Las Cuatro Noble Verdades
La Primera Noble Verdad (SUFRIMIENTO)
Cita las características más sobresalientes de la situación humana, duhkha, que es el sufrimiento o frustración. Esta frustración se origina de nuestra dificultad en encarar un hecho básico de la vida, que todo lo que nos rodea es inestable y transitorio. "Toda cosa surge y desaparece". El sufrimiento se origina cuando nos resistimos al flujo de la vida y tratamos de aferrarnos a las formas fijas.
Este tipo de sufrimiento si bien es el que mayor frustración nos ocasiona, sobre todo cuando nos aferramos a nuestros pensamientos herméticos y cerrados, cuando blindamos nuestro proceder, siendo inflexibles e intolerantes a la vida sin tomar en que todo cuanto nos rodea se encuentra en constante movimiento y evolución. Y es de esta forma en que nos aferramos a nuestras ideas, al desear por cualquier medio, cayendo en la irracionalidad y el egoísmo imponerle a los demás, menospreciando que cada individuo posee su propia verdad, su propia forma de ser y conceptualizar la vida; desarrollando con este proceder una personalidad impositiva e inflexible ante los constantes cambios en que estamos inmersos en la cotidianeidad. Por lo que es imperante comprender que cada acción que nos depare el destino contiene dentro de sí, aspectos inestables y transitorios, y de esta forma, desarrollando una personalidad flexible y abierta, podremos encarar con mayor claridad y prestancia cualquier vivencia inesperada o circunstancial. En lugar de aferrarnos a encarar la vida a las formas fijas y rígidas, que sólo nos ocasionan sufrimiento y desesperación, lo cuál nos estanca y debilita. El flujo de la vida se renueva a cada instante y adaptándonos a esa fluidez, nuestra personalidad no sólo se renovará constantemente, sino que evolucionará hasta los límites que tanto anhelamos alcanzar en la vida.
La Segunda Noble Verdad (APEGO A LO MATERIAL)
Habla sobre la causa de todo el sufrimiento, trishna, que es el aferrarse, o agarrarse. El tratar de aferrarse a cosas que son transitorias es debido a nuestra ignorancia sobre la realidad. Creemos que nos apoyamos en valores estables y en el fondo se trata de ideas materiales y vanalidades que en nada nos ayudan a evolucionar en nuestro camino espiritual.
El apego es uno de los aspectos que casi por instinto nos aferramos, debido a esa inestabilidad emocional en la que constantemente experimentamos día con día. Nos apegamos a lo material, principalmente porque carecemos en mucho del autoconocimiento de nuestros procesos internos a nivel mental, emocional y psíquico; y en esa carencia por ignorancia más inculcada e inducida que manifestada de origen, nos impulsa a apegarnos a aquello que consideramos tangible y material, porque si bien no hay una regla básica en nuestra sociedad actual que inculque el desarrollo evolutivo interno; estamos en cambio inmersos de infinidad de presiones sociales como un medio para sobrevivir en un mundo materialista, en donde todo cuánto nos rodea es la manipulación y la inducción hacia la búsqueda de la superación a través del poder y las posesiones materiales; lo cuál no es estrictamente perjudicial, porque en un mundo como éste, el que nos tocó vivir es necesario allegarse de lo esencial para aspirar a una vida confortable y tranquila. Sin embargo es al ego el que mayor importancia se le asigna, buscando como primicia el reconocimiento y las adulaciones como un medio de pertenencia a algo, y sin ese alimento que en esencia son banalidades, nos originan otra forma de sufrimiento. Cuando no es necesario apegarse excesiva u obsesivamente a lo material; la felicidad no depende de quién más posea bienes materiales y dinero, porque se encuentra ansioso y temeroso de que algún día lo pierda todo, porque cada desea más y más y nunca encontrará una satisfacción absoluta, sólo sufrirá por su obsesión al querer obtener algo que no tiene fin o límite y dejará escapar de sus manos los grandes momentos de dicha y plenitud que la vida le entrega momento a momento, su presente vital, y no su obsesión por el futuro. La felicidad se encuentra en sentirse pleno y equilibrado con lo mínimo y máximo necesario para satisfacer sus necesidades prioritarias de supervivencia, experimentando armonía en su Ser, sin imponerse obsesiones ni excesos, sólo disfrutando y experimentando la vida con fines de evolución espiritual, luchando por ser cada día mejor ser humano sin reminiscencias pasadas u obsesiones futuras, sólo entregándose a su momento presente como su instante vital primario.
La Tercera Noble Verdad (LIBERARSE)
Cita que el sufrimiento y la frustración pueden ser paradas. Es posible trascender el círculo vicioso, liberarse de las ataduras de karma y lograr un estado de total liberación llamado nirvana. En este estado, las falsas nociones de un YO separado han desaparecido para siempre y la unidad de toda vida se hace una sensación constante.
A lo largo de las vivencias, el ser humano tiende inevitablemente a repetir los mismos patrones y ciclos de errores que en el pasado cometió, creando así los círculos viciosos que lo llevan a distintos senderos de sufrimiento, una de las causas es por que el ego se impone al razonamiento; nos aferramos a corregir situaciones que en el pasado no resultaron conforme a nuestros deseos y eso nos provoca culpa y remordimiento, detonante que nos impulsa a obsesionarnos inconscientemente a repetir las mismas acciones y actitudes que nos llevan irremediablemente a fracasar nuevamente, esto por supuesto nos hace aferrarnos a las situaciones destructivas, hasta que se aprende finalmente de la experiencia y se acepta que cada situación de la vida es categóricamente distinta, podría ser similar pero nunca igual, porque las circunstancias de nuestro entorno se encuentran en constante movimiento y evolución, y por esto mismo es imperativo que tarde o temprano aceptemos que la frustración que conlleva una desagradable experiencia sean definitivamente concluidas e iniciar el proceso de liberación del pasado, y avocarse a experimentar el presente como el fluido del agua que se renueva a cada instante, y así es como la vida debe ser tomada, renovándonos a cada instante experimentado cada momento vivido como la máxima oportunidad para realizarnos como seres humanos libres de todo tipo de apegos excesivos y de ataduras mentales y emocionales, cambiando nuestra actitud frente a la vida y que se experimente una sensación de integridad con todo cuanto existe a nuestro alrededor. Porque el pasado ya se esfumo de la realidad tangible, y el futuro se construye viviendo plenamente el presente, diluyendo de esta forma cualquier actitud nociva que tienda a repetirse.
La Cuarta Noble Verdad (DESPERTAR)
Es la prescripción de Buddha para terminar con todo el sufrimiento, la Óctuple Vía del auto-desarrollo que lleva al estado de "despertado".
Prescripción primordial de estas nobles verdades es la eliminación total de todo tipo de sufrimiento que afecta al ser humano a lo largo de su vida, llamado este estado como el despertar de la conciencia por sobre las apariencias, permitiendo que aún a pesar de que nos encontramos vulnerables a todo tipo de provocaciones y situaciones estresantes, es verdaderamente posible lograr experimentar este estado de armonía interior, basados en un real compromiso de encaramiento positivo hacia la diversidad de las vivencias que nos aguardan a lo largo de nuestra existencia, despojándonos de la ansiedad del apego obsesivo, del desprendimiento de las culpas y remordimientos del pasado que sólo generan nostalgia y frustración, de la liberación de las influencias del medio con fines de fanatismo, inducción manipulación y adormecimiento mental, de la eliminación de la envidia, del egoísmo, de la ira, de las actitudes destructivas, del respeto a nuestro entorno humano y natural. En fin, condiciones casi imposibles cuando nuestros pensamientos se encuentran en un estado de pesimismo e indiferencia; pero muy posible de alcanzar gradualmente en la medida en que aceptemos que el sentido de una verdad es comprender que cada ser humano posee este conocimiento innato dentro de sí y eso lo hace absoluto e indiscutible, y esa es su arma principal para encarar un mundo que adolece de la iniciativa evolutiva y el liderazgo espiritual. La verdad radica en la liberación plena de nuestros estados subconscientes para trasformarlos en actos tangibles y reales, es ahí donde radica el sentido de la vida en conocernos, comprendernos, aceptarnos y expresando la esencia de nuestra voz interior, en realizar todo aquello que nos produzca evolución, madurez y satisfacción. Porque la nobleza de una verdad radica en la grandeza que posee todo ser humano: su humildad.
No se podría asegurar si habrá una óctuple vía o sendero hacia la autorrealización, lo cierto es que poseemos infinidad de alternativas para despojarnos del sufrimiento y hallar por consecuencia el sendero hacia nuestra libertad Interior.