El Globero
Un día un señor que vendía globos de colores rojos, rosas, amarillos, azules, blancos y negros, para llamar la atención suelta el globo blanco y después el de color rojo, lo cuál llama la atención de un niño que en se momento se acerca al globero y le pregunta que si soltará el globo negro también se elevaría tan alto como el globo blanco.
El globero un tanto asombrado por la inocencia del niño, le dice que seguro que si deja volar el globo de color negro ascendería tan alto como cualquiera de los otros globos de diferente color.
Finamente le dice al niño que lo importante no es el color lo que le da valor a las cosas, sino lo que posee por dentro, así como un globo banco de igual forma el globo de color negro poseen dentro de sí su verdadero valor.
Reflexión:
A pesar pertenecer a una sociedad que se ha destacado por su gran avance tecnológico producto de la evolución mental del ser humano a través de las generaciones. En muchos otros aspectos esta evolución no va a la par. Preferentemente en cuanto a los diversos tipos de racismo y discriminación que aún somos objetos en diversos sectores de la sociedad; ya sea por nuestro color de piel, condición cultural, económica y social. Esta problemática ha desatado todo tipo de agresiones desde el bullyng, la discriminación laboral, el rechazo social y el aislamiento emocional. Porque?, por personas que aún no han comprendido que lo más importante en cada ser humano es su esencia y no su condición externa, que sólo responde a valorar las apariencias, porque siempre nos han insertado en la memoria que lo que uno muestra en el exterior es lo que hace que la gente nos reconozca, valore o acepte. Como el clásico dicho que versa: ¨Cómo ves te tratan¨, y partiendo de esa premisa, la mayor parte de nuestro tiempo nos obsesionamos en mantener siempre una apariencia física agradable hacia los demás, y peor aún, en aparentar lo que no somos, adquiriendo todo tipo de facetas acorde a cada situación.
Cuál es la consecuencia de esto?, que por una ausencia de estima, por cualesquiera que sea la razón, permitimos el que se valore más los aspectos superficiales que los valores internos. Cada ser humano sin excepción, posee las mismas oportunidades porque venimos de una esencia común, y el que alguien se haya desarrollado en algún ámbito particular, no lo hace mejor o peor que aquel que no lo hace. Todo en esta vida es circunstancial porque somos influidos por el medio en el que nos desenvolvemos, hasta que decidimos salir de él para buscar otro tipo de evolución a fin de no estancarnos. Y sin embargo, por alguna razón somos víctimas de este tipo de discriminaciones. Es cierto que difícilmente podremos cambiar a las personas que basan su aceptación en las apariencias; lo que si podemos cambiar es nuestra actitud ante este tipo de personalidades discriminatorias; lo cuál no estamos en a posición de permitirlo y simplemente alejarnos de este tipo de influencias que atentan contra nuestra autoestima. La discriminación y el racismo no es producto de quienes hacen uso de ello, el mayor peso de la responsabilidad descansa en quienes lo permitimos, quienes lo fomentamos con nuestra apatía y displicencia.
Nadie esta en la posición de discriminarnos por la causa que sea, poseemos el suficiente valor para convencernos que somos los mejores entre los mejores, no porque compitamos con otra persona por demostrar que estamos por encima de ella. Sino porque el ser humano no es compatible con ningún otro, aún cuando emergemos de una misma esencia, nuestra particularidad es única e irrepetible. Y quién discrimina o rechaza, lo hace esencialmente porque esa persona se siente carente de algo que la hace a su vez sentirse agredida por aquella cualidad que ve en la persona que ofende. Es decir, en la discriminación se revela su propia inseguridad y carencia. Por esa razón no debemos sentirnos jamás discriminados ni rechazados, porque no lo necesitamos, no se requiere del reconocimiento de nadie para aceptarnos como seres humanos y pensantes. El único reconocimiento y aceptación debe nacer de uno mismo, de la misma esencia de la persona, de su propia autovaloración alimentada por un amor propio e incondicional a la propia evolución y superación de quien así se convence de su propia valía exenta de cualquier intento de discriminación y rechazo de exterior. Y así es como debemos convencernos que nadie posee ese valor moral para dictar nuestras acciones personales, porque el único juez radica en nuestra propia conciencia, y nuestras acciones son las que darán como resultado las consecuencias positivas o negativas, dependiendo de nuestro actuar y propia ética de vida, basada en los propios principios personales y no colectivos!
1 Comments:
carnal, me gusta mucho lo que escribes, desearia que obtuvieras mas reconocimiento por lo que haces; muchas gracias por tu esfuerzo, saludos y mucha suerte :3
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