jueves, noviembre 07, 2013

Preocupaciones

Preocuparse es tan equivalente como el aire que respiramos, porque desde el momento en que tomamos conciencia del mundo en que nos encontramos, surge el pensamiento en el por-venir; que nos espera en el siguiente instante?; de que humor nos levantaremos el siguiente día?; que problemas enfrentaremos en nuestro trabajo?; cuál será nuestro desempeño escolar?; de qué forma resolveremos ese pendiente que aún no hemos tenido el valor de abordarlo?; cómo nos ganaremos el sustento del día?; qué hacer para que la relación de pareja mantenga viva la llama del amor?; como nos veremos dentro de 10 años?; seremos capaces de ser padres ejemplares?; las decisiones para con los hijos serán las correctas?; asegurar a nuestra familia para que no les falte nada en el futuro?; tendremos la suficiente energía para cumplir con nuestras expectativas?; cuál es el objetivo en nuestra existencia?; tendremos una vida sin sobresaltos para asegurar el llegar a una vejez digna?; la vida misma hacia que sendero nos conducirá?; y finalmente, qué sentido tiene el habitar este cuerpo y esta mente, que se proyecta inevitablemente al futuro para llenarnos de cuestionamientos y de preocupaciones?!.
 
Éstos y miles más de cuestionamientos surcan por nuestra mente que se fuga hacia horizontes desconocidos anhelando hallar respuestas en la infinidad del misterio de la vida; hemos padecido de insomnio recurrente; de angustia por el temor a encarar los problemas cotidianos; de desesperación al no hallar un pronto sentido a nuestra vida; de dolor por el recuerdo de las pérdidas de seres queridos; de incertidumbre al no poder en el corto plazo resolver nuestra situación económica; de duda al no poder develar el sentido de nuestras acciones; de reflexión para hallar una respuesta que alivie nuestra angustia, respecto al misterio de la vida y la muerte, y más allá de sus confines que escapan de nuestra percepción!. 
 
Cuántas veces nos hemos preguntado porque nuestra mente genera tal cantidad de cuestionamientos que se transforman en preocupaciones que nos quitan la tranquilidad y el sueño, y nos mantienen en una desesperante vigilia que desencadenan tensiones emocionales, estrés e insomnio. Y cuántas veces no hemos anhelado alejarnos de todos estos problemas, buscando infinidad de fugas que nos hagan olvidar por un instante para eliminar el insoportable peso que cargamos sobre nuestras espaldas; salir de vacaciones para despabilarnos; buscar parajes alejados del ruido citadino; o simplemente pasar un buen momento con los amigos; y cualquier cantidad de escapes que nos alivien un poco la tensión que nos abruma día con día.
 
Porque la vida es tan compleja?, entre más anhelamos el idealismo, la realidad se encarga de alejarlo en la misma proporción, y las preocupaciones entre más pensamos en ellas, más se acentúan e incrementan!. Pareciera que entre más anhelamos resolver nuestros problemas, estos se complican y multiplican como un círculo vicioso!. Entre más nos esforzamos para que las cosas salgan bien, más susceptibles a errores nos descubrimos!. Esto nos lleva a pensar que nuestro enfoque es el equivocado; que los problemas nosotros mismos provocamos al invocarlos; que nos anticipamos al resultado antes de haberlo siquiera experimentarlo; que la inseguridad provoca que permanezca latente la incertidumbre sobre lo que se nos avecine en el porvenir; que los problemas llegan cuando nos confiamos en demasía al pecar de soberbia; que nada está seguro ni escrito en la vida, asumiendo un estado de relajación y apatía; por tanto hemos dejado de sorprendernos no sólo de la vida y sus exquisiteces; sino de nuestra propia capacidad para asombrarnos de ella!. Porque siempre queremos estar un paso adelante en todo, creando escenarios anticipados del momento que estamos por experimentar; y por tanto, esto genera que nos anticipemos a las situaciones; generando con ello el pre-ocuparnos antes siquiera de abordar u ocuparnos del momento; perdiendo lo esencial: el momento presente!.
 
Si tan sólo nos relajáramos y permitiéramos que las situaciones nos sorprendan, lo cual no está ajeno a prepararnos para afrontar determinadas circunstancias para salir airosos, eso es válido, lo que está contra natura, es permanecer rígidos y contenidos en lugar de disfrutar de los momentos de la vida, de nuestras reacciones, respuestas, acciones espontáneas, entregarnos al momento, no anticipar demasiado una posible reacción de nuestra parte; confiar en nuestras capacidades innatas, lo que surge como respuesta de nuestro interior con la consabida madurez de los años de vivencias; simplemente vivir y ocuparnos del momento, libres de angustias e incertidumbre, porque cada momento fue hecho para experimentarse en su justa dimensión temporal. 
 
La vida es fugaz y las preocupaciones se encargan de diluir la espontaneidad de la vida!.