viernes, julio 03, 2009

Serenidad

Un Discípulo le preguntaba a un Sabio:

Maestro: ¿Existe alguna forma de medir las propias fuerzas espirituales?

Le responde el Sabio:

- Por supuesto, muchas.

El Discípulo rebate:

- Dime tan sólo una.

Respondiendo finalmente el Sabio:

- Trata de averiguar con que frecuencia pierdes la calma a los largo de un solo día.

Reflexión:

El mantener la Serenidad en nuestro medio actual se ha convertido en todo un reto a superar ante cada situación que genere cierta tensión emocional y mental, los factores externos quizás en su mayoría no los podemos controlar sobre todo cuando no son generados de propia voluntad; pero lo que si podemos y debemos controlar son los factores internos en lo relativo a las emociones, a los pensamientos negativos, actitudes destructivas y a decisiones equivocadas que traigan consecuencias irreversibles.

En un medio tan hostil como el de las grandes ciudades, donde reinan constantemente el caos y la presión ante las actividades cotidianas que por lo general nos mantienen en constante estrés al estar actuando siempre contra reloj, acelerados y corriendo de un lado a otro con el pensamiento sumergido en los diferentes ocupaciones que día a día debemos cumplir, las constantes discusiones en las relaciones laborales, el tráfico que en ocasiones se vuelve insoportable, empujones, sobresaltos, accidentes y el incesante agobio al cuál somos sometidos por lo medios de comunicación masiva con fines de inducción y comerciales, las constantes discusiones y peleas en el medio familiar y muchas cosas más en que estamos envueltos en la cotidianeidad del trajín de la vida, y que más de una vez ante este oleaje de estrés hemos perdido la calma, y al no descargar estas presiones que se nos acumulan en el día, nos va contaminando nuestra capacidad de tolerancia, explotando muchas veces en actitudes irreflexivas y viscerales sin razón de por medio y con las emociones fuera de control, quedando sólo al final de día una sensación de hartazgo que nos impide el convivir armónicamente con la familia y en muchos casos terminar tan agobiados que no podamos conciliar fácilmente el sueño, y que al día siguiente comencemos con una actitud de somnolencia y desgana, lo cuál provoca que no disfrutemos plenamente cada momento, hasta desembocar progresivamente en enfermedades crónicas a nivel emocional y mental.

La solución no es de ninguna manera huir del medio social y laboral, aún en la presión a la cuál estamos sometidos debemos desarrollar la actitud y serenidad necesaria para transformar nuestro entorno, y que no el entorno nos transforme y contamine. Hay por supuesto acciones estresantes y desalentadoras a todo momento, y no por ello debemos perder el control, por naturaleza el ser humano es gobernado por sus instintos primitivos como un mecanismo de defensa ante situaciones de agresión o riesgo, e incluso nos han influenciado sobremanera que mucha de nuestra personalidad esta regida por aspectos astrológicos y ante eso nos atribuyen características específicas en relación sobre todo al carácter de cada individuo regido por su signo astrológico, quizás existirán ciertas ¨coincidencias¨ y no por ello debemos asumir que estemos gobernados por ello, como seres pensantes y en proceso de evolución debemos tener la capacidad de no dejarnos inducir por estos clichés, y si a eso le aunamos todo el bombardeo a que estamos sometidos en nuestras relaciones de convivencia, ya sea familiar, escolar, laboral y social; se van alojando en nuestro pensamiento y estado de ánimo, acumulándose gradualmente hasta generarse una bomba de tiempo, terminando por explosionar y devastar nuestro equilibrio y armonía.

Como también es inevitable el que estemos ante el constante acecho de personas sin remordimientos y que no soportan el que una persona en especial sobresalga o sea el centro de atención en cierta organización y grupo ya sea laboral, social o recreativo, creyendo demeritar las cualidades únicas de una persona en particular, y que ante su ¨imposibilidad¨ para ¨superar¨ su complejo de inferioridad, ataque mediante rumores infundados, envidias, sin ética de por medio e incluso ocultándose sin dar la cara, ni mucho menos enfrentarse a cuya persona de la cuál se siente ¨amenazada¨, generando un ambiente hostil en el medio; cuando en el interior de esa persona sólo reina el hartazgo, la desaprobación a su propia persona, la falta de capacidad para valorarse a sí misma, lo cuál la lleva a desarrollar una personalidad egocéntrica y soberbia, personas que siempre insatisfechas consigo mismas, no suficiente con sentirse ¨miserables¨ ellas mismas anhelan a todo momento hacer ¨miserables¨ a quienes considera ¨superiores¨ a ella, generándole no sólo frustración y decepción individual sino aislamiento permanente provocado por esa baja autoestima, que en lugar de aceptar su realidad actual y como punto de partida comenzar a superarse y proyectarse como un ser individual con la suficiente capacidad para salir adelante, y sin embargo, un modo de evadirse a sí misma es proyectar todos sus ¨males¨ hacia los demás.

El ser sereno implica como punto de partida el conocerse a uno mismo, conocimiento interno de lo que siente y percibe de sí mismo, cada ser humano lleva en su interior esa chispa especial que lo hace único con todas las facultades necesarias para hacer de la vida algo especial y trascendente, la serenidad se desprende de la sabiduría, la cuál es el vivir acorde con lo que el ser humano anhela proyectar de sí mismo, sentirse satisfecho con lo que es y motivado con aquello que desea ser, no sentirse por debajo ni por encima de los demás, ni mucho menos amenazado por aquel que sobresale. No tenemos la necesidad de ser hipócritas y soberbios, eso sólo nos evidencia, no ante los demás, sino ante nosotros mismos, el menospreciar o menoscabar a alguien, sólo proyecta nuestra miseria y vacío interior y el envidiar cualesquiera que sea la ¨justificación¨ o ¨razón¨, es aceptar que valemos poco o nada como personas. La serenidad es la certeza plena de conocimiento propio, de sabernos valiosos, especiales, únicos, de buscar la libertad interior, que implica el alimentar la autoestima y seguridad en uno mismo constantemente, es aceptar que nuestra misión en la vida es realizar aquello que nos haga sentir plenos, aquello que por diversas razones reprimimos, por el temor a las críticas y a las envidias, el apegarnos demasiado a estas circunstancias nos hace sentirnos inseguros y agobiados, y por ende no desarrollamos la capacidad de mantenernos en equilibrio y armonía, es importante sabernos autosuficientes para andar por la vida con la autoestima en alto, de obtener un sentido de pertenencia individual y no colectivo, que implique el no compararse ni competir contra nadie, la única competencia y comparación estriba en el deseo de superar nuestros prejuicios y temores, que en medio de todo ese caos en nuestro centro se encuentra el equilibrio, la paz y la serenidad de sabernos importantes y sobre todo humildes ante los demás, en la humildad se genera la grandeza, porque ser humildes es dejar de proyectar nuestra superación al exterior.

Serenidad es estar serenos, tranquilos, relajados, con la autoestima y seguridad en alto, autocontrol mental y emocional, imperturbables ante cualquier tipo de ataque hacia nuestra individualidad por personas que carecen de actitud positiva ante los retos de la vida, que sólo alimentan la soberbia y la envidia como motor para evadir su propia responsabilidad. La serenidad se logra cuando ante el caos mental mantenemos nuestro cuerpo relajado y tranquilo; y ante el caos físico, que nuestra mente descanse en un remanso sereno y alerta. Si recibimos un ataque de cualquier índole, ya sea a través de acusaciones sin fundamento, hipocresías, rumores, envidias, provocaciones directas e indirectas en el medio en que nos desenvolvemos; no sentirnos mal por ello, todo lo contrario, si nuestro actuar es acorde a lo que dicta nuestro corazón, asumir esas actitudes como lo que son, carentes de toda importancia y que no deben ocupar el mínimo espacio en nuestra autoestima y pensamiento, eliminar toda esa basura que nos arrojan para contaminar nuestro interior, evadir en lo posible ese tipo de personas que transitan por la vida con una doble moral, no importa cuanto seamos provocados, debemos asumir una actitud imperturbable y tolerante, si estamos plenamente seguros de lo que somos y hacemos, no tenemos ninguna necesidad de demostrarle a los demás lo que ya sabemos de nosotros mismos. Debemos actuar como el ojo de un huracán, ante el caos de la devastación a nuestro alrededor mantenernos centrados y serenos, con la confianza plena y absoluta de nuestras potencialidades, actuando de esta forma a todo momento en cualquier circunstancia ya sea de tipo personal, familiar, profesional, laboral o social y de esta forma nos sorprenderemos de los resultados de mantener por sobre todas las cosas una actitud positiva y creativa ante la vida, esto es conocimiento puro de cómo reaccionamos ante los constante retos que la vida y que sin duda nos proporcionarán siempre un valiosísimo aprendizaje de como hemos evoluciona o involucionado, la actitud hará siempre la diferencia para el camino hacia la sabiduría.