El Abejorro
Según una teoría de aerodinámica, demostrada en pruebas realizadas en el túnel de viento, el abejorro es incapaz de volar.
Debido al tamaño, peso y forma de su cuerpo en relación con la envergadura de las alas desplegadas, el volar es científicamente imposible para él. El abejorro, ignorando esta teoría científica va y vuela de cualquier manera y hace miel todos los días.
Esta estructura mental permite a una persona comenzar cada día con una disposición positiva, como el ascensorista el lunes por la mañana. El elevador estaba lleno y el hombre tarareaba una tonada. Un pasajero irritado por el ánimo del hombre le espetó: «¿Por qué está tan feliz?» «Bueno, señor», replicó el hombre alegremente, «¡Yo nunca he vivido este día antes!»
Fuente: Actitud de vencedor. John C Maxwell.
Reflexion:
Cuantos de nosotros no hemos sido permanentemente abejorros que andamos en la vida sin darnos cuenta que tenemos un mundo de capacidades y que por esa ignorancia, no aprovechamos del todo nuestro potencial, hay muchas razones que pueden sustentarlo, una de ellas es quizás que nuestro medio no fue el idóneo para poder explorarnos espontáneamente, y que las mismas desavenencias de la vida, nos oriento sin percatarnos hacia senderos totalmente opuestos a nuestra naturaleza real. Porque si bien es cierto, en muchas ocasiones no somos favorecidos por las circunstancias y simplemente nos dejamos llevar por la corriente de la vida, sin siquiera reaccionar cuando comienza ese paralelismo, que cuando ya hemos tomado conciencia, el tiempo ha madurado y endurecido toda posibilidad de recuperar e tiempo perdido. A quién debemos culpar que nuestro destino no haya sido el que anhelábamos?, a las circunstancias?, a las personas que nos rodean?, al capricho de Dios?. Sin duda es muy fácil buscar culpables y pretextos de infinidad de texturas. Pero por más que le busquemos siempre llegaremos a mismo punto: nuestro propio núcleo.
Es muy fácil pensar que el entorno es el principal influyente de nuestro destino, pero lo cierto es que a donde vayamos o huyamos nunca podremos desprendernos de nuestra responsabilidad. Y si así es porque negara, si de antemano aunque pensemos que los demás lo ignoren, bien sabemos de donde surge esa responsabilidad, y tarde o temprano debemos reconocerlo, si es que no queremos seguir perdiendo el tiempo en cuestionamientos absurdos e inútiles. De igual manera sabemos que poseemos un tremendo potencial y por alguna causa desconocida para los demás y muy conocida por nosotros no nos atrevemos a dar ese paso, principalmente por temor, a que?, a salir de nuestra zona de confort, del saber que el hacerlo es complicarnos una vida sedentaria en lo mental y por falta de voluntad. Así como el abejorro no le importa que la ciencia lo limite categóricamente, sólo vive el momento sin importarle lo que piensen o afirmen de su potencialidad. Sólo se deja llevar por su propio instinto natural sin siquiera percibir que le han comprobado todo tipo de limitaciones.
Así es como debemos guiarnos en la vida, sin importar que los demás piensen que no poseemos las cualidades suficientes para sobresalir, que crean o reafirmen que ya nos estancamos permanentemente, porque en realidad no debe importar lo que piensen los demás de nuestra potencialidad, sólo son opiniones banales y carentes de un fundamento real. Cada ser humano posee todo el potencial vasto y necesario para hacer de su vida una realidad tangible, cuando sólo se deja llevar por su instinto de superación puede hacer miel de sus propias experiencias, cuando posee una estructura mental optimista sin importar si desconoce aún su máximo potencial, su actitud le ayuda a romper cualquier tipo de barrera, iniciando por la propia barrera el conformismo y darse la oportunidad de intentar volar aún cuando se sienta pesado e inútil por el paso el tiempo desperdiciado. Mientras haya un hálito de vitalidad habrá siempre una esperanza de darse la oportunidad para crecer, porque los caminos son múltiples y así es como las oportunidades comenzarán a presentarse si nos atrevemos a volar para desprendernos de nuestra pesadez y hacer lo imposible.
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