jueves, agosto 12, 2010

Fe

Había dos tribus guerreras en los Andes, una que vivía en el valle y otra en lo mas alto de las montañas. Un día los habitantes de las montañas invadieron las tierras del valle y, como parte del saqueo, raptaron a un bebe de una de las familias del valle.

Los habitantes del valle no sabían como subir a la cima de la montaña. No conocían los senderos que utilizan los habitantes de ese lugar, ni sabían donde encontrarlos o como perseguirlos en el escarpado terreno.

Aun así enviaron a sus mejores guerreros a escalar la montaña y traer al bebe de regreso.

Los hombres ensayaron un método de escalar y luego otro. Probaron una ruta y luego otra. Sin embargo, después de varios días de esfuerzos solo habían conseguido avanzar unos pocos metros.
Desesperanzados e impotentes, los hombres del valle decidieron que su causa estaba perdida y se prepararon para regresar a su aldea.

Mientras empacaban su equipos para descender, vieron a la madre del bebe que bajaba de la montaña y llevaba a su bebe a la espalda. ¿Como era posible?.

Uno de los hombres saludo y le dijo: “Como pudiste escalar esta montaña si nosotros, los hombres mas fuertes y capaces de la aldea no lo conseguimos?”

Se encogió de hombros y respondió: “Es que el bebe no era tuyo”

Reflexión:

¨La Fe mueve montañas¨, un concepto que en nuestra actualidad le hemos perdido su verdadera magnificación; el despido de un trabajo; la conclusión de una relación de noviazgo, un divorcio doloroso; una pérdida material; la pérdida súbita de un ser querido; la falta de oportunidades; una repentina enfermedad; un inesperado accidente; un asalto; la incertidumbre cotidiana que vive nuestra sociedad y en general nuestra humanidad; con la terrible ola de violencia, secuestros, ejecuciones, inseguridad, economía, etc.; toda esa cadena de acontecimientos que experimentamos a diario, nos debilita la poca e inexistente fe que poseemos por anhelar un sistema gubernamental que ofrezca una sociedad más justa y equitativa. Que clase de esperanza esperamos tener en el futuro cuando las situaciones que nos tocó vivir debilitan gradualmente la fe en nosotros mismos?, que clase de mundo nos ha tocado experimentar?, porque pareciera que desde generaciones atrás la humanidad pareciera estar en constante decadencia, con la pérdida de valores?.

Sin embargo, aún en este aparente caos; hay personajes en la historia que han trascendido porque hacen la diferencia entre la pesadumbre e incertidumbre; por la fe que poseen en ellos mismos, e incluso en tiempos de crisis a nivel espiritual, moral y económico, se han logrado despojar de sus cadenas mentales, para emerger de entre las cenizas y hacer la diferencia, innovando y dejando un legado a la humanidad con su tenacidad y ejemplo. Este tipo de experiencias nos hacen reflexionar que aún cuando nuestro alrededor este sumergido entre el caos y la devastación; este tipo de personas sean como el ojo de un huracán: en completa tranquilidad y autocontrol, dominando su entorno, sabedores que tarde o temprano llegará la calma, y toda su atención se concentra en lo primordial, lo esencial y lo verdaderamente importante; haciendo a un lado todo tipo de actitudes pesimistas, de nubarrones mentales o sentimientos desbordados. Cuando se posee una actitud optimista y un temple a toda prueba, no hay obstáculos de por medio que penetren la fe de quien tiene muy claro la prueba que encara, sin necesidad de evadir o retroceder.

Cuando se nos presenta algún imprevisto, infortunio o desgracia, nuestra primera reacción suele ser emocional o visceral, producto de nuestra naturaleza, finalmente no dejamos de ser animales superiores, y es por ello que generalmente nos gobiernan nuestros impulsos e instintos. En ese caos, nuestra mente se nubla, dejamos de razonar coherentemente, nos invaden pensamientos basados en el temor y la incertidumbre, y por ende, todas nuestras posibilidades de hallar una eficaz y pronta solución son escasas, y si a ello le sumamos una causa ajena, el compromiso es menor, aún cuando poseamos la voluntad y solidaridad de hacerlo, no será lo mismo cuando se trate de algo enteramente personal. Nuestra complejidad se basa, en el cúmulo de sentimientos y emociones que emergen de determinadas situaciones en nuestro diario vivir. Y para esto no hay reglas de conducta de por medio, sólo la templanza o carácter que posea cada ser humano de origen o por formación, establecerá el tipo de respuesta ante una circunstancia específica.

Podremos sentirnos aislados, solitarios, abatidos, deprimidos, agobiados, temerosos, molestos, decepcionados y frustrados. Es parte de nuestra naturaleza experimentar este tipo de emociones, es el precio del aprendizaje, del crecimiento y de la evolución que como entes superiores experimentaremos a lo largo de nuestra existencia, nadie está exento de ello; la diferencia estriba en el tipo de actitud que adoptemos para superar con éxito cada una de las vivencias que se nos presenten. Pero lo más importante es la confianza que cada uno de nosotros depositemos en nuestras capacidades y potencialidades. Que nada en la vida nos detenga por muy adverso que sea el problema o dificultad. ¨Si la fe mueve montañas¨, nuestro propio deseo de superación y autoconfianza, moverá hasta los más obstinados sentimientos pesimistas y negativos que se depositen en nuestra mente. Todo suceso en nuestra vida tiene un porque, una consecuencia y un resultado determinado. Asumir que la vida es descubrimiento y enseñanza, es adaptarse al ritmo natural de ésta, y en ese entendimiento tomar las riendas de nuestro destino, para no vernos sorprendidos por nuestros propios estados emocionales y mentales que bloqueen toda esperanza de éxito siendo la paciencia la clave fundamental para calmar y estabilizar nuestro caos interno.

La fe surge cuando desarrollamos la confianza en nosotros mismos, cuando alimentamos ese deseo de lucha ante el aprendizaje de la vida, cuando somos pacientes para aclarar nuestra revolución mental y emocional y cuando estamos convencidos que nada es imposible cuando hay una mente disponible.