miércoles, octubre 13, 2010

Esto es lo que Hay

Soy así. Si te gusta, bien. Si no te gusta, pues decides si te vas o te quedas. Nunca mentí y nunca pretendí ser otra persona. Yo nunca quise cambiarte, ¿Porque tienes que querer cambiarme?


Fuente: Luis Castellanos


Reflexión:

Si hay algo que caracteriza al ser humano es la percepción de cómo conceptúa la vida, del concepto que tiene de sí mismo y sobre todo de la libertad de escoger la mejor forma de conducirse; y por lo mismo, cada persona posee su propio entendimiento del entorno en que se desenvuelve; lo que para uno es blanco, para otro es negro; lo que para uno es bueno para otro puede ser malo; en fin, no hay una regla general que uniformice tal o cual concepto sobre algo. Aún cuando nos regimos por reglas y directrices establecidas en lo concerniente a lo social, moral y religioso. El origen de todo esto, surgió de la necesidad de establecer un orden cuando el ser humano comenzó a interactuar con sus iguales mediante para sobrevivir y evolucionar frente al entorno natural que se alzaba sobre sí. Lo que hace la diferencia es el medio en que nos tocó desenvolvernos desde origen y posterior por evolución. Si cada persona encierra dentro de sí un universo de pensamientos, conceptos y sentimientos, lo cuál resulta complejo de descifrar; aún más cuando comenzamos a interactuar con un igual; podremos descubrir similitudes y coincidencias, así como diferencias y contradicciones de cómo percibimos nuestro entorno

Por ese motivo cuando intentamos adentrarnos en el universo de alguien, descubriremos toda la riqueza de experiencias e infinidad de pensamientos que caracterizan a un ser humano. De ahí la primicia de convivir e interactuar a fin no sólo de enriquecernos de la personalidad de nuestro prójimo, sino de conocernos a nosotros mismos, en nuestras reacciones a nivel mental, emocional y perceptivo. De cómo afrontamos todo tipo de circunstancias cuando nos exponemos ante una o varias personas; que simplemente aislarnos a causa de la inseguridad e ignorancia de nuestra propia personalidad. Para ello es imperativo el saber respetar la libertad de ser de la otra persona, ya sea a nivel de pareja, familiar, amistad, compañero, socio, etc.. Por más capaces que nos conceptualicemos en cualquier aspecto de la vida, eso no proporciona el derecho de intentar cambiar la mentalidad de alguien sólo porque así nos apetece hacerlo, sin importar el fin que lo justifique; porque esto puede conllevar una serie de riesgos, y es que no necesariamente nuestra verdad aplique eficazmente en otra persona; porque si hay alguien quién se conoce mejor que nadie más, es uno mismo; cada persona sabe lo que quiere, lo que siente, lo que desea, lo que le atemoriza, lo que anhela, lo que le hace feliz, lo que le satisface o lo que le destruye. La decisión de asumir una opinión, crítica o consejo sólo depende de quién la recibe. Si intentamos inducirlo, imponerlo o fanatizarlo, la reacción dependerá del tipo de conciencia y conocimiento que posea de sí misma la persona.

La clave para armonizar con alguien a nivel afectivo no es sumarse a sus coincidencias, sino respetar las diferencias; porque así respetaremos su integridad y su libertad de ser. Nadie puede experimentar en cabeza ajena cuando no se conoce plenamente su esencia. Es más placentero el enfocarnos primero en nuestro propio universo, aceptarlo, descifrarlo, comprenderlo y experimentarlo que aferrarnos a cambiar la forma de pensar de alguien ajeno, cuando aún no hemos sabido comprender plenamente nuestro universo interior. Así de igual forma con la pareja, cuando nos une el lazo afectivo, no es porque amemos las coincidencias, sino porque hemos comprendido plenamente que el enamorarse de las diferencias; es respetar su espacio, su libertad de pensar, su libertad de elegir, su libertad de crecer y su capacidad para llegar a acuerdos, sin trasgredir su dignidad Sumar esfuerzos es amar, imponerlos es agredir.