jueves, noviembre 07, 2013

Templanza

Los actuales tiempos nos exigen adaptarnos a las circunstancias que nos rodean a cada acción emprendida en la cotidianeidad, acción o pasividad, ímpetu o indiferencia, decisión o conformismo; tales son las tesituras de nuestra actitud ante la vida. Y ante los escenarios actuales, se requiere de movimiento: en la actividad física intensa, que impere la inactividad y control mental; y lo contrario: en la inactividad física una actividad ardua e intensa a nivel mental. Los contrarios son lo que restauran el equilibrio. La mente es la bujía que nos impulsa a actuar ante los escenarios cotidianos. Podemos estar inmersos en un tren de vida agobiante en que vayamos de un lado a otro sin descanso, recibiendo toda clase de estímulos que atenten con hacernos perder la paciencia y la cordura, y en la mayoría de las veces así sucede, terminando por fastidiarnos el día. Es parte ya del ritmo acelerado en el que estamos enfrascados, subirnos al tren o simplemente hacernos aun lado para caer en la pereza física y mental, actuando ligeros y desenfadados.
 
Hay muchas vías de escape que funcionan como paliativos que nos auxilian a sacudirnos del tren de actividades y del consecuente estrés a que estamos sometidos, a fin de tomar un pequeño respiro que alivie la tensión que nos agobia en la mayor parte del día. Es fácil decir que debemos relajarnos, que tomemos las cosas con calma, que no permitamos que las circunstancias aceleren el ritmo natural de nuestra vida, que busquemos algún tipo de actividad que nos equilibre mentalmente. Esto suele funcionar parcialmente, pero apenas pasado el efecto, regresa a nuestra mente la multitud de problemas y preocupaciones que debemos encarar al siguiente día; es como un círculo vicioso que no terminamos por cerrar definitivamente, apenas superado un problema, al siguiente instante surge otro de igual o mayor magnitud.
 
Entonces, donde existirá el ¨elixir¨ que acabe de golpe con el nubarrón de preocupaciones que azota nuestro cerebro, embargándonos de pensamientos que simplemente no nos permite aspirar a una paz permanente?. Si aplicamos el método de la ¨amnesia¨ para olvidar por un momento nuestros problemas, estos solo serán hechos a un lado, pero seguirán estando ahí, hasta que no los encaremos y resolvamos de la mejor manera posible. Y esa es quizás una alternativa para presumir que experimentamos una vida de equilibrio, de otra forma sólo nos estamos mintiendo a nosotros mismos y engañando a los demás que poseemos autocontrol. Ni alejándonos del bullicio de la ciudad ni ocultándonos en centros o templos dedicados a armonizar nuestra respiración, resolverá nuestros problemas existenciales.
 
El ser humano por sí mismo a través de sus aspectos mentales crea su propia realidad e incluso su  propia fantasía, que sirven como escapes para alejarse de una realidad que le sigue como un suspiro. Un carácter sólido y una actitud determinante, abrirá el mecanismo de la Templanza. Es cierto que podemos estar inmersos en infinidad de actividades que el día por si solo se torna insuficiente para resolverlos óptimamente, pero priorizando se puede desarrollar la capacidad de organizar óptimamente y abarcar todos y cada uno de los pendientes que requieren de soluciones eficaces; y el creer firmemente que somos capaces de realizarlo sin ningún problema, nos desarrollará una visión diferente del entorno que nos envuelve y notaremos que el panorama ya no es tan abrumador. Solamente se transformará el día en una sucesión de retos a vencer en plenitud de nuestras capacidades, porque así lo creemos y porque sabemos que así deba ser!, porque nos sentimos seguros de nosotros mismos!
 
¨La Templanza desarrolla carácter, madurez, sabiduría y certidumbre¨¨