Renovación
Un día cualquiera ya no es tan
común y ordinario como pensamos, porque nos hemos acostumbrado a ver la vida
tan común y corriente, porque en la mayor parte de las veces sentimos que nada
especial ocurre durante la jornada, sólo esporádicos momentos especiales que se
van alojando en el baúl de nuestros recuerdos cuán preciado tesoro que van
forjando las páginas de nuestra historia personal. Es así como se va deshojando
nuestra existencia en un vaivén de vivencias que en ocasiones sentimos que
carecen de sentido, porque percibimos que la vida se nos escapa como un suspiro
al caer en la irremediable rutina, porque hemos ido perdiendo la capacidad de
asombrarnos. De ver la vida como una pesada carga de soportar ante la
inevitable incertidumbre que va denigrando nuestro presente vital.
Es importante comprender así como
nuestro universo se encuentra en constante renovación y cambio, también nuestra
existencia sigue ese mismo orden; y por más que deseemos conservar lo más
posible los momentos que marcaron para bien o para mal nuestra vida, no podemos
ir contra la naturaleza, reteniéndolos permanentemente y desperdiciando momentos
que irremediablemente ya no volverán, nada se puede congelar en el tiempo,
porque lo único que se queda es simplemente un recuerdo del pasado, pero de los
instantes presentes que se sustituyen al retener estos recuerdos, se
transforman en experiencias vacías. Si contabilizáramos el tiempo que
desperdiciamos a descuidar el presente, más de una tercera parte de nuestra
vida se aloja en esta vacuidad.
El cuestionamiento es si vale la
pena seguir este patrón de comportamiento, estar añorando el pasado o anhelar
el futuro; cada bloque en el tiempo debe quedar en el lugar que le corresponde,
sin hacer mezclas innecesarias, de otra forma la anhelada renovación sólo sería
como un par de fuerzas tirando de ambos polos y generando una gran tensión,
diluyendo el centro que representa nuestro tiempo presente. Esa es en gran
medida lo que define nuestra existencia, un constante preocuparse por pasado,
futuro y dejando a un lado lo que si podemos controlar y renovar, este momento,
este instante, un simple suspiro, porque eso es lo que representa la vida: un
suspiro en comparación con la implacable eternidad que nos espera al expirar el
último hálito de vida.
Verdad que si vale la pena
realizar una renovación en nuestra forma de pensar y actuar?, dejar que el
pasado sea tan especial al dejar una huella permanente a cada paso que demos en
nuestro actuar inmediato, mientras que el futuro representa lo que en el
siguiente instante hemos cumplido con la meta deseada. Podrá nuestra vida como en
un principio no ser lo que esperábamos lograr; eso ya se quedó en ese tiempo,
eso ya no lo podemos cambiar, eso ya no se encuentra en nuestra control, y eso
podrá no ser de nuestro agrado o hacernos sentirnos orgullosos, para bien o
para mal eso ya le pertenece al pasado, y eso no significa que nuestra vida se
estanco ahí, eso no hace nuestra realidad y obra actual; lo que si debemos
aquilatar, que en este momento justo que es el presente, es lo que deseamos
hacer y lo que construimos paso a paso, eso es lo que verdaderamente hace de
nuestra existencia, lo que anhelamos ser, partiendo de este instante es la
forma de construir nuestro futuro. Por tanto lo que en realidad debemos
valorar, no son aquellos errores que forjaron un pasado indeseable, sino todo
lo bueno que realizamos por el aprendizaje adquirido de aquellas acciones y que
forjaron nuestra templanza y carácter y lo que nos hace ser lo que somos hoy,
personas con mayor sensibilidad, sabiduría y madurez; porque hemos asumido la
actitud de renovarnos día con día!.
Renovar es aceptar el flujo presente de la vida sin entorpecerlo con el obstáculo
del pasado y la barrera del futuro!.
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