía mirada.
Mientras tanto, al otro lado de la feria, presentador del mono le hacía propaganda exclamando lo siguiente:
¡ Señoras y Señores! Pasen por aquí y podrán ver un espectáculo muy divertido. Ustedes han visto las manchas de la piel del leopardo. Pues esa variedad de colores la tiene el mono en su interior, es capaz de hacer muchas cosas. Sabe hablar, sabe bailar, danzar y hacer cientos de piruetas, les va a divertir de verdad si entran a verlo. No lo piensen más. El precio es muy barato, y si al salir no les ha agradado el espectáculo, les será devuelto el dinero. Las personas animadas por el presentador entraron a raudales. Vieron con gran admiración la gran agilidad y gracia de mono al hacer todo tipo de suertes, divirtiendo enormemente y dejando satisfechas a las personas.
Mientras que con el leopardo aunque al principio causaba admiración por su enorme belleza exterior, termino imponiéndose la belleza y gracia interior del mono.
Reflexión:
En una sociedad donde estamos regidos por el fenómeno de las apariencias y los aspectos estéticos, fácilmente somos presas de los convencionalismos cuando no desarrollamos una verdadera independencia interna, ocasionando que nos desvaloricemos como personas, obsesionándonos por cultivar no sólo una efímera belleza exterior, sino a comportarnos según nuestro entorno para no sentirnos expuestos a la crítica, abandonando nuestros aspectos internos, con tal de ser aceptados y reconocidos como ¨individuos¨.
Sin duda lograremos la belleza y majestuosidad del leopardo atrayendo la mirada de quienes nos rodean, siendo en un principio el centro de atención, logrando ser admirados y codiciados alimentando con ello nuestro ego, sin embargo la belleza es tan sólo efímera, está regida por el factor tiempo y tarde o temprano esta se deteriorará; así como nuestro comportamiento, fingiendo ante la sociedad lo que en realidad no somos, viviendo una doble moral y temiendo constantemente el que dirán, que reprime lo que en verdad anhelamos ser, lo que en verdad deseamos, lo que en verdad amamos, diluyendo con ello nuestros auténticos sentimientos por temor de no saber manejar nuestras emociones, por temor a lo desconocido, lo cuál elimina la espontaneidad de la vida y apaga el brillo de nuestra auténtica esencia.
El Mono es el ejemplo de algo que aparentemente no es bello y en principio no es centro de atención y admiración y que representa nuestro interior, el cuál es poco alimentado y desarrollado debido a que no proporciona ningún beneficio material y que no es reconocido y aceptado como valor social primario, pero que si redunda en grandes beneficios emocionales y espirituales, es la gracia de lo trascendental, esa luz que alimenta nuestra personalidad, esa levedad que nos hace erguirnos con orgullo y dignidad, esa energía que emana nuestro Ser y que es capaz de atraer miradas de respeto y admiración al desarrollar una verdadera autenticidad, sin importar las apariencias externas, ni los comportamientos fingidos.
Podremos lograr posesiones, un elevado nivel cultural y reconocimiento social, basar nuestra felicidad en lo económico, consolidar una familia, pero será suficiente para lograr una plena felicidad al aferrarnos a lo convencional y seguro?, y si además de ello lográramos cultivar aquello que se conoce como conciencia, ese ente que nos hace sentir, que nos hace vibrar, que nos hace percibir la realidad que nos rodea, que nos inquieta cuando se hace presente el silencio y que inmediatamente reprimimos buscando un medio para evadirlo, que a veces nos angustia y nos juzga implacablemente; nos da respuestas en todo momento a nuestras inquietudes y que ignoramos o desconfiamos en la mayor parte del tiempo. Será que ahí radica la verdadera felicidad?, eso que esta latente y que evadimos ante nuestra falta de aceptación de nuestro interior?.
El conocimiento de lo que somos nos hará identificar con claridad el camino que nos llevará a cumplir con nuestros anhelos; el dominio de nuestra personalidad nos dará los elementos para solventar con seguridad los obstáculos que se nos presenten en la consolidación de nuestras metas personales, dominando con ello nuestras emociones, desarrollando auto-control y un infranqueable espíritu de lucha y tenacidad; y que sin duda aspiraremos al equilibrio emocional y espiritual, eliminando la incertidumbre del futuro.
El regirnos por las apariencias tarde o temprano nos precipitará hacia una vida errónea y paralela, sintiéndonos insatisfechos y vacíos constantemente. Al escuchar nuestro corazón cultivando la intuición, desarrollaremos la capacidad para descubrir un motivo que proporcione un real sentido a nuestra vida, aspirando a la tranquilidad y plenitud interna.
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