viernes, julio 03, 2009

Dejando al Ego de lado

Cuentan que un hombre llegó a la conclusión de que vivía muy condicionado tanto por los halagos y aceptación de los demás, como por sus críticas o rechazo.

Dispuesto a afrontar la situación, visitó a un sabio. Éste, oída la situación, le dijo:

“Vas a hacer, sin formular preguntas, exactamente lo que te ordene. Ahora mismo irás al cementerio y pasarás varias horas vertiendo halagos a los muertos; después vuelve”.

El hombre obedeció y se fue al cementerio donde llevó a cabo lo ordenado. Cuando regresó, el sabio le pregunto:

“¿Qué te han contestado los muertos?”

“Nada, señor; ¿cómo van a responder si están muertos?”

“Pues ahora regresarás al cementerio de nuevo e insultarás gravemente a los muertos durante horas”.

Cumplida la orden, volvió ante el sabio, que lo interrogó:

“¿Qué te han contestado los muertos ahora?”

“Tampoco han contestado en esta ocasión, ¿cómo podrían hacerlo?, ¡están muertos!

“Como esos muertos has de ser tú. Si no hay nadie que reciba los halagos o los insultos, ¿cómo podrían éstos afectarte?”

Reflexión:

El Ego es el sentimiento de individualidad, es el reflejo del ser real que mora en nosotros, es nuestra parte consciente, nuestra esencia real. Cuando la mente está libre de agitaciones, integrada en sí misma se experimenta la sensación pura de ser uno mismo: la individualidad. Y si el Ego es un sentimiento de individualidad en que momento se transforma en una personalidad inconsciente, es decir en una máscara exterior que anteponemos a nuestra auténtica esencia?, en que momento de la vida sufrimos esa ¨contaminación¨?, y en que momento se produce la transición de la individualidad a la personalidad ilusoria?, es posible eliminar el Ego?. Cuando estamos exageradamente identificados con nuestro Ego, es como si adquiriéramos algo ajeno a nosotros, como una vestimenta exterior, como un papel representado, llegándose incluso a perder la consciencia de nuestro verdadero ser o naturaleza humana innata, e incluso con este pensamiento exacerbado del Ego, puede ser un impedimento para el desarrollo y evolución personal y que representa un freno en la senda de la evolución y dicha interna. Cuando el Ego está sobredimensionado o contaminado por la ilusión de la personalidad, se convierte en fuente de gran ignorancia, la persona se torna voraz, arrogante, soberbia, Ego-ísta, Ego-céntrica y Egó-latra, en ese momento hemos colocado la máscara ilusoria de la personalidad por encima de nuestra esencia real, la individualidad, es decir nuestra parte inconsciente sobre la consciente, lo irreal sobre lo real, lo exterior sobre lo interior y lo falso sobre lo verdadero.

El Ego se constituye en base a su identificación, producto de los condicionamientos en la familia y el entorno social, el alimento del cuál se sirve es falso y en casi todo, ajeno a nosotros con una visión equivocada de las cosas, nos extravía en lo ilusorio y lo trivial, desatendiendo lo esencial, gusta de acumular, de coleccionar, de poseer y de diferenciarse de los demás. Por lo que el Ego está apuntalado por las impresiones subconscientes y el cúmulo de información que acarreamos en nuestro diario vivir que son las impresiones subliminales a las que estamos sujetos en los medios externos, y de comunicación masiva que nos controlan desde el trasfondo de la mente, para fines de inducción y manipulación, por lo que nuestro subconsciente es el almacén de todo cuanto recibimos del exterior, cuando las percepciones escapan a nuestra introspección sin una plena conciencia, cuando la conciencia es ese sentimiento interno en el cuál apreciamos nuestras acciones de lo que percibimos; y que nuestra falta de percepción deriva posteriormente en acciones inconscientes o reflejas, cuando perdemos la facultad de darnos cuenta de los estímulos exteriores, cuando hay ausencia de juicio, cuando no hay conciencia de nuestros actos y reacciones, en estos tres estados de la mente queda atrapado el Ego.

El Ego-ísmo se produce cuando hay un exagerado amor a sí mismo, que hace pensar sólo en el interés personal, olvidándose por completo de los demás, el Egoísmo deriva de un pensamiento narcicista, que es un amor excesivo por uno mismo, esto es producto en mayor medida de una deficiente autoestima y desconocimiento de su propio ser, y ante esta baja autoestima e inseguridad hay un aferramiento obsesivo por lo material. La persona egoísta está centrado en si misma y vive en un mundo cerrado, este tipo de conducta es diferente al amor propio porque el egoísta no siente amor hacia su persona sino desprecio de sí mismo y quiere todo para él porque se siente vacío e insatisfecho utilizando a los demás para su propio beneficio, manipulándolos como objetos, y este odio hacia si mismo se proyecta con agresividad y violencia.

El Ego-centrismo es incapaz de mirar realmente a los demás de otra forma que no sea la de poder utilizar su propio interés, es cuando hay tendencia a considerarse el centro del ¨universo¨, está centrado en sí mismo, considera sus propias opiniones e intereses como los más importantes, y también se encierra en sí mismo, es el aferrarse obsesivamente en ¨competir¨ permanentemente para reafirmarse a todo momento, es anhelar ser el más importante por encima de los demás, el centro de la atención, ante una autoestima pobre e incipiente, por lo que este tipo de personas necesitan del alimento externo, de las opiniones, necesita ser reconocido, vitoreado, aplaudido, para experimentar ¨su poder¨, por lo cuál hay dependencia exterior, mas no independencia individual.

La Ego-latría es cuando nos rendimos culto a nosotros mismos, cuando nos consideramos como ¨Dioses¨, es un visión distorsionada de la realidad que nos lleva a creer que los demás están obligados a queremos, a ayudarnos y a demostramos generosamente su cariño; es pensar que el mundo no podría arreglárselas sin nosotros; que todo cuánto suceda a nuestro alrededor requiere de nuestro protagonismo, que los hechos no son importantes en sí mismo si nosotros no participamos en ellos. Es un inseguridad no admitida, es no saber escuchar, o es aceptar a esa otra persona en tanto nos proporcione satisfacciones y halagos permanentes, también es un sentimiento de dependencia, de un pleno desconocimiento de lo que somos, lo cuál nos precipita hacia el aislamiento.

Ante estos fenómenos psicológicos en que nos vemos envueltos a lo largo de nuestra existencia, el Ego juega un papel importante en nuestro desempeño individual y en la relación con las personas en la sociedad en que nos desenvolvemos, el no saberlo controlar y dejarnos arrastrar por las tentaciones exteriores caemos fácilmente en sus redes destructivas, que nos impiden el desarrollar nuestra individualidad en una forma natural y armónica. Es realmente complejo el poder controlarlo ante el mar interminable influencias que existen en nuestro medio y en la que nos vemos sometidos en la convivencia, el Ego no se puede eliminar ya que forma parte de nuestra esencia, es la materia prima de nuestra individualidad, el cómo lo encauzamos depende en gran medida del tipo de mentalidad que poseamos y de la claridad de pensamiento que desarrollemos en base a un correcto discernimiento y de una lucidez mental objetiva y clara, lo cuál es complejo debido a las innumerables tentaciones a las que estamos expuestos, ya que el Ego lo llegamos a confundir con amor propio, porque este amor lo asociamos con el respeto por uno mismo, y eso conlleva una alta autoestima y un conocimiento muy claro de lo que somos y anhelamos en pos de nuestra realización personal, y si el Ego es parte de nuestra conformación interna, no podemos desprendernos de él, ya que el Ego en si mismo es parte fundamental para el autoconocimiento y por ende para desarrollar el amor en uno mismo.

El problema radica que cuando ese amor propio lo confundimos a tal grado que nos encerramos en nuestro mundo interno con pensamientos egoístas, egocéntricos y ególatras que son actitudes totalmente destructivas y dañinas que contaminan nuestra individualidad, provocando insatisfacción permanente y vacío interno, y cuyo sentimiento nos genera inseguridad para poder desenvolvernos libremente en la sociedad, provocando con esta situación que recurramos a enmascararnos en la ilusión de la personalidad, que es el medio para poder defendernos ante las múltiples ¨agresiones¨ externas en que nos vemos envueltos día con día, si bien la personalidad es un conjunto de características físicas, sociales y genéticas que determinan a un individuo y lo hacen único, el problema radica cuando estas características innatas y únicas de cada ser humano se van distorsionando debido a nuestro propio desconocimiento, y ello conlleva a generarnos no sólo inseguridad sino que nos hace maleables e influenciables ante las múltiples presiones de tipo social y estético, alejándonos gradualmente de aquello que nos pertenece por ese deseo casi inconsciente por pertenecer a algo o a alguien para ser reconocidos y no ¨sufrir¨ del aislamiento y el rechazo, cuando en realidad la verdadera personalidad es la evolución de la individualidad, es decir cuando se potencializan nuestras virtudes, que es aquello que por naturaleza nos hace creativos y especiales entre los iguales.

Por lo tanto el Ego y la individualidad se complementan entre sí y son parte de un mismo sentido de ser y que en su evolución nos va desarrollando aquellas características que son nuestros sentimientos y pensamientos ligados a un comportamiento determinado, lo cuál se le atribuye el concepto de personalidad; por un lado se encuentra la personalidad consciente, la cuál es ese real sentimiento de pertenencia individual y de un Ego controlado y equilibrado, desde esa perspectiva se generará en nuestro interior la fortaleza y el temple para resistir todo tipo de influencias y agresiones provenientes del mundo exterior, en ese autoconocimiento y el amor propio, el ego nunca se separa de la individualidad, nuestra esencia no sólo se mantiene intacta sino que se va potencializando y evolucionando de tal forma que nuestra conciencia se libera, percibiendo aquello que se encuentra oculto en nuestra naturaleza y que nos hace vivir el momento con gran espontaneidad y coherencia en nuestro pensar y actuar, no hay miedo a mostrarnos al mundo como lo que realmente somos y percibimos de nuestra individualidad, vivimos acorde a nuestros sentimientos y anhelos, se forma una inquebrantable e impenetrable fortaleza ante cualquier circunstancia que nos pudiese deformar o desorientar en nuestra evolución interior y por lo tanto careceremos de prejuicios y miedos, no estaremos condicionados a la opinión o halagos, así como a las críticas o a los rechazos. Lo único trascendental será el crecer y evolucionar tanto como nosotros deseemos sin dependencias ni condicionamientos externos, sin influencias subconscientes ni apegos excesivos, estaremos en el camino de la libertad de Ser.

Si por el contrario desarrollamos una personalidad inconsciente, es cuando la individualidad y el Ego se desprenden, alejándose entre sí y por tanto, deformando o creando una máscara virtual de lo que pudiera ser la real individualidad, ya no hay espontaneidad y autenticidad en nuestros actos, comienza a desarrollarse un sentimiento de apego excesivo cuando experimentamos ese repentino y gradual desprendimiento de nuestro ser, se genera una sensación de vacío e insatisfacción permanentes, lo cuál nos hace apegarnos a lo ilusorio, a desarrollar máscaras que nos ¨ayuden¨ a desenvolvernos en nuestro medio social, adquiriendo múltiples facetas acordes a la situación del momento, y que con el tiempo vamos desarrollando la ¨costumbre¨ de utilizarlas cada vez con mayor frecuencia, y sin que conscientemente nos percatemos ya habremos deformado totalmente nuestra esencia, nuestra individualidad y con ello el ego se descontrola y se posesiona de nuestro pensamiento, y creando mayor dependencia ante lo externo, se necesita el alimento de las opiniones, de los reconocimientos, surge la necesidad reafirmarnos ante los demás y por encima de los demás para alimentar ese repentino estado de vacío e insatisfacción interior, adquirimos todo tipo de personalidades para enmascarar aquello que nos hace sentir vulnerables y frágiles, desarrollando lo opuesto de lo que realmente somos, originando con ello frustración, depresión y dolor emocional permanente, y por ende generando las múltiples manifestaciones del Ego: el Egoísmo, el Egocentrismo y la Egolatría.

El verdadero desarrollo de la persona que es la evolución de la individualidad no sobrevendrá hasta que no controlemos nuestro Ego, junto con las intensas inclinaciones a que nos somete por las circunstancias externas; cuando seamos conscientes del gran daño que nos provocamos al aferrarnos a las opiniones ajenas, a la dependencia moral del medio social, al prejuzgar y etiquetar a las personas sin un conocimiento pleno de su individualidad, al encerrarnos en nuestros pensamientos obsesivos y destructivos, a culpar a medios externos por nuestras maledicencias y experiencias desagradables, a actuar conforme a las reglas establecidas perdiendo la espontaneidad y la capacidad creativa, a ser ignorantes de nosotros mismos, a no aceptar que poseemos toda clase de virtudes en espera de ser explotadas en bien de nuestra evolución individual, y en ese conocimiento revelado interior compartirlo con aquellos seres que se crucen en nuestro camino, el forjar un liderazgo auténtico, no como medio de manipulación sino como un medio de trascendencia compartiendo sabiduría y transformando para bien a las personas que estén ansiosas de superarse; el compartir saber que es vivencia plena, nos genera evolución individual constante y satisfacción espiritual permanente. La evolución es integral ya que el Ego debe ser un instrumento de la persona, pero no el dueño de ésta.