Cómo los Animales
EL BUITRE:
Si se coloca un buitre en un cajón que mida 2 metros x 2 metros y que esté completamente abierto por la parte superior, esta ave, a pesar de su habilidad para volar, será un prisionero absoluto. La razón es que el buitre siempre comienza su vuelo desde el suelo con una carrera de 3 a 4 metros . Sin espacio para correr, como es su hábito, ni siquiera intentará volar sino que quedará prisionero de por vida en una pequeña cárcel sin techo…
El MURCIÉLAGO:
El murciélago ordinario que vuela por todos lados durante la noche es una criatura sumamente hábil en el aire pero no puede elevarse desde un lugar a nivel del suelo. Si se le coloca en el suelo en un lugar plano, todo lo que puede hacer es arrastrarse indefenso y, sin duda, dolorosamente, hasta que alcanza algún sitio ligeramente elevado del cual se pueda lanzar a si mismo hacia el aire. Entonces, inmediatamente despega rápidamente.
LA ABEJA
La abeja, al ser depositada en un recipiente abierto, permanecerá allí hasta que muera, a menos que alguien la saque. Nunca ve la posibilidad de escapar que existe por arriba de ella, sin embargo insiste tratando de encontrar alguna forma de escape por los laterales cercanos al fondo. Seguirá buscando una salida donde no existe ninguna, hasta que se destruya completamente a sí misma.
Y LAS PERSONAS:…………
Reflexion:
En muchas formas, somos como el buitre, el murciélago y la abeja obrera, que son presa de sus aparentes debilidades en ciertas circunstancias desfavorables, cayendo en pánico por sus limitaciones hasta destruirse a si mismas. Y es así como las personas nos encontramos tan sumidos en el dolor y frustración que nos generan ciertos problemas, que perdemos el control y dejamos de pensar coherentemente dominados por este caos emocional. Por alguna razón casi instintiva reaccionamos visceralmente, sin dimensionar adecuadamente el problema que se nos suscita, nublando nuestro razonamiento, y por consecuencia cometiendo toda clase de equivocaciones, que nos lleva a complicarnos aún más. Esto lleva a preguntar porque algunas personas poseen mejor autocontrol que otras en circunstancias estresantes?, mientras que a otros pareciera que se nos cierra el mundo ante la mínima circunstancia desfavorable?. Si analizáramos ambas circunstancias, nos lleva a concluir que este comportamiento tiene que ver con aspectos personales, a un mayor nivel emocional que mental, derivados de factores de origen familiar, moral, social y educativo. Finalmente cada persona en un universo propio de sensaciones y emociones, y en cada ser habita toda una gamma de recursos para afrontar el mundo que se le encara cotidianamente. Pero, si ya de origen hemos arrastrado toda una serie de vicios de personalidad, como afrontar nuestra problemática interna con nuestros propios recursos, ya sea que hayamos o no tenido la fortuna de contar con este tipo de ¨cualidades¨ ?.
Es indudable que las experiencias en la convivencia sea esta de cualquier matiz, es lo que va desarrollando en la persona el conocimiento de sus propios movimientos internos en lo mental y emocional, de sus reacciones en el medio, y de esa forma puede evaluar su desempeño para comenzar a desarrollar la habilidad del autocontrol en situaciones de crisis. No hay un método infalible para ello, porque cada situación aunque similar es única por las circunstancias que a ésta rodea. Puede sernos útil un buen consejo, tener ciertas precauciones para no propiciar una situación desagradable o peligrosa, mantenernos alertas y conscientes de nuestro entorno, evitando sumergirnos en pensamientos que nos distraigan; este tipo de acciones pueden atenuar un poco el impacto de alguna situación inesperada. Sin embargo, lo que lo hace único es nuestra reacción en cualquier nivel, y esta puede agravar o empeorar algo que en inicio aparenta ser inofensivo. Por supuesto que no es fácil controlar nuestras emociones y perder el control ante algo que nos cause inestabilidad, ni aunque presumamos de poseer temple a toda prueba, siempre habrá algo que rebase los límites de nuestro equilibrio. Por una razón ya mencionada, y es nuestra naturaleza instintiva de supervivencia la que activa los motores de autodefensa ante un peligro inminente.
Pero a pesar de todo esto, lo más importante es mantener la calma para centrarnos en lo esencial y codificarlo para actuar lo más rápido y eficazmente para salir bien librados ante la adversidad. Está comprobado que nuestro cerebro tarda fracciones de segundo vitales para codificar la información recibida del entorno y si a eso le aunamos nuestra reacción emocional, nuestra respuesta suele ser tardía. El autoconocimeinto es vital para conocer a fondo nuestras emociones, no rechazarlas o evadirlas, sino tratando de descifrarlas para despojarnos de pensamientos obsesivos, que detonan en prejuicios. Siendo esta característica la que nos resta tranquilidad y calma, la que adormece a la percepción y nubla la concentración. Porque ya estamos juzgando sin antes haberlo experimentado; vivir en el presente es mantener conciencia y alerta constante de todo a nuestro alrededor y sobre todo a nivel interno, sabernos escuchar, confiar y actuar conforme a nuestros dictados internos de conciencia, voz interna, presentimientos, etc.
La vida encierra el misterio de la sabiduría y toda circunstancia, por lo general es propiciada por nosotros mismos, aún sin percatarnos de ello por nuestra falta de atención y entrega en nuestros instantes presentes. Somos lo que pensamos y atraemos lo que evocamos; que no tengamos que actuar como animales irracionales, sino como humanos racionales. Si mantenemos una actitud positiva y agradable hacia nuestra persona y a quienes nos rodean, eso es lo que atraeremos de la vida; que no se nos cierre el mundo ante la multiplicidad de adversidades que confrontaremos en lo futuro, confiar en que poseemos lo necesario para librarlas con éxito, y que cada vivencia se debe traducir en experiencia vital para descubrir, aprender, adherir y madurar en conocimiento de nuestro Ser, para aspirar a desarrollar esa armonía y paz interna que tanto anhelamos poseer.
Si se coloca un buitre en un cajón que mida 2 metros x 2 metros y que esté completamente abierto por la parte superior, esta ave, a pesar de su habilidad para volar, será un prisionero absoluto. La razón es que el buitre siempre comienza su vuelo desde el suelo con una carrera de 3 a 4 metros . Sin espacio para correr, como es su hábito, ni siquiera intentará volar sino que quedará prisionero de por vida en una pequeña cárcel sin techo…
El MURCIÉLAGO:
El murciélago ordinario que vuela por todos lados durante la noche es una criatura sumamente hábil en el aire pero no puede elevarse desde un lugar a nivel del suelo. Si se le coloca en el suelo en un lugar plano, todo lo que puede hacer es arrastrarse indefenso y, sin duda, dolorosamente, hasta que alcanza algún sitio ligeramente elevado del cual se pueda lanzar a si mismo hacia el aire. Entonces, inmediatamente despega rápidamente.
LA ABEJA
La abeja, al ser depositada en un recipiente abierto, permanecerá allí hasta que muera, a menos que alguien la saque. Nunca ve la posibilidad de escapar que existe por arriba de ella, sin embargo insiste tratando de encontrar alguna forma de escape por los laterales cercanos al fondo. Seguirá buscando una salida donde no existe ninguna, hasta que se destruya completamente a sí misma.
Y LAS PERSONAS:…………
Reflexion:
En muchas formas, somos como el buitre, el murciélago y la abeja obrera, que son presa de sus aparentes debilidades en ciertas circunstancias desfavorables, cayendo en pánico por sus limitaciones hasta destruirse a si mismas. Y es así como las personas nos encontramos tan sumidos en el dolor y frustración que nos generan ciertos problemas, que perdemos el control y dejamos de pensar coherentemente dominados por este caos emocional. Por alguna razón casi instintiva reaccionamos visceralmente, sin dimensionar adecuadamente el problema que se nos suscita, nublando nuestro razonamiento, y por consecuencia cometiendo toda clase de equivocaciones, que nos lleva a complicarnos aún más. Esto lleva a preguntar porque algunas personas poseen mejor autocontrol que otras en circunstancias estresantes?, mientras que a otros pareciera que se nos cierra el mundo ante la mínima circunstancia desfavorable?. Si analizáramos ambas circunstancias, nos lleva a concluir que este comportamiento tiene que ver con aspectos personales, a un mayor nivel emocional que mental, derivados de factores de origen familiar, moral, social y educativo. Finalmente cada persona en un universo propio de sensaciones y emociones, y en cada ser habita toda una gamma de recursos para afrontar el mundo que se le encara cotidianamente. Pero, si ya de origen hemos arrastrado toda una serie de vicios de personalidad, como afrontar nuestra problemática interna con nuestros propios recursos, ya sea que hayamos o no tenido la fortuna de contar con este tipo de ¨cualidades¨ ?.
Es indudable que las experiencias en la convivencia sea esta de cualquier matiz, es lo que va desarrollando en la persona el conocimiento de sus propios movimientos internos en lo mental y emocional, de sus reacciones en el medio, y de esa forma puede evaluar su desempeño para comenzar a desarrollar la habilidad del autocontrol en situaciones de crisis. No hay un método infalible para ello, porque cada situación aunque similar es única por las circunstancias que a ésta rodea. Puede sernos útil un buen consejo, tener ciertas precauciones para no propiciar una situación desagradable o peligrosa, mantenernos alertas y conscientes de nuestro entorno, evitando sumergirnos en pensamientos que nos distraigan; este tipo de acciones pueden atenuar un poco el impacto de alguna situación inesperada. Sin embargo, lo que lo hace único es nuestra reacción en cualquier nivel, y esta puede agravar o empeorar algo que en inicio aparenta ser inofensivo. Por supuesto que no es fácil controlar nuestras emociones y perder el control ante algo que nos cause inestabilidad, ni aunque presumamos de poseer temple a toda prueba, siempre habrá algo que rebase los límites de nuestro equilibrio. Por una razón ya mencionada, y es nuestra naturaleza instintiva de supervivencia la que activa los motores de autodefensa ante un peligro inminente.
Pero a pesar de todo esto, lo más importante es mantener la calma para centrarnos en lo esencial y codificarlo para actuar lo más rápido y eficazmente para salir bien librados ante la adversidad. Está comprobado que nuestro cerebro tarda fracciones de segundo vitales para codificar la información recibida del entorno y si a eso le aunamos nuestra reacción emocional, nuestra respuesta suele ser tardía. El autoconocimeinto es vital para conocer a fondo nuestras emociones, no rechazarlas o evadirlas, sino tratando de descifrarlas para despojarnos de pensamientos obsesivos, que detonan en prejuicios. Siendo esta característica la que nos resta tranquilidad y calma, la que adormece a la percepción y nubla la concentración. Porque ya estamos juzgando sin antes haberlo experimentado; vivir en el presente es mantener conciencia y alerta constante de todo a nuestro alrededor y sobre todo a nivel interno, sabernos escuchar, confiar y actuar conforme a nuestros dictados internos de conciencia, voz interna, presentimientos, etc.
La vida encierra el misterio de la sabiduría y toda circunstancia, por lo general es propiciada por nosotros mismos, aún sin percatarnos de ello por nuestra falta de atención y entrega en nuestros instantes presentes. Somos lo que pensamos y atraemos lo que evocamos; que no tengamos que actuar como animales irracionales, sino como humanos racionales. Si mantenemos una actitud positiva y agradable hacia nuestra persona y a quienes nos rodean, eso es lo que atraeremos de la vida; que no se nos cierre el mundo ante la multiplicidad de adversidades que confrontaremos en lo futuro, confiar en que poseemos lo necesario para librarlas con éxito, y que cada vivencia se debe traducir en experiencia vital para descubrir, aprender, adherir y madurar en conocimiento de nuestro Ser, para aspirar a desarrollar esa armonía y paz interna que tanto anhelamos poseer.
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