jueves, agosto 12, 2010

Semilla de Fe

La historia que tiene más de un siglo, cuenta que una princesa agonizaba. En su lecho de muerte, pidió que su tumba fuese cubierta con una gran piedra de granito y que alrededor hubiese otras piedras sellando la lápida.

También dio órdenes de afianzar las piedras con abrazaderas de hierro. A pedido, suyo, la lápida llevaría escrito: “Esta tumba, comprada para toda la eternidad, jamás deberá abrirse”.

Aparentemente, durante el entierro se metió en la tumba una bellotita. Al tiempo empezó a asomarse un brotecito en medio de las piedras. La bellota había podido absorber suficiente alimento como para crecer. Después de varios años de crecimiento, un robusto roble se levantaba entre las abrazaderas de hierro. El hierro no pudo con el roble y sus raíces lo rompieron, dejando al descubierto la tumba que nunca debía abrirse. La nueva vida se abrió camino desde el lecho de muerte con una semillita.

Reflexion:

Cada día de nuestra vida, se nos presentan infinidad de oportunidades para redescubrirnos, para aprovechar un nuevo comienzo, incluso hasta para darnos el lujo de equivocarnos, tropezarnos y volvernos a levantar para retomar el camino errado. En más de una ocasión nos hemos sentido víctimas de la ¨mala suerte¨, que en esencia es producto de consecuencias propiciadas por nuestras propias decisiones, sean estas con o sin conocimiento pleno de causa. Es fácil culpar a aquello intangible, que no es perceptible por la vista humana; y si analizamos cuidadosamente nos daremos cuenta que gran parte de nuestra vida la experimentamos en la inconsciencia o sumergidos en nuestras obsesiones, perdiendo de vista los pequeños grandes detalles que hacen la diferencia en los resultados esperados ante un proyecto personal. Sin embargo, una vez ya propiciadas las circunstancias que nos resultan desfavorables, no queda más que asimilar el conocimiento que nos legó, la enseñanza que se adhirió en nuestra memoria y sentimientos, despojarnos de los rencores y resentimientos; para sepultar en el pasado lo que ya no se puede regresar ni mucho menos modificar sus resultados. Quizás en algunas ocasiones nos queden secuelas temporales o permanentes, eso es parte de la vida y es así como debemos asimilar todas y cada una de las circunstancias.

Es mejor enfocarse en lo esencial; poseer la mentalidad que cada día que experimentemos es como si fuese una vida entera, que al caer la noche se termina nuestro ciclo temporalmente para renacer a una nueva oportunidad en el amanecer; experimentar esa sensación de haber entregado lo mejor de nosotros mismos; haber actuado coherentemente en pensamiento y acción; no haber dejado nada inconcluso para no despertar con la carga de conciencia de la culpa o la insatisfacción; comprender que lo positivo es plenitud, y lo negativo es enseñanza. Para que aferrarnos a la indiferencia, al pesimismo y al conformismo; por más que pretendamos ocultar nuestros aspectos dolorosos y depresivos o lapidarlos sobre una losa impenetrable, tarde o temprano emergerán a la luz, porque siempre estará latente la semillita de nuestra verdad personal y no habrá obstáculo que le impida el mostrarse. Si sabemos aceptar esta realidad, estaremos en el camino de la evolución, para comprender que todo nuevo comienzo requiere el que cerremos círculos, que concretemos viejas pugnas o resentimientos, que terminemos aquello que dejamos inconcluso, para despojarnos de esa pesada losa que aletarga nuestra vida, que nos impide tener tranquilidad y deprime en momentos de soledad.

Todos los días tenemos la posibilidad de aprovechar un nuevo comienzo, aún cuando no poseamos la plena certeza de que nos depare el destino al siguiente instante, pero no por ello viviremos en la angustia permanente, mientras haya vida, salud, energía y voluntad, una nueva oportunidad de vivir estará presente a cada momento, y es así como se puede asumir nuestra existencia, atrevernos a hacer aquello que en el fondo deseamos ser o realizar sin importarnos las envidias o críticas, porque siempre estarán latentes actuemos o no; cuando la gente habla es porque en el camino se anda, y lo fundamental es no detenerse cuando se trata de cumplir nuestros más recónditos anhelos o metas personales; cada acción debe ser concretada, para aprender a cerrar círculos y darle paso al nuevo aprendizaje, a otorgarnos una nueva oportunidad, sin ocultarnos nada, siendo honestos con nosotros mismos, para no cargar sobre nuestros hombros la pesada losa de la culpa y el remordimiento, porque cada semillita de experiencia realizada, lleva dentro de sí todo el potencial hacia el crecimiento y la evolución personal.