martes, diciembre 06, 2011

El Día de Muertos

El origen del ahora llamado día de muertos es incierto, se remonta según algunos estudiosos hasta el año 800 a.c. en el llamado Festival de muertos, celebrado entre los aztecas durante los meses de julio y agosto, como una fiesta para celebrar el final de la cosecha de maíz, frijol, garbanzo y calabaza, que formaban parte de la ofrenda a la diosa Mictecacihuatl. Esta Diosa, reina de Chinahmictlan era la guardiana del noveno nivel del infierno, llamado Mictlan.

Algunos aseguran que la tradición del festival se mezcla con la costumbre prehispánica de enterrar a los muertos con objetos, comida y ofrendas para su viaje a la otra vida. La tradición nace de la creencia que al morir, las personas pasan al reino de Mictlán, donde tienen que estar un tiempo para después ir al cielo o Tlalocan. Para el viaje, nuestros seres queridos necesitan comida y agua para el camino; veladoras para alumbrarse; monedas, para pagar al balsero que los cruza por el río, antes de llegar a Mictlán y un palo espinoso para ahuyentar al diablo.

Todo esto, se colocaba en su tumba y en el altar de muertos, para su visita anual a los vivos, en el que se coloca copal y flores de cempasuchil para marcar el camino.

Al llegar los españoles, estas creencias fueron adaptadas al calendario cristiano y se celebran el 1 y 2 de Noviembre. El primero se celebra el Día de Todos los Santos, dedicado a los niños y el 2 al resto de las personas queridas, siendo estos los únicos días en que las almas tienen permiso para regresar a visitar a sus seres queridos. De manera que es, en realidad una fiesta de bienvenida para aquellos que se extrañan.

En algunas regiones se cree que el 28 de octubre bajan los muertos por accidente y el 30 aquellos que están el limbo por no haber sido bautizados; sin embargo estas creencias no son generalizadas.

En la actualidad, el día de muertos se celebra principalmente poniendo altares en las casas para los seres queridos de la familia- parientes, amigos, personajes públicos pero también se tienen otras tradiciones que con el tiempo se fueron incorporando a esta festividad. Algunas familias visitan el cementerio y comen sobre la tumba, acompañados por el alma de su difunto, les llevan flores y limpian la tumba, los que pueden, acompañan la comida con un conjunto norteño o mariachi. También es popular el uso de “calaveritas”, versos dedicados a personas públicas o personajes del imaginario popular, en tono de sátira o burla. Surgidos a finales del siglo diecinueve, las “calaveritas” son una muestra de ingenio que consiste en fingir que alguien está ya muerto, y según sus características o manera de vivir, burlarse de como murió: si alguien es muy coqueta se puede decir que la muerte se la llevó para besarla, o si es muy mentiroso, que la muerte lo descubrió.

Reflexión:

Cómo lo marca nuestra tradición mexicana y que posteriormente fue adaptada por los españoles, representa un día muy significativo para reflexionar no sólo acerca de nuestros seres queridos que ya partieron, sino de la forma en como veneramos un día tan especial como es la muerte. Y que a partir de este tipo de celebraciones nos hace rememorar el afecto y el cariño de aquellos seres que por alguna causa abandonaron este mundo y recordarlos con verdadera melancolía. Por supuesto que la muerte de un ser querido no es fácil de superar en el momento en que ocurre ésta; la sola sensación de la pérdida es ya de por sí traumática y de emociones indescriptiblemente dolorosas, porque no aceptamos que ya jamás podremos tenerlo físicamente con nosotros, sino principalmente por aquello que dejamos de hacer o realizar con ese ser que ya no se encuentra con nosotros, y que se traduce en remordimiento. Y siempre nos preguntamos, porque sólo cuando ya lo hemos perdido es cuando adquirimos real conciencia de nuestros descuidos hacia ese ser que en vida por diversas razones dejamos de hacer?. Porque nos lamentamos ya en la pérdida, lo mal que lo tratamos, el no haber sido más atentos, cariñosos, no haber estado presentes en sus momentos de desesperación, de agobio?. Porque siempre cuando hemos perdido algo o a alguien es cuando realmente valoramos lo que dejamos de hacer por esa persona?.

Muchas pueden ser las razones de estos descuidos que se deben principalmente a nuestro ensimismamiento, a estar tan insertados en nuestra problemática personal; en esencia a ser egoístas al olvidarnos de que nuestros seres queridos también necesitan un poco de nuestra incondicionalidad, atención y apoyo constante. Y no esperar a que suceda una desgracia para recordar que alguien necesita de nosotros. Nada nos cuesta el acercarnos ocasionalmente a un amigo para saber si todo en su vida se encuentra armónico; nada nos cuesta acercarnos a la pareja para reconocer que también es un ser humano con sus propias necesidades para ofrecerle apoyo incondicional escuchando y atendiendo sus inquietudes y problemas; nada nos cuesta el acercarnos a un hijo para comprender que es un ser que necesita de constante comunicación y orientación para saberse defender de un mundo que demanda tanto de él; y sobre todo nada nos cuesta el escuchar nuestras propias necesidades existenciales y recordar que venimos a este mundo por un propósito definido, y que por estar inmersos en nuestra excesiva materialidad, hemos dejado de un lado el propósito esencial de nuestra existencia?.

Porque tenemos que despertar cuando ya todo ha sido demasiado tarde?, cuando ya es imposible recuperar lo descuidado?, cuando ya se han marchado esos seres queridos que por nuestra soberbia no aceptamos que somos seres finitos y no eternos, y que por pensar que nunca perderemos a alguien dejamos para después lo que podríamos hacer en ese instante?. La vida se vive a cada instante y no para el mañana, porque nadie nos garantiza que despertaremos vivos al siguiente día, ni que nuestros seres queridos estarán por siempre con nosotros. Debemos entender que cuando se vive intensamente la vida, no sólo para con nosotros sino para nuestros seres queridos, descubriremos que se desarrolla mayor satisfacción al descubrir que hay todo un universo de vivencias y experiencias que podemos descubrir en una persona que suele ser muy enriquecedor. Lo cuál estrecharía los lazos de cariño y afecto.

Cuando sabemos estar al pendiente de quienes nos rodean comprobaremos que entregando lo mejor de nuestras cualidades sin esperar nada a cambio, sembraremos en las personas un sentimiento de agradecimiento permanente; porque el ayudar a alguien no sólo beneficia esa persona en lo afectivo, sino que nos hará aspirar a ser mejores y a reencontrarnos con nuestra parte humana. Y eso a largo plazo, nos desarrollará una conciencia libre de culpas, de remordimientos y de la plena satisfacción que desarrollamos a través de aquella persona especial, al entregarle un ejemplo de amor incondicional y que sin duda se estacionará permanentemente en su memoria.; para que al día de mañana en que ese ser concluya su ciclo vital, no quede un sólo resquicio de insatisfacción. Que mejor recuerdo podremos tener de un ser querido, que la satisfacción de haber entregado lo mejor de nosotros mismos!