miércoles, mayo 21, 2008

El Sabio y el Rey

¨La forma de decir las cosas puede cambiar el ánimo y disposición de quienes te escuchan.¨
Un Rey soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un Sabio para que interpretase su sueño.
- ¡Qué desgracia mi señor! - exclamó el Sabio – Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de vuestra majestad.
- ¡Qué insolencia! - gritó el Rey enfurecido - ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí! Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.
Más tarde ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al Rey con atención, le dijo:
- ¡Excelso señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes. Se iluminó el semblante del Rey con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro. Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:
- ¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer Sabio. No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro. -
Recuerda bien amigo mío - respondió el segundo Sabio - que todo depende de la forma en el decir…
Reflexión:
Uno de los grandes desafíos del ser humano es aprender a comunicarse. De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la discusión o el acuerdo. La verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, más la forma con que debe ser comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas, cuando no tenemos el tacto y la sutileza de decirla.
Por ello es importante pensar en las consecuencias en nuestra forma de expresar una idea, opinión o recomendación a un ser querido o amigo, debido a que no podemos saber en ese momento cuál es su estado de ánimo, lo que puede influir enormemente en su reacción. Si en verdad deseamos aportar algo positivo a la persona debemos analizar con cuidado la forma en que nos expresamos, para no herir su susceptibilidad, y que nuestra expresión no sea malinterpretada, ocasionando una reacción negativa, creando con ello un ambiente de tensión e incomodidad, poniendo en riesgo la relación con esa persona.
La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien la podemos herir dejando una marca temporal o permanente difícil de olvidar, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con suavidad y tacto, está no provocará ninguna huella dolorosa y será aceptada con agrado.
Cuando la persona detecta en nosotros honestidad y una verdadera preocupación por su estabilidad emocional y anímica, hablándole con el corazón sin doble moral o mala intención y con el deseo de ayudarle en su crecimiento personal, sabrá agradecernos el gesto de amistad y dependerá de ella, si esa recomendación le será de utilidad tomando lo positivo que aporte a su superación, estrechando de esta forma los lazos de unión y fraternidad.
"El Ser humano posee el don de la palabra… y cuando la emplea adecuadamente transmite mensajes que nos ayudan a ser mejores."