Templanza
Los
actuales tiempos nos exigen adaptarnos a las circunstancias que nos
rodean a cada acción emprendida en la cotidianeidad, acción o pasividad,
ímpetu o indiferencia, decisión o conformismo; tales son las tesituras
de nuestra actitud ante la vida. Y ante los escenarios actuales, se
requiere de movimiento: en la actividad física intensa, que impere la
inactividad y control mental; y lo contrario: en la inactividad física
una actividad ardua e intensa a nivel mental. Los contrarios son lo que
restauran el equilibrio. La mente es la bujía que nos impulsa a actuar
ante los escenarios cotidianos. Podemos estar inmersos en un tren de
vida agobiante en que vayamos de un lado a otro sin descanso, recibiendo
toda clase de estímulos que atenten con hacernos perder la paciencia y
la cordura, y en la mayoría de las veces así sucede,
terminando por fastidiarnos el día. Es parte ya del ritmo acelerado en
el que estamos enfrascados, subirnos al tren o simplemente hacernos aun
lado para caer en la pereza física y mental, actuando ligeros y
desenfadados.
Hay
muchas vías de escape que funcionan como paliativos que nos auxilian a
sacudirnos del tren de actividades y del consecuente estrés a que
estamos sometidos, a fin de tomar un pequeño respiro que alivie la
tensión que nos agobia en la mayor parte del día. Es fácil decir que
debemos relajarnos, que tomemos las cosas con calma, que no permitamos
que las circunstancias aceleren el ritmo natural de nuestra vida, que
busquemos algún tipo de actividad que nos equilibre mentalmente. Esto
suele funcionar parcialmente, pero apenas pasado el efecto, regresa a
nuestra mente la multitud de problemas y preocupaciones que debemos
encarar al siguiente día; es como un círculo vicioso que no terminamos
por cerrar definitivamente, apenas superado un problema, al siguiente
instante surge otro de igual o mayor magnitud.
Entonces,
donde existirá el ¨elixir¨ que acabe de golpe con el nubarrón de
preocupaciones que azota nuestro cerebro, embargándonos de pensamientos
que simplemente no nos permite aspirar a una paz permanente?. Si
aplicamos el método de la ¨amnesia¨ para olvidar por un momento nuestros
problemas, estos solo serán hechos a un lado, pero seguirán estando
ahí, hasta que no los encaremos y resolvamos de la mejor manera posible.
Y esa es quizás una alternativa para presumir que experimentamos una
vida de equilibrio, de otra forma sólo nos estamos mintiendo a nosotros
mismos y engañando a los demás que poseemos autocontrol. Ni alejándonos
del bullicio de la ciudad ni ocultándonos en centros o templos dedicados
a armonizar nuestra respiración, resolverá nuestros problemas
existenciales.
El ser humano por sí mismo a través de sus aspectos mentales crea su propia realidad e incluso su propia
fantasía, que sirven como escapes para alejarse de una realidad que le
sigue como un suspiro. Un carácter sólido y una actitud determinante,
abrirá el mecanismo de la Templanza. Es cierto que podemos estar
inmersos en infinidad de actividades que el día por si solo se torna
insuficiente para resolverlos óptimamente, pero priorizando se puede
desarrollar la capacidad de organizar óptimamente y abarcar todos y cada
uno de los pendientes que requieren de soluciones eficaces; y el creer
firmemente que somos capaces de realizarlo sin ningún problema, nos
desarrollará una visión diferente del entorno que nos envuelve y
notaremos que el panorama ya no es tan abrumador. Solamente se
transformará el día en una sucesión de retos a vencer en plenitud de
nuestras capacidades, porque así lo creemos y porque sabemos que así
deba ser!, porque nos sentimos seguros de nosotros mismos!
¨La Templanza desarrolla carácter, madurez, sabiduría y certidumbre¨¨
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