viernes, julio 03, 2009

La Flor de la Esperanza

“Un hombre caminaba por el campo y encontró una piedra que le llamó la atención. Sus colores eran demasiado brillantes. “Ha de ser falsa”, pensó. “Es demasiado bella para ser verdad”. Y la tiró.

Continuó su camino, pero nunca olvidó la piedra ni los colores de esa piedra.

Años después, ese hombre fue a visitar a un amigo cercano a quien la fortuna había sonreído abundantemente. El amigo, sin embargo, se acercaba ya a sus últimos días de vida. Postrado en la cama, el amigo recibió a este hombre quien sin poder aguantarse le preguntó: “amigo, estás a punto de morir y desearía que no te fueras a la muerte sin decirme algo que me tiene curioso desde hace años. Dime, ¿cómo es que hiciste tu fortuna?”

El amigo moribundo le contestó: “Ciertamente me queda poco tiempo de vida, así que también creo que eres la mejor persona a quién se lo puedo contar. En cierta ocasión, caminando por el campo, encontré un hermosa piedra de colores tan extraordinarios que parecía falsa. Resultó que esa piedra era una rara especie de diamante valorado en varios millones de dólares”.

El amigo que estaba escuchando, sintió de repente una sensación de molestia y enojo consigo mismo porque en ese instante supo que esa era la hermosa piedra que él había declarado como falsa y que, por su prisa e insensatez, había dejado abandonada.

Disgustado de manera evidente, le dijo a su amigo: “Tú tomaste la piedra, y esa piedra te dio toda tu fortuna. Dios mío, no lo puedo creer. Yo la vi primero y la dejé pasar porque creí que era falsa. Qué estúpido de mí. Viviré angustiado y en remordimiento el resto de mi vida”.


Sorprendido, el moribundo le contestó: “Pues vivirás así porque quieres” le dijo. Yo también creí que era falsa y la dejé también en donde estaba, más adelante me enteré que alguien la encontró, la valoró y se hizo inmensamente rico.

Desde entonces supe y, ahora lo sé con más convicción que nunca, que las oportunidades están debajo de nuestras narices, en cualquier lugar y en cualquier momento. Aprendí la lección y desde entonces aproveché al máximo todas las oportunidades que la vida me dio y por eso hice una gran fortuna”.

”A ti amigo, te pido que aproveches la lección que esa piedra me enseñó”. Y al decir esto, cerró los ojos y murió tranquilamente, sabiendo que había plantado una hermosa y rara flor en el corazón de otro hombre, la flor de la esperanza”.

“El éxito de cada uno de nosotros está basado en la práctica de insistir, persistir y no desistir”

Reflexión:

Las oportunidades son muy escasas o múltiples en la medida en que nuestro entendimiento y claridad de pensamiento nos permita captarlas y aprovecharlas al máximo para obtener un beneficio desinteresado e inmaterial. Cada una de estas oportunidades son como piedras preciosas que abundan por doquier en nuestro recorrido por la vida, algunas serán falsas, con deslumbrantes matices y destellos en su apariencia externa y por dentro vacías sin contenido valioso alguno; y por otro lado otras que en su conformación exterior suelen ser poco vistosas o atractivas y sin embargo, en su interior ocultan una extraordinaria belleza en cualidades y virtudes. La vida por tanto suele ser un juego de azar, porque en la mayor parte pasaremos indiferentes e ignorantes frente a estas oportunidades por nuestra falta de percepción y atención sobre lo dinámico y cambiante que es nuestro universo. Cada una de estas piedras asemejan a aquellas oportunidades que nos hacen crecer y madurar, dándole mayor importancia por la influencia del medio a lo material, que es necesario para nuestra supervivencia y tranquilidad económica, en otras a oportunidades laborales, con la aspiración constante por obtener un mejor status socioeconómico, otras que consideramos producto de la ¨suerte¨ aquellas que sin buscarlo necesariamente, aparecen y nos cambian la vida por completo. Y sin embargo, detrás de todo este mundo de matices materiales que sucede en las relaciones humanas?, lo cuál es parte de nuestro equilibrio psicológico y emocional.

Cada Diamante ya sea en bruto o pulido representan a su vez aquellas personas que interactúan en nuestro medio a lo largo de nuestra existencia terrenal y que encontramos en los diferentes estados de convivencia desde desagradables hasta fascinantes experiencias, y en esta dualidad estamos sumergidos y expuestos a toda clase de emociones y sufrimientos, lo cuál le proporcionan ese sabor especial a la vida y que es necesario para nuestro desarrollo individual, esperanzados en hallar a aquella persona especial que nos desarrolle un sentido real de vivencia a nuestro destino; anhelamos hallar el sentido real de la Amistad y por consiguiente del verdadero Amor. Por lo que una verdadera Amistad la conceptuamos como una piedra preciosa muy rara de hallar entre las innumerables piedras falsas que abundan por doquier; este tipo de Amistad surge de la espontaneidad y de circunstancias inesperadas, y que se desarrolla y alimenta de los lazos afectivos en relación a coincidencias y gustos primarios, identificándose instantáneamente a lo que consideramos ¨química¨ que es un sentimiento muy sutil de atracción por similitud de caracteres, más psíquicos que físicos, y que se materializa en forma inquebrantable y resistente y que en ocasiones es necesario que sea su conformación elástica, y que en la convivencia se consolida hasta el grado en que los lazos afectivos son reales y auténticos, y que trasciende con tal intensidad que se desarrolla en una particular forma de Amor, y es cuando la Amistad ha trascendido. Y así como se intensifica también suele ser muy frágil y quebrantable ante las circunstancias más inesperadas y absurdas, producto desde un malentendido, un error involuntario, o una acción inconsciente o hasta con un motivo sincero con el fin de alimentar la relación de Amistad, ésta sea malinterpretada por la confusión del momento y por tanto sometido a un injusto y doloroso juicio que desemboca en sorpresa y desconcierto, generando desánimo y desilusión, sobre todo cuando ha sido producto de una acción con un propósito genuino y desinteresado. Ante esta situación nos vemos enfrascados en un dilema. Qué hacer ante la inesperada reacción?.

En primera instancia, nuestra primera reacción es producto de nuestro instinto visceral y en ocasiones irracional y hasta emotivo, nos embarga la confusión y la tristeza, sobre todo cuando nuestras expectativas hacia esa persona que consideramos especial eran genuinas en términos exclusivos de Amistad, nuestra acción inmediata es buscar aclarar el malentendido para evitar un definitivo rompimiento. ¿Pero que sucede cuando éste comportamiento es constante, cuando percibimos que la persona siempre está a la defensiva?, será que ha llegado el momento de alejarse ante la reiterativa postura?, por un lado, ante esta perspectiva suele ser una acción sana el alejarse para revalorar y comprobar si la relación de Amistad fue genuina o sólo circunstancial. El tiempo llegará a curar y sanar las heridas o simplemente a terminar por extinguir el efímero lazo que pensábamos habíamos creado, sólo quedará el hermoso recuerdo de aquello especial que nos entregó esa relación de Amistad. Si la semilla que sembramos en el corazón de es persona fue consistente y auténtica, la vida repentinamente suele sorprendernos al germinar sorpresivamente, cuando sentíamos que la relación había quedado en el olvido, y de la ¨nada¨ esa Amistad emerge nuevamente al escenario de nuestra vida; en ese momento se comprueba que la Amistad ha trascendido al umbral del Amor y cuya persona es una piedra preciosa invaluable y auténtica, y que en su esencia generará grandes riquezas en lo afectivo y personal. Esta es la verdadera Amistad, aquella que supera todo tipo de obstáculos producto de malinterpretaciones o malentendidos, aquella que su fortaleza la basa en el Amor incondicional, que enlaza a dos seres, y lazo los hace indestructibles y perdurables, trascendiendo incluso de por vida.

Y por el contrario, cuando el Amor genuino no surge del interior, nuestras acciones y juicios prematuros, nos fragilizan el corazón que cualquier circunstancia ¨agresiva¨ nos precipita a reaccionar siempre a la defensiva y por lo general injustificadamente al emitir un juicio que es reforzado con nuestras experiencias desagradables y dolorosas del pasado, y que nos desarrolla un sentimiento de indiferencia y frialdad ante cualquier circunstancia similar o parecida experimentada en el pasado, prejuzgando sin un fundamento real y reactivo en la convivencia de nuestras relaciones humanas, y por lo tanto nuestra conciencia se contamina y confunde a lo largo de nuestra vida, generándonos un sentimiento de temor y desasosiego permanente, buscando compensarlo con el aislamiento y la autodestrucción individual, en apariencia nos mostramos sociables y afectivos en la convivencia, e incluso nos ¨preocupamos¨ en exceso por el bienestar de nuestro prójimo, en una clara muestra de compensación por este vacío interno y de una individualidad cargada de prejuicios, y cuando avizoramos un acercamiento, de inmediato anteponemos barreras ante las personas que juzgamos potencialmente ¨agresores¨ y que asociamos con nuestras experiencias pasadas, las cuáles no han sido del todo superadas, es necesario realizar una introspección para hallar ese punto de reconciliación con el pasado y nuestro actuar presente, el compensar un vacío con algo externo sólo ahonda cada vez más ese sentimiento de insatisfacción y dolor emocional que nos hace reaccionar ante el mundo a la defensiva; la hechura interna del ser humano es única e irrepetible, más no generalizada, por tanto el generalizar una experiencia e imponérsela a otro ser humano es injusto e infundado; el pasado no se mezcla con el presente; el pasado sólo es producto del desdoblamiento de nuestros instantes presentes, y el presente en sí es la creación del aquí y del ahora y por lo tanto único e irrepetible, cómo única e irrepetible debe ser nuestra vida la cuál la creamos en el aquí y en el ahora, más no en el remordimiento y nostalgia del pasado, ni en la angustia e incertidumbre del futuro.

No basta con decir que valoramos a una persona!, no basta con decir que nos preocupamos por su bienestar!, no basta con decir que le brindamos nuestra Amistad y apoyo!, no basta con simplemente decirlo!, porque las palabras no bastan para la auténtica Amistad!. El Amor genuino no surge tan sólo de las palabras, surge del corazón, de alimentar y cultivar constantemente ese sentimiento el cuál se origina de las acciones basadas en la tolerancia, el respeto a la individualidad, en la capacidad de perdonar y sobre todo en el compromiso permanente de apoyo incondicional sin esperar algo a cambio, porque de otra forma, nuestra percepción de la vida siempre será ficticia e irreal, y lo que consideremos real será falso y sin valor, porque nuestra percepción de la vida sólo será superficial y aparente, y lo que es una potencial piedra preciosa, perderemos quizás sino una más, la única oportunidad de la vida para experimentar el Amor verdadero y por ende perder una oportunidad más para descubrir y experimentar nuestra auténtica y anhelante capacidad de Amar.

Lo mismo sucede en la relación de pareja, cuando la vida nos otorga la invaluable oportunidad de hallar nuestra piedra preciosa con todos sus matices multicolores de cualidades, que resulta ser no sólo nuestro complemento, sino a la que consideramos nuestra pareja ideal, a la que convencidos por ese omnipotente sentimiento de Amor; le consagramos nuestra vida entera, y ese Amor nace precisamente de una Amistad ya consolidada, cuando el Amor y la Amistad se funden en un solo sentimiento, cuando los caracteres individuales y formas de pensar se atraen entre sí formando un fuerte lazo de entendimiento y atracción mutua a nivel físico, afectivo y psíquico, es decir del alma, nuestra esencia interior, cuando ambos entes en su unidad interior se reconocen como uno sólo, a la que consideramos por igual nuestra alma gemela; porque para aspirar a ser una verdadera pareja, primero se debe ser amiga(o), ya que la Amistad representa lealtad, fidelidad, cuidado, preocupación activa, confidencialidad, apoyo incondicional, y sobre todo conciliación y reconciliación ante las diferencias para llegar a acuerdos mutuos; ese diamante que es nuestra pareja requiere pulirse cada día, con esos detalles, para verdaderamente llegar a trascender del plano físico al espiritual y evitar que se opaque con nuestro abandono e indiferencia a la pareja. El Amor de pareja representa ante todo libertad de ser, es decir, respeto a su individualidad, a las expectativas particulares y propias para su óptimo desarrollo y consolidación personal, respeto a su espacio y sus decisiones íntimas. El Amor no es sometimiento!, no es condicionamiento!, no debe generar un sentimiento de temor permanente!, no es conveniencia material o económica y por lo tanto no es dependencia!, no es apariencia física, no es violencia en ninguna de sus manifestaciones; el Amor de pareja es el reflejo de lo que internamente anhelamos de nosotros mismos, y si anhelamos Amor y libertad de ser, eso es lo que debemos entregarle a la pareja.

Para que esta base de Amor genuino se transforme en esperanza a alcanzar, debe trascender a su vez hacia los hijos que son el producto del Amor, para que en la comprensión real de lo que representa el Amor y la Amistad, sean los pilares fundamentales con los cuáles se desarrollen los hijos, con los mismos valores éticos y morales que son el respeto, la tolerancia, la comprensión y el apoyo mutuo entre hermanos, desarrollando un sentido de pertenencia hacia su propia individualidad, ante los múltiples condicionamientos, influencias y agresiones del mundo exterior. Con una genuina y bien cimentada individualidad basada en el Amor, comprensión y cuidado de los padres en las diferentes etapas de crecimiento de los hijos, su base será tan sólida que su crecimiento será potencialmente estable y firme; y de lo que en un inicio son pequeñas piedras son conformación exterior, aspirarán a ser perfectos diamantes que brillarán con su propia luz interior, con una esencia inquebrantable y resistente ante las vicisitudes e imprevistos de la vida.

La Amistad nace del Amor y el Amor se genera en nuestro interior, no a través de otro ser humano, porque eso evidencia carencia y vacío interno, y ese vacío es producto del abandono propio y de la ignorancia de nuestras potencialidades innatas. El Amor es conocimiento pleno de lo que somos, y en esa plenitud descubriremos la libertad de ser, y en esa liberación se genera el autocontrol y el equilibrio, y en esa estabilidad surge la espontaneidad, la alegría por vivir y la fortaleza para consolidar nuestra individualidad, y en el descubrimiento de nuestra esencia que es la certeza de lo que somos y del propósito por el cuál existimos, emerge la capacidad de crear, no de almacenar; crear nuestra vida a cada instante en el momento presente, eso nos hace espontáneos y creativos ante la vida; más no un almacén de recuerdos y vivencias del pasado que sólo nos condiciona y autodestruye, desarrollándonos una personalidad prejuiciosa por encima de la individualidad, no sólo ante las personas, sino ante nosotros mismos; dejamos de ser auténticos y nos transformamos en personas reactivas, violentas y a la defensiva; no por el temor hacia los demás, sino por el temor de nuestras propias reacciones, por la incapacidad para valorarnos y amarnos como seres humanos desde la esencia, en la individualidad que permanece reprimida, sojuzgada y sometida por las múltiples máscaras de la personalidad, producto de las apariencias inducidos por el que dirán y por el apego excesivo hacia el materialismo.

El genuino Amor carece de valor material, pero abunda de valor espiritual, y para que abunde debe comenzar por reconocerlo como parte intrínseca de nuestra esencia, y para liberarlo debemos comenzar por ser libres, independientes en pensamiento y acción; libres de prejuicios; libres de influencias; libres de apariencias ficticias; libres para demostrar coherencia entre nuestro decir y actuar; liberarnos del temor a enfrentar la vida para descubrir la abundancia de diamantes que se cruzan en nuestro camino; a despertar de nuestro letargo que opaca nuestra luz interior; a crear nuestra propia vida a cada instante, en cada amanecer y dejar de estar constantemente a la defensiva; libres para permitirnos otorgarnos una nueva oportunidad para amar, para entregar nuestra Amistad sin espera de retribuciones materiales o reconocimientos sólo para alimentar nuestro ego; para perdonar, para ser tolerantes, y sobre todo para demostrar con hechos más no con palabras lo que es entregar Amistad y Amor!.