lunes, septiembre 27, 2010

Iluminación

Buda afirmó frente a sus discípulos: el que se esfuerza, puede alcanzar la iluminación en siete días. Si no lo consigue, sin duda lo logrará en siete meses, en siete años, o en setenta años.

Un joven se propuso conseguirlo en una semana, y quiso saber cómo debía actuar.

“Concentración” fue la respuesta.

El joven empezó a practicar, pero diez minutos más tarde ya se había distraído, y consideró que no estaba perdiendo el tiempo, sino habituándose consigo mismo.

Un buen día decidió que no era necesario llegar tan rápido a su meta, pues el camino le estaba enseñando muchas cosas.

Y fue en este momento cuando alcanzó la iluminación.


Reflexión:

La intención de comenzar a atendernos no sólo en el cuidado exterior a nivel físico y fisiológico, sino a nivel interno en lo emocional y mental es el primer paso hacia la resolución de la mayoría de nuestros problemas existenciales. Aún cuando estemos rodeados del constante caos exterior cotidiano, nuestra jornada final de trabajo en muchos casos suele resultar abrumadora, nuestra mente termina abotargada por los innumerables problemas acumulados durante el día, es cierto que hay momentos plenos de alegría y plenitud y que en muchos casos son espontáneos, pero por alguna razón le damos mayor importancia a lo que nos lastima y frustra. Si bien nos hemos sorprendido, pensativos, preocupados e indiferentes a todo momento; ocupados en como resolver tal o cuál problema que nos arranca la tranquilidad. Esto ocasiona el que no estemos plenamente concentrados en nuestras respectivas áreas en que nos desempeñamos, desencadenando en más problemas por nuestra falta de atención. Cómo lograr concentrarnos cuando estamos tan inmersos en tantas preocupaciones aún no resueltas y sometidos a tanta presión al mismo tiempo?.

Si bien no hemos resuelto un problema cuando ya aparece de pronto otro y así sucesivamente, perdiendo el control de nuestras emociones y terminando la jornada agotados e irritados, y por si eso no fuera poco al llegar a nuestro hogar somos abordados por más pendientes y problemas, finalizando con fuertes discusiones lastimando a quienes no tienen culpa de nuestras frustraciones. A veces sentimos que caemos a un abismo sin fondo en que no vemos la mínima esperanza de resolver nuestro apremio y en esa desesperación estamos en gran riesgo de buscar una fácil salida de consecuencias nefastas. En esos momentos de desesperanza es necesario tomar el control de nuestras emociones, dejar que nuestra mente recupere la ecuanimidad, analizar el problema en lugar de evadirlo y no cerrarnos al escenario inmediato; aún en la más absoluta obscuridad, y en el más desafortunado de los escenarios, hay un una imperceptible luz que nos ilumine de esperanza en busca de alguna solución. Es casi una ley natural que estamos regidos en un mundo de dualidades; para todo negro hay blanco, para la obscuridad hay luz y para todo problema siempre habrá una solución. No es recomendable tomar decisiones cuando estamos agobiados e irritados; porque la claridad de pensamiento y el razonamiento ecuánime son inexistentes, y abundantes las consecuencias negativas al tomar una decisión desesperada.

El estado de mayor concentración es aquel cuando nos olvidamos del entorno y nos entregamos de lleno a la situación inmediata presente, no necesariamente es evasión, pero la mejor forma de abordar un problema es entregarse de lleno, analizando cuidadosamente las opciones posibles para su resolución, si logramos primeramente controlar nuestro apremio, poco a poco la mente se irá clarificando y las soluciones comenzarán a presentarse. La vida es entrega total momento a momento, si nuestra mente se encuentra por momentos abrumada de infinidad de pensamientos; es momento de confiar que una solución estará latente en el momento en que controlemos nuestros procesos internos y esos estados de iluminación los experimentaremos con mayor frecuencia y por consecuencia más realizados y seguros nos sentiremos para abordar el reto de la vida.