El Contrabandista
Todos sabían que era indiscutiblemente un contrabandista. Era incluso célebre por ello. Pero nadie había logrado jamás descubrirlo y mucho menos demostrarlo. Con frecuencia, cruzaba de la India a Pakistán a lomos de su burro, y los guardias, aun sospechando que contrabandeaba, no lograban obtener ninguna prueba de ello.
Transcurrieron los años y el contrabandista, ya entrado en edad, se retiró a vivir apaciblemente a un pueblo de la India. Un día, uno de los guardias que acertó a pasar por allí se lo encontró y le dijo:
Transcurrieron los años y el contrabandista, ya entrado en edad, se retiró a vivir apaciblemente a un pueblo de la India. Un día, uno de los guardias que acertó a pasar por allí se lo encontró y le dijo:
--Yo he dejado de ser guardia y tú de ser contrabandista. Quiero pedirte un favor. Dime ahora, amigo, qué contrabandeabas.
Y el hombre repuso:
--Burros.
Fuente: Cuentos clásicos de la India
Reflexión:
Cuantas veces nos ha sucedido que las respuestas las tenemos frente a nuestros ojos y más de una vez han pasado desapercibidas, trayendo como consecuencia que perdamos innumerables oportunidades. Esto se debe principalmente a que estamos tan saturados de los problemas cotidianos que nuestra mente simplemente esta abrumada y llena de conflictos y pensamientos innecesarios que nublan nuestro entendimiento y por ende nuestra capacidad de percibir aquellos pequeños grandes detalles que la vida nos entrega a cada instante.
Una alternativa es ante todo mantener la calma en situaciones estresantes y agresivas; entendiendo que estamos inmersos en una sociedad competitiva por excelencia, donde se lucha constantemente por ser el mejor, el mas exitoso, el mas oportunista, el mejor colocado y el que mejores condiciones socioeconómicas posee. Por tanto esto nos obliga a prepararnos constantemente para sobrevivir en estas condiciones y aspirar a todo momento a mejores condiciones de vida. Siempre impulsados por la familia como motivación de superación como aspecto dominante.
Y si es esto lo que nos sumerge nuestros pensamientos en esa obsesión por el porvenir, por el sobreponernos a las experiencias del ayer, por tratar en la medida de nuestras posibilidades estar lo más enfocados y concentrados para cometer el mínimo de errores con la aspiración a lograr nuestro propósito principal de salir adelante en cada proyecto o situación que enfrentemos en el diario vivir. Y cuál es el resultado al final del día?. Que efectivamente realizamos un sin fin de tareas en todos los aspectos, menos en el principal, el que por lo general más se descuida, y ese es el más íntimo, esencial, el interno, nuestro crecimiento interior, a nivel mental, emocional y perceptivo, es decir el crecimiento interior.
Fácil es decirlo, saberlo y entenderlo, pero que complejo es llevarlo a cabo; a veces terminamos tan agotados de nuestra jornada cotidiana y rutinaria que poca energía es la que nos queda para una breve meditación en el sentido de evaluar porque aún a pesar de que nos sentimos realizados en lo material, al final del día hay una sensación de insatisfacción, de vacío espiritual, de soledad, de inquietud agobiante, en pocas palabras de un dolor emocional que se acumula noche tras noche y que tenemos que cargar cada día de nuestra vida hasta que terminamos explotando de rabia e impotencia al no comprender que es aquello que falta que nos deja esa sensación de constante insatisfacción y que nos hace estar constantemente irritados, malhumorados y distraídos en un sin fin de pensamientos chatarra que lo único que hace es ocupar un espacio innecesario e inútil.
Una buena opción es aceptar que nuestra vida siempre estará expuesta a un ritmo desbordante y desquiciante, donde todo mundo tiene prisa y están sumergidos en sus propios universos interiores, donde el entorno es lo que menos atención se le presta; comprender que en medio del caos del ritmo cotidiano, debemos centrar nuestras emociones y centrar nuestra atención a lo que verdaderamente es esencial e importante, nuestra calma interna, llámese mental y emocional, despertando así nuestra facultad de la percepción, descubriendo lo realmente valioso y especial que hay a nuestro alrededor y las infinitas oportunidades que en momentos específicos llegan y que debemos estar alertas para captar esas señales y sin dudar, razonarlas y tomarlas a fin de redescubrir nuestra real-idad para crecer y evolucionar.
Porque aquellos que no logran comprender su entorno, no necesariamente llega a ser erróneo e irreal para los ojos de quienes poseen la facultad de percibir la verdad detrás de las apariencias.
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