miércoles, mayo 21, 2008

La Escalera

Un carpintero se puso un día a construir una escalera. Pasó un vecino, vio lo que estaba haciendo y le dijo:
Si me regalas un pequeño pedazo, a mí me servirá mucho y a tu obra casi no le perjudicará, ¿podrías regalarme un tramo de tu escalera? El carpintero se rascó la cabeza y se lo dió. El vecino se lo agradeció y se fue contento.
Después vino otra persona y le explicó que, permitiéndole usar unos peldaños, trabajaría y alimentaría a sus hijos. El carpintero accedió y le regaló unos peldaños.
El hombre se retiró contento y agradecido.
El carpintero continuó trabajando en su obra. Pasó por allí una pobre mujer y le pidió que le regalara un pedazo de madera, ya que era urgente arreglar una pared de su casa por la que se colaba el viento.
El carpintero accedió. La mujer se alejó contenta y agradecida.
Vinieron muchos más y el carpintero seguía accediendo.
El invierno era duro, la miseria muy grande y el carpintero daba a todos pedazos de su escalera, aún para quemarlos como leña.
Y decía: - No comprendo, mujer.
Mi escalera es cada vez más chica y, sin embargo, ¡subo por ella al cielo!
Reflexión:
Una historia simple pero muy significativa que nos hace reflexionar sobre el valor de ayudar a los demás, lo que en un aparente sacrificio conlleva a largo plazo un sinfín de beneficios personales y en especial espirituales, debido a que la mayor parte de nuestras actividades están enfocadas en nuestros propios logros personales en pro del beneficio de nuestra familia, descuidando sin duda el entorno que nos rodea, que por obvias razones no hay una regla social que nos impulse a tenderle la mano a quien nos lo solicita, convirtiéndose solamente en un valor moral en que cada uno de nosotros deseemos ofrecer a personas ajenas a nuestro entorno familiar.
Nuestra vida la enfocamos en ir construyendo peldaño tras peldaño que nos lleve a la cima de nuestras metas personales, siendo los carpinteros de nuestra propia escalera, por lo que dependerá de la calidad del material que utilicemos para que cada peldaño sea lo suficientemente sólido, evitando con ello que este se resquebraje o se rompa precipitándonos a un abismo difícil de salir o a dar un paso hacia atrás en el cumplimiento de nuestros sueños.
La calidad de esos materiales depende en mucho de nuestras intenciones e inteligencia para que sus características sean de primera calidad, en base a perseverancia, disciplina, conocimiento y preparación, pero sobre todo una férrea e inquebrantable voluntad para levantarse de una caída ante una decisión incorrecta que haga que nuestro peldaño quede frágil y no soporte el peso de los imponderables de la vida diaria, lo cuál no representa dar un paso atrás en la construcción ascendente hacia el destino que edifiquemos, no es un retroceso, es una pequeña pausa en el tiempo, un a experiencia, una enseñanza que nos dará el conocimiento necesario para abordar nuevamente el problema y escoger ahora en base a esa enseñanza un mejor material que nos permita colocar un peldaño con mayor resistencia que nos de la seguridad de seguir construyendo nuestra escalera en forma ascendente.
Es importante comprender que gran parte de ese material para cada uno de nuestros peldaños esta en ampliar nuestros horizontes, enfocarnos en aquella o aquellas personas que nos soliciten sanamente nuestro apoyo o ayuda, evitando ser indiferentes ante la desgracia y el dolor humano, si tenemos la capacidad y los medios necesario, nos sólo económicos, sino morales, podremos quizás no resolverle su situación completamente a aquella persona en desgracia material o moral, pero si con nuestra atención, aquel ser humano se sentirá por lo menos reconfortado ante nuestro gesto, dándole esperanza de que la vida no le es indiferente, y aunque eso represente tan solo un insignificante granito de arena, es un motivante para siga luchando.
Por que la vida esta plagada de sabiduría y en algún momento nosotros necesitemos de alguien que nos tienda la mano y de igual forma agradeceremos que exista siempre alguien dispuesto a hacerlos, aunque solo sea moralmente.
A cada buena acción con honestidad e incondicionalmente nuestros peldaños serán reforzados con beneficios espirituales y la satisfacción de saber que podemos ser útiles a quien lo necesite, aun cuando tengamos que sacrificar un peldaño de nuestra escalera, la cuál será redituada en abundancia que se traduce en amistades incondicionales, en armonía y un deseo incansable por seguir viviendo en plenitud de nuestras facultades y capacidades, sobre todo con la dicha de construir una sólida escalera que nos eleve hasta lo más alto de nuestras aspiraciones.