Condicionamiento
Nos ha pasado alguna vez que para realizar determinada
acción u ofrecer un favor tenemos como primera reacción, el condicionarla?,
prácticamente todo lo condicionamos a cambio de algo, desde un favor a un
amigo, en la misma relación de pareja, se condiciona por naturaleza a cambio de
una negociación por un fin común, y en esta argumentación es como tratamos de
día con día llegar a un acuerdo, a pesar de las grandes diferencias que existen
por cuestión de género, por un lado la incansable lucha de la mujer por
reclamar su justo espacio a su libre albedrío y resistencia natural hacia el
sometimiento generado por el machismo histórico del hombre, quién a
regañadientes cede imperceptiblemente a su jefatura como proveedor del sustento
y figura otrora imponente.
En tiempos actuales es ya no sólo impráctico, sino hasta
arcaico estar condicionando lo que por naturaleza deberíamos hacer con respeto
absoluto a la libertad de la persona con la cual no sólo compartimos un espacio
vital, sino hasta la aspiración al final de nuestros días. A pesar de ello
seguimos imponiendo nuestros usos y costumbres en una clara lucha de poder, y
cuando los recursos se nos terminan, ponemos en práctica el instinto animal
oculto a flor de piel en una clara muestra de fuerza bruta por encima de la
razón. Quienes actúan de esta forma, tarde o temprano terminan por caer en su
propia mediocridad; todo condicionamiento viene acompañado de un interés
personal para demostrar poder de dominación, por la fragilidad que percibimos
en nuestro interior. Entre más inseguros nos sentimos, más deseo de dominio
demostramos al exterior y lo canalizamos a través de un desencadenamiento de
condicionamientos con miras a compensarnos.
Tanto trabajo nos cuesta simplemente ceder sin pedir algo a
cambio?, acaso algo se nos desprenderá que sea irrecuperable?, perderemos
alguna facultad especial?. Que no acaso en el dar esta el recibir?, hay una
frase célebre de un filósofo griego llamado Sócrates que daba las gracias a quién
ayudaba, lo cuál generaba cierta curiosidad por este tipo de expresión, y
cuando se le preguntó el porque, simplemente decía: ¨Te doy las gracias porque
al ayudarte me ayudas a crecer¨. Una respuesta simple para un significado con
gran profundidad. Y efectivamente, cuando desarrollamos la facultad de ayudar a
las personas en la medida de nuestras posibilidades y cedemos parte de nuestra
disposición y experiencia, el beneficio a nivel humano es incalculable, porque
toda acción de índole filantrópica, nos llena no sólo de gran satisfacción al
sabernos útiles, sino que desarrollamos el sentido de aportar un pequeño grano hacia
una humanidad que cada vez se sumerge en la decadencia de valores.
Poco es lo podemos aportar a nivel global, pero es un buen
comienzo un cambio de actitud del egoísmo que nos hace condicionar todo cuánto
se nos pide u ofrece. Esta forma de actuar nos limpiará interiormente de
egoísmo y rencores arraigados por el tipo de sociedad en que nos desenvolvemos
y que nos condiciona nuestra forma de pensar y actuar. La diferencia estriba en
la voluntad de actuar y ofrecer lo mucho o poco que poseamos y que nos haga
sentirnos satisfechos que nos hacemos bien al hacer el bien.
El que da de sí sin condicionar, recibe en abundancia lo
merece por omision!
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