Preocupaciones
Preocuparse
es tan equivalente como el aire que respiramos, porque desde el momento
en que tomamos conciencia del mundo en que nos encontramos, surge el
pensamiento en el por-venir; que nos espera en el siguiente instante?;
de que humor nos levantaremos el siguiente día?; que problemas
enfrentaremos en nuestro trabajo?; cuál será nuestro desempeño escolar?;
de qué forma resolveremos ese pendiente que aún no hemos tenido el
valor de abordarlo?; cómo nos ganaremos el sustento del día?; qué hacer
para que la relación de pareja mantenga viva la llama del amor?; como
nos veremos dentro de 10 años?; seremos capaces de ser padres
ejemplares?; las decisiones para con los hijos serán las correctas?;
asegurar a nuestra familia para que no les falte nada en el futuro?;
tendremos la suficiente energía para cumplir con nuestras
expectativas?; cuál es el objetivo en nuestra existencia?; tendremos
una vida sin sobresaltos para asegurar el llegar a una vejez digna?; la
vida misma hacia que sendero nos conducirá?; y finalmente, qué sentido
tiene el habitar este cuerpo y esta mente, que se proyecta
inevitablemente al futuro para llenarnos de cuestionamientos y de
preocupaciones?!.
Éstos
y miles más de cuestionamientos surcan por nuestra mente que se fuga
hacia horizontes desconocidos anhelando hallar respuestas en la
infinidad del misterio de la vida; hemos padecido de insomnio
recurrente; de angustia por el temor a encarar los problemas cotidianos;
de desesperación al no hallar un pronto sentido a nuestra vida; de
dolor por el recuerdo de las pérdidas de seres queridos; de
incertidumbre al no poder en el corto plazo resolver nuestra situación
económica; de duda al no poder develar el sentido de nuestras acciones;
de reflexión para hallar una respuesta que alivie nuestra angustia,
respecto al misterio de la vida y la muerte, y más allá de sus confines
que escapan de nuestra percepción!.
Cuántas
veces nos hemos preguntado porque nuestra mente genera tal cantidad de
cuestionamientos que se transforman en preocupaciones que nos quitan la
tranquilidad y el sueño, y nos mantienen en una desesperante vigilia que
desencadenan tensiones emocionales, estrés e insomnio. Y cuántas veces
no hemos anhelado alejarnos de todos estos problemas, buscando infinidad
de fugas que nos hagan olvidar por un instante para eliminar el
insoportable peso que cargamos sobre nuestras espaldas; salir de
vacaciones para despabilarnos; buscar parajes alejados del ruido
citadino; o simplemente pasar un buen momento con los amigos; y
cualquier cantidad de escapes que nos alivien un poco la tensión que nos
abruma día con día.
Porque
la vida es tan compleja?, entre más anhelamos el idealismo, la realidad
se encarga de alejarlo en la misma proporción, y las preocupaciones
entre más pensamos en ellas, más se acentúan e incrementan!. Pareciera
que entre más anhelamos resolver nuestros problemas, estos se complican y
multiplican como un círculo vicioso!. Entre más nos esforzamos para que
las cosas salgan bien, más susceptibles a errores nos descubrimos!.
Esto nos lleva a pensar que nuestro enfoque es el equivocado; que los
problemas nosotros mismos provocamos al invocarlos; que nos anticipamos
al resultado antes de haberlo siquiera experimentarlo; que la
inseguridad provoca que permanezca latente la incertidumbre sobre lo que
se nos avecine en el porvenir; que los problemas llegan cuando nos
confiamos en demasía al pecar de soberbia; que nada está
seguro ni escrito en la vida, asumiendo un estado de relajación y
apatía; por tanto hemos dejado de sorprendernos no sólo de la vida y sus
exquisiteces; sino de nuestra propia capacidad para asombrarnos de
ella!. Porque siempre queremos estar un paso adelante en todo, creando
escenarios anticipados del momento que estamos por experimentar; y por
tanto, esto genera que nos anticipemos a las situaciones; generando con
ello el pre-ocuparnos antes siquiera de abordar u ocuparnos del momento;
perdiendo lo esencial: el momento presente!.
Si
tan sólo nos relajáramos y permitiéramos que las situaciones nos
sorprendan, lo cual no está ajeno a prepararnos para afrontar
determinadas circunstancias para salir airosos, eso es válido, lo que
está contra natura, es permanecer rígidos y contenidos en lugar de
disfrutar de los momentos de la vida, de nuestras reacciones,
respuestas, acciones espontáneas, entregarnos al momento, no anticipar
demasiado una posible reacción de nuestra parte; confiar en nuestras
capacidades innatas, lo que surge como respuesta de nuestro interior con
la consabida madurez de los años de vivencias; simplemente vivir y
ocuparnos del momento, libres de angustias e incertidumbre, porque cada
momento fue hecho para experimentarse en su justa dimensión temporal.
La vida es fugaz y las preocupaciones se encargan de diluir la espontaneidad de la vida!.
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