Correr el Riesgo
Reír es correr el riesgo de parecer tonto.
Llorar es correr el riesgo de parecer sentimental.
Acercarse a otro es correr el riesgo de involucrarse.
Demostrar sus sentimientos es correr el riesgo de demostrar su verdadero yo.
Poner sus ideas, sus sueños, delante de la gente es correr el riesgo de perderlos.
Amar es correr el riesgo de no ser amado.
Vivir es correr el riesgo de morir.
Esperar es correr el riesgo de desesperar.
Tratar es correr el riesgo de fracasar.
Corra el riesgo. Trepe y súbase a la rama donde está el fruto. Muchas personas están todavía abrazadas del tronco del árbol, preguntándose por qué no reciben el fruto de la vida.
Muchos líderes potenciales nunca lo logran porque se quedan atrás y dejan que otro corra el riesgo.
Muchos receptores potenciales nunca recibieron nada porque no dieron un paso fuera de la multitud y lo pidieron.
En realidad no pedimos porque tememos el rechazo. Por eso no corremos el riesgo. Pero hoy es un día para correr riesgos.
Fuente: Vía Renuevo de Plenitud
Reflexión:
La vida es un reto constante que demanda nuestro mayor potencial, y para ello es natural que si deseamos experimentar una vida intensa debemos asumir ciertos riesgos. Un riesgo no representa necesariamente un potencial peligro, sobre todo si sabemos cuales son los límites y estamos conscientes de las probables consecuencias de una acción a emprender; un riesgo es una excelente oportunidad para exponernos a lo desconocido y poner a prueba nuestras capacidades, una gran oportunidad de reinventarnos, de romper las barreras de temores y prejuicios arraigados en nuestra personalidad. Sin embargo, es importante analizar porque para algunos nos es más fácil asumir un riesgo como un reto y para otros casi imposible siquiera considerar tal condición?. En algún punto de nuestra vida, nos tocó enfrentarnos a un riesgo y al darle la espalda porque lo considerábamos un peligro para nuestra integridad, nos quedó sin duda alguna un sabor amargo, porque en el fondo percibíamos que habíamos perdido la oportunidad de experimentar lo desconocido, que por serlo, cabía la posibilidad de ser una experiencia enriquecedora. Y a partir de ese momento a cada situación inesperada que representaba un riesgo potencial, fue debilitándose nuestra voluntad y confianza para enfrentarnos a una vida que demandaba lo mejor de nuestras capacidades. Y por consecuencia, iniciamos la debacle en nuestra autoestima y seguridad. Y cuál es el resultado de esta inflexión?, una vida gris, insatisfecha, incierta y llena de amargura.
Todos estamos expuestos a los riesgos, pero de que forma se logra diferenciar un peligro inminente o una gran oportunidad para crecer y evolucionar?. Todo riesgo representa tanto peligros como oportunidades, la diferencia estriba en el grado de agudeza perceptiva y la actitud con que asumimos la vida; si nuestra conformación interna es de una voluntad inquebrantable y seguridad a prueba de todo, no tendremos problema alguno para afrontarlo sabedores de asumir y reorientar sus probables repercusiones a nuestro favor, aún cuando el escenario aparente ser adverso. Por el contrario, cuando no estamos conformados con una personalidad claramente definida y libre de prejuicios nuestros problemas serán inminentes. Es natural que al principio cometiéramos errores producto de decisiones equivocadas, es parte del juego de la vida, nadie nace perfecto, somos perfectibles, porque de eso se trata, de experimentar todo tipo de situaciones y circunstancias para ir desarrollando confianza y seguridad; en la medida en que vayamos adquiriendo experiencia, seremos más acertados y agudos para diferenciar el peligro de la oportunidad. Desafortunado sería que por el temor a cometer un error, a ser expuestos al ridículo, reprochados, criticados o evidenciados; reprimamos la oportunidad de reinventarnos y asumir un riesgo como un reto a vencer, no al riesgo en sí, sino al evolucionar en nuestras propias especulaciones y temores.
Si ya nuestra vida se encuentra avanzada, nuestra autoestima es baja y la seguridad inexistente; no debemos de seguir preocupados al sentirnos estancados; todo en la vida obedece a un orden que nos lleva a la causalidad. Si nos tocó experimentar tales circunstancias se debe a una preparación específica en nuestro proceso de evolución; porque cada ser humano ya esta predestinado para una misión particular, lo importante es asumir que lo que somos en la actualidad es producto de nuestras decisiones, equivocadas o acertadas no importa, lo valioso es recabar la información adquirida por esos eventos, por haber asumido ciertos riesgos o haberlos evadido; todo es experiencia, y eso representa evolución de una u otra forma. Si ya aprendimos que el habernos reprimido por temor o prejuicio al afrontar riesgos nos alejó de una vida satisfactoria y plena. Nunca es tarde para reorientar el camino, para regalarnos una nueva oportunidad, aún cuando el escenario parezca adverso; para salir de la masa conglomerada de los que se conforman y estancan por aparente comodidad; ni estamos viejos ni mucho menos incapacitados anímica y moralmente para renunciar a una vida de constantes retos; vale la pena asumir riesgos, las oportunidades siempre estarán presentes con generosidad, para tomarlas con valentía y determinación. La vida en sí vale la pena, por algo estamos vivos, estamos conscientes, y siempre hay un porque debemos sentirnos alentados a seguir adelante. Mientras exista un hálito de esperanza y deseo, siempre habrá una nueva oportunidad y debemos dárnosla, realmente vale la pena derrumbar las barreras del conformismo y enfrentarnos a nuestras propias inseguridades; las satisfacciones seguramente serán innumerables y alentadoras. Lo importante es atrevernos a dar ese primer paso, que representará el inicio del despegue hacia la liberación de nuestra potencialidad!
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