Estado Anímico
Conforme transcurren los días, notamos que algo en
particular nos hace el día, es decir, iniciamos nuestras labores matutinas con
la mejor disposición y actitud a fin de hacerlo valer, sea cuál fuere nuestra actividad.
Sin embargo, algo parece estar ya predispuesto que nos descompone el ritmo y
desencadena una serie de eventos que terminan por desquiciar nuestro estado
anímico. Por el contrario, de un día aletargado y aburrido en que las horas se
nos hacen eternas y buscamos desesperadamente algún tipo de escape que nos
saque de ese tedio que nos marchita la existencia, de pronto algo sorpresivo
sucede que revitaliza nuestras energías apagadas, llenándonos de asombro que
nos empalaga de éxtasis ante la agradable experiencia. Y finalmente esta el
clásico día ¨plano¨ en que ni nada agradable ni desagradable sucede,
simplemente un día ordinario como cualquier otro, que queda para el olvido, la
clásica rutina.
Esto es de llamar la atención, porque pareciera que estamos
condicionados a las influencias externas quienes dictan el estado de ánimo que
tendremos a lo largo del día, ya sea que lleguen inesperadamente o que las
propiciemos a como dé lugar, pero lo extraño del caso es que nuestra actitud es
un tanto cuanto pasiva, porque los activadores son externos a nosotros, cuando
en teoría debería ser lo contrario. Es tanto como un grano de café que ante un
ambiente adverso como el agua hirviendo libera su mejor color y perfuma con su
olor. Pero en nuestra realidad muy pocas veces nos sucede esto, es tan
dominante la influencia exterior que termina por abrumarnos. Podríamos pensar
que ante nuestra naturaleza emocional somos un caldo de cultivo ante estas
condiciones.
Es idealista pensar que de ipso facto debemos de poseer
autocontrol en situaciones adversas e inesperadas, pero más de uno ha perdido
los estribos hasta por insignificancias; somos en realidad una bomba de tiempo
por la acumulación de problemas y pendientes que vamos arrastrando a nuestras
espaldas, y basta con un minúsculo detonador para explotar con toda la carga
emocional, producto de la impotencia y la frustración largamente almacenada en
nuestro estado anímico.
Pero siempre existirá una salida aún cuando nuestro
horizonte sea incierto, el estado anímico viene estrechamente ligado a la
actitud que generemos con nuestra capacidad de asombrarnos y la frescura con la
que encaremos cada momento de la nuestra existencia, los escenarios son
diversos y cambiantes, pero muy similares a lo que ya hemos experimentado, con
ligeras excepciones y matices. Lo importante es no dejamos absorber y
contaminar por aquellas adversidades, enfrentarlos con poder de decisión y con
la determinación en su solvencia positiva, la vida es experiencia pura; para
ello hay que encararla en la multiplicidad de sus circunstancias, nada es
perfecto, es perfectible y estamos expuestos a todo tipo de situaciones que
amenacen con alterarnos anímicamente y hacernos perder el control. Finalmente,
nosotros creamos el entorno con nuestro estado anímico, la diferencia estriba
con que actitud encaramos la vida, absorbiendo al máximo el aprendizaje
adquirido a fin de desarrollar templanza para aspirar a obtener el balance
necesario que nos haga más soportable y agradable la vida!.
La Actitud es la base del equilibrio, y el Estado
Anímico es el balance de la vida!
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