Las Tres Pipas
Una historia que nos invita a pensar serenamente antes que actuar impulsivamente.
Una vez un miembro de la tribu se presento furioso ante su jefe para informarle que estaba decidido a tomar venganza de un enemigo que lo había ofendido gravemente.
¡Quería ir inmediatamente y matarlo sin piedad! El jefe lo escuchó atentamente y luego le propuso que fuera a hacer lo que tenía pensado, pero antes de hacerlo, llenara su pipa de tabaco y la fumara con calma al pie del árbol sagrado del pueblo.
El hombre cargó su pipa y fue a sentarse bajo la copa del gran árbol. Tardó una hora en terminar la pipa.
Luego sacudió las cenizas y decidió volver a hablar con el jefe para decirle que lo había pensado mejor, que era excesivo matar a su enemigo pero que si le daría una paliza memorable para que nunca se olvidara de la ofensa.
Nuevamente el anciano lo escuchó y aprobó su decisión, pero le ordenó que ya que había cambiado de parecer, llenara otra vez la pipa y fuera a fumarla al mismo lugar.
También esta vez el hombre cumplió su encargo y gastó media hora meditando.
Después regresó a donde estaba el cacique y le dijo que consideraba excesivo castigar físicamente a su enemigo, pero que iría a echarle en cara su mala acción y le haría pasar vergüenza delante de todos.
Como siempre, fue escuchado con bondad pero el anciano volvió a ordenarle que repitiera su meditación como lo había hecho las veces anteriores.
El hombre algo impaciente y molesto pero ya, mucho más sereno se dirigió al árbol y allí sentado fue convirtiendo en humo, su tabaco y su resentimiento.Cuando terminó, volvió al jefe y le dijo:
"Pensándolo mejor veo que la cosa no es para tanto. Iré donde me espera mi agresor para hablar con él y estrecharnos las manos. Así recuperaré un amigo que seguramente se arrepentirá de lo que ha hecho".
El jefe le regaló dos cargas de tabaco para que fueran a fumar juntos al pie del árbol, diciéndole:
"Eso es precisamente lo que tenía que pedirte, pero no podía decírtelo yo; necesario darte tiempo para que lo descubrieras tu mismo".
Reflexión:
Cuando por alguna circunstancia o causa ajena a nuestro control, se presenta una discusión entre dos personas, producto de diferencias, envidias, chismes, mentiras o malentendidos; y en ese momento nuestra condición anímica no es la correcta, la mayoría de nuestras reacciones suelen ser viscerales, siendo estas violentas en lo verbal e incluso en lo físico, convirtiéndose en discusiones irracionales y desagradables que ponen en riesgo una relación familiar, laboral, de pareja o de amistad, quedando una sensación de rencor y resentimiento en la persona que en apariencia nos ofendió. El respeto a la integridad de una persona se basa en el respeto a su condición social, cultural, de género y formación humana, y por ende al respeto a sus ideales y creencias, por lo cuál es imperativo concederle el derecho a expresar sus ideas u opiniones, el aceptar la crítica o recomendaciones es demostrarle respeto a su libertad de expresión.
En algunas ocasiones este tipo de críticas pueden ser malintencionadas, buscando provocar un desequilibrio emocional a quién por razones equivocadas, se siente amenazado debido a su baja autoestima e inseguridad, generando con ello fuertes discusiones que terminan lastimando a ambas personas. Cuando esto sucede es importante tomar las riendas de la situación, tener serenidad y calma hasta que las emociones se equilibren. Cuando hay tormenta y caos en nuestra mente, el cuerpo debe estar relajado y controlado, y por el contrario, cuando nuestro cuerpo esta convulsionado y descontrolado, nuestra mente debe estar serena y lúcida; de esta forma evitaremos confrontaciones que conlleven consecuencias irreparables y caóticas, aún cuando la ofensa lo justifique.
El demostrar integridad y dignidad conservando un silencio respetuoso y aguardando el momento propicio para aclarar las cosas, elevará nuestra calidad moral y ética, de lo contrario si caemos en la provocación nos rebajaríamos a un nivel de pobreza moral y espiritual dando por hecho las acusaciones de las cuáles hemos sido objeto.
Sin embargo, cuando hemos sido ofendidos por un ser querido, un(a) amigo(a) o compañero(a), es importante razonar en las causas que pudieron motivar su acusación u ofensa, evitar actuar visceralmente y buscar un lugar adecuado para tranquilizarnos y aclarar nuestra mente ordenando nuestros pensamientos y poner en una balanza a que le damos mayor importancia: si a una simple ofensa o al interés por continuar fomentando y enriqueciendo esa relación; y ya controlados y tranquilos aclarar el malentendido, siendo prioridad el llevar a un buen término la situación, reforzando con ello la relación y demostrando verdadera calidad humana a quienes nos rodean.
" Para el incontrolado no hay sabiduría, ni existe el poder de la concentración para el que no tiene control; y para el que no tiene concentración no existe la paz. Y, para el que no conoce la paz, ¿Cómo puede haber felicidad?
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