miércoles, mayo 21, 2008

El Hachero Esforzado

Había una vez un hachero que se presentó a trabajar en una maderería. El sueldo era bueno y las condiciones de trabajo mejores; así que el hachero se decidió a hacer buen papel.
El primer día se presentó al capataz, quien le dio un hacha y le designó una zona. El hombre entusiasmado salió al bosque a talar.En un solo día cortó dieciocho árboles.
-Te felicito -dijo el capataz- sigue así. Animado por las palabras del capataz, el hachero se decidió a mejorar su propio desempeño al día siguiente; así que esa noche se acostó bastante temprano.
A la mañana se levantó antes que nadie y se fue al bosque.A pesar de todo el empeño, no consiguió cortar más que quince árboles.
-Me debo haber cansado -pensó y decidió acostarse con la puesta del sol. Al amanecer, se levantó decidido a batir su marca de dieciocho árboles. Sin embargo, ese día no llegó ni a la mitad. Al día siguiente fueron siete, luego cinco y el último día estuvo toda la tarde tratando de voltear su segundo árbol.
Inquieto por el pensamiento del capataz, el hachero se acercó a contarle lo que le estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se esforzaba al límite de desfallecer. El capataz le preguntó:
-¿Cuándo afilaste tu hacha la última vez? -¿Afilar? No tuve tiempo de afilar, estuve muy ocupado cortando árboles.
Reflexión:
En nuestro afán por sobresalir, nos obsesionamos por trabajar sin descanso y sin detenernos a analizar el efecto de nuestro trabajo, perdiendo de vista lo más importante, el seguir afilando nuestra hacha, prepararnos para seguir mejorando y darle mayor eficacia a nuestro desempeño cualesquiera que sea la labor que realicemos.
En ocasiones ese espíritu de lucha, nos lleva a descuidar factores esenciales que nos proporcionen mayor nivel de superación y capacidad para ser cada vez más competitivos y eficaces, al caer en una sobre confianza guiados más por los instintos que por la inteligencia y el razonamiento. Quizás al principio nuestro desempeño sea muy eficiente y sorpresivo, pero en ese exceso de confianza, nuestro pensamiento sólo esta enfocado en efectuar una actividad que suele ser deficiente al querer invertir menor cantidad de tiempo y con el mayor volumen posible, sin detenernos en los detalles y peor aún sin disfrutar nuestra labor.
Y en ese descuido no nos percatamos que nuestra ¨hacha¨ gradualmente va perdiendo su filo, haciendo cada vez más ineficaz nuestro desempeño, cayendo en la desesperación y la frustración. Lo más importante al realizar una actividad es poseer nuestra hacha muy bien afilada, es decir, mantener a todo momento el control de la situación con un máximo de concentración, siendo esmerados y minuciosos con una meta muy clara a hacia nuestro objetivo final, sin obsesionarnos por ello, llevándolo paso a paso, siendo analíticos cuando la situación lo amerite, sin presiones de tiempo, y disfrutando de la labor que realizamos, todo en su conjunto nos desarrollará una gran capacidad de eficiencia y sin duda lograremos los resultados esperados, obteniendo con ello grandes beneficios tanto en lo personal como profesional, inyectándonos autoconfianza y seguridad.
El anhelar ser perfeccionistas nos precipitará a la desesperación y obsesión, quedando siempre insatisfechos, ya que la perfección esta considerada como una meta inalcanzable e irreal, algo difícil de obtener, porque cuando hemos logrado cierto grado de ¨perfección¨ en algo que realizamos, sentimos que aún no es suficiente y queremos aún más y más, al no tener la percepción clara del término perfección, debido a que literalmente no existe un parámetro objetivo que nos defina la ¨Perfección¨, con el cuál poder compararlo.
Pero el llevar nuestra mentalidad con la tendencia a perfeccionar nuestras capacidades internas e intelectuales, nos transformará en personas muy competitivas y eficientes, desarrollando la imaginación para proyectar las metas que nos hemos propuesto, y en la intuición el camino seguro para el logro de ellas; siendo pacientes para controlar nuestras presiones y ansiedades, libres interiormente para no ser esclavos de las apariencias y el que dirán; y sobre todo amar y disfrutar todo cuánto realizamos, experimentamos y vivimos en una forma integral: en lo personal, familiar, social, profesional o laboral, relación de pareja e incluso deportivo, viviendo el momento presente al máximo y afilando nuestra hacha para cortar los árboles que nos servirán de cimiento para construir el futuro anhelado. El autoconocimiento es la llave que abre la puerta de la libertad interior hacia la autoestima.