Calma
Una
palabra sencilla de describir y compleja para comprender su
potencialidad, y más aún lograr siquiera llevar acabo esa consideración,
basta echar una mirada a nuestro alrededor para entender la complejidad
de su acción, caos, violencia, problemas de índole familiar y personal,
en el trabajo, en las calles todo es caótico, personas a toda prisa por
las calles dirigiéndose a sus destinos, en un ambiente de ruido extremo
entre murmullos y claxon de automóviles y autobuses ante los cotidianos
problemas de tránsito en una ciudad donde todo lo que reina es el
oportunismo por rebasar, violando las leyes de tránsito, empujándose
unos a otros en los sistema de transportes públicos para llegar cuánto
antes al lugar d trabajo o esparcimiento, puestos de periódicos
mostrando encabezados a
primera página sobre escenas dantesca de asesinatos y accidentes, donde
ya se ha perdido la sensibilidad ante la desgracia humana, noticias que
cimbran al mundo de la política y el espectáculo con el consabido morbo
de la gente estupefacta, asimilando más caos del que pudiesen tolerar,
en una clara muestra de insensibilidad y tolerancia ante lo grotesco y
lo pueril.
En
el hogar problemas de índole familiar, el sustento diario de los hijos,
los problemas conyugales con la pareja, la preocupación constante por
cubrir con los gastos inmediatos de impuestos, alimentación y salud; las
interminables disputas con los hermanos y la incomprensión para con, y
hacia los padres. Y todavía para remachar los
propios, en que sitio estamos ubicados actualmente, como extinguir la
incertidumbre que nos consume día a día por el porvenir, y miles de
tormentos más que debilitan nuestro estado de ánimo.
Y
todavía alguien pretende que tengamos un poco de calma?, de donde?,
acaso se puede aspirar siquiera a pensar en tener un solo instante de
tranquilidad y calma, cuando las actividades nos agobian minuto a
minuto, producto de nuestro acelerado tren de vida?, y por el contrario,
cuando estamos exentos de toda esta presión en un existir desahogado y
despreocupado, sin más actividad que sólo existir en la indiferencia del
entorno, porque a pesar de que estamos aparentemente inactivos y sin
algún tipo de ocupación que nos destrabe de nuestro letargo, porque pesar
de ello no puede haber una calma perfecta?, sentimos que nuestra vida
es vacía y sin sentido alguno al cuál dirigirse, los sentimientos son
variados pero que llevan hacia una
insatisfacción permanente, al igual cuando estamos atiborrados de
actividades sin ton ni son, sólo para cumplir con el requisito de
activarnos, pero sin consistencia alguna. Nuevamente donde se encuentra
la respuesta a la tan anhelada calma que nos equilibre anímica y
emocionalmente?.
Si
todo fuera tan sencillo como se dice y escucha, seríamos una simple
hojalata que no posee ni sentimientos ni pensamiento, sólo andaríamos
mecánicamente por la vida, programados en nuestro estado instintivo,
reaccionando conforme el medio nos incitara. La calma no se logra
necesariamente ignorando toda esta serie de situaciones que lejos de
tranquilizarnos o aportarnos algo positivo, nos hace perder los estribos
y la cordura, sumergiéndonos en un ambiente de tensión constante y
estrés que va minando no sólo nuestro estado anímico, sino deteriorando
la salud física y mental. La naturaleza de alguna
forma nos provee su sabiduría, y en este caso actuar como si
estuviéramos en el centro de un huracán, donde todo a su alrededor es
caos y
destrucción, en el centro se encuentra la calma perfecta, no una calma
pasiva e indiferente, sino una energía contenida controlando su entorno,
activa latente a mantener el control absoluto de la situación,
manteniendo la distancia entre el caos y el orden, donde se mantiene al
margen de las situaciones destructivas de su exterior.
Esa
puede ser una forma de guiarnos ante la fuerza inestable del entorno en
que nos rodeamos, todo desorden, situaciones inusitadas e inesperadas
que desmadejan la ecuanimidad y el equilibrio. La inacción ante la
furiosa actividad cotidiana, la aparente inactividad ante la catarsis de
los problemas inmediatos y absorbentes. Una mente en perfecta calma
ante la tormenta de los impulsos y deseos que son exacerbados por el
entorno y la cruel y manipuladora influencia mediática, la lucha
constante por el poder, el deseo irracional por llegar a la cima a
cualquier costo. Todo aparenta estar en nuestra contra, y el huir o
aislarse de ese mundo es tanto como negar la existencia, no podemos
evadirlo porque es parte de nuestro entorno, ni renegando nos
proporcionaría algún tipo de placebo. Todo esta
implícito en el juego de la vida, y afrontarla con una calma interior
que se desarrolla basada en el poder facultativo de su esencia y su
capacidad de potencializarla en situaciones de gran estrés, la actitud y
la determinación ante los retos, es lo que marca a diferencia entre los
que trascienden y los que simplemente se resignan a su suerte!,
La calma se desarrolla cuando primero acallamos nuestro huracán interior!
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