viernes, julio 03, 2009

Tribulación

“Las calamidades pueden ser causa de crecimiento y de iluminación”, dijo el Maestro. Y lo explicó del siguiente modo:

“Había un pájaro que se refugiaba a diario en las ramas secas de un árbol que se alzaba en medio de una inmensa llanura desértica. Un día, una ráfaga de viento arrancó de raíz el árbol, obligando al pobre pájaro a volar cien millas en busca de un nuevo refugio... Hasta que, al fin, llegó a un bosque de árboles cargados de frutas”.

Y concluyó el Maestro: “Si el árbol seco se hubiera mantenido en pie, nada hubiera inducido al pájaro a renunciar a su seguridad y echarse a volar”.


Reflexión:

Si hay algo que caracteriza la vida de toso ser humano, son las calamidades; son aquellos eventos que asociamos por lo general a las epidemias, las guerras y el hambre, pero sobre todo la injusticia en cualquier modalidad que amenace con nuestra paz y armonía interior. Una tribulación por lo general nos acongoja y nos aflige, cuántas veces a través de los medios de comunicación no hemos sido espectadores de las injusticias que aquejan al mundo, y por lo general todas estas calamidades son provocadas irónicamente por el mismo ser humano que en esa enfermiza obsesión por el poder y la riqueza material, por ambicionar a toda costa dominar el mundo, destruye todo cuanto a su alrededor encuentra, con tal de saciar sus ambiciones personales; en esos casos particulares solamente somos testigos de ese ¨cáncer¨ de poder enfrentando pueblos a través de la religión para fanatizar a las personas aprovechándose de su ignorancia para así someterlos y dominarlos, creando guerras, hambrunas y por ende enfermedades y epidemias que exterminan poblaciones enteras. Si a esto le agregamos los fenómenos naturales que coincidentemente son en su mayoría provocados por el mismo ser humano, al alterar el equilibrio ecológico y destruir el habitat natural del reino animal con la explotación desmedida provocada por la poda clandestina de bosques, la cruel extinción del reino animal tanto de agua, tierra y aire sin misericordia ni consideración alguna para fines de comercialización e irónicamente el mundo enfrenta en la actualidad la grave crisis alimentaria y financiera, no porque falte el alimento y el dinero, sino por la desmedida ambición de consorcios que monopolizan estos rubros, ignorando por completo a la mayoría del pueblo, en una inexistente distribución de la riqueza, provocada por los intereses obscuros de una disfrazada globalización mundial; así como la grave contaminación ambiental provocada por el crecimiento industrial en la supuesta mejora tecnológica que deriva en los grandes consorcios industriales que contaminan los mares con desechos radioactivos y los derrames de petróleo la industria por el desmedido incremento de la población, todo esto ha alterado drásticamente el equilibrio del ecosistema derivando en el peligro latente del calentamiento global que gradualmente ha ido desequilibrando los polos de nuestra tierra, derivando con ello en huracanes y devastaciones provocadas por tsunamis que arrasan con ciudades y poblaciones enteras, y en este alarmante desequilibrio nuestra tierra responde con temblores y terremotos cada vez más frecuentes, producto de este desequilibrio provocado por el hombre.

Como simples espectadores de estas calamidades que aquejan a nuestra humanidad actual, y que nos invade de tribulación, que papel nos queda por desempeñar?, el trabajo debe ser personal para aspirar a aplicarlo en lo colectivo, aún en la adversidad y calamidad, debemos mantenernos sernos, tranquilos y positivos, no importa que tanto nos agobie nuestro entorno, por muy caótico que éste sea, en esos momentos tenemos la valiosa oportunidad de valorar el grado de paciencia y tolerancia que hemos desarrollado ante este tipo de adversidades, para ello debemos comenzar con atender las circunstancias que consideramos sin importancia e insignificantes, muchas de las veces pasamos por alto los pequeños detalles que se nos presentan en la vida, y que son aquellos que por costumbre y rutina vamos descuidando, y que sin notarlo estos ¨pequeños¨ detalles se van transformando en grandes descuidos que con el paso del tiempo se salen de control; mucho de esto, es provocado por nuestra aversión a lo interno, debido a que los eventos externos nos agobian de tal manera que consumen todo nuestro tiempo y energía, agotándonos física y mentalmente, dejándonos al término de la jornada prácticamente sin energía para analizar nuestro actuar durante el desarrollo del día. Estos eventos nos van desarrollando un mal hábito, que nos va apagando el deseo de estar atentos a nuestro entorno, y eso nos desarrolla una personalidad indiferente y poco activa, ante la situación personal, familiar y social. Es muy importante captar la positividad y el gozo de la vida, reconocernos como entes con las facultades necesarias para superarnos y sobresalir, para alzar la voz para expresar nuestros pensamientos e ideales, a no quedarnos callados e indiferentes ante lo que consideremos injusto que nos afecte tanto en lo personal como colectivo. Los grandes males de la humanidad nacen siempre en un origen, y ese origen nace desde el núcleo, desde la persona misma, y desde ahí tenemos la posibilidad de atacarlo; y que mejor inicio que comenzando desde nosotros mismos, transformando nuestros vicios, nuestras actitudes y pensamientos negativos; desde ese núcleo podemos iniciar una transformación, un cambio que gradualmente se vaya expandiendo hacia nuestro entorno, contagiando una actitud positiva y constructiva, desde el núcleo más importante y significativo de la sociedad: la familia.

Las actitudes de pesimismo e incertidumbre provocado por nuestro entorno, lo podemos comenzar atacar y erradicar con este tipo de actitud, no permitirnos apagarnos por la obscuridad del caos, provocado por al interminables guerras, la hambruna, las epidemias, los conflictos religiosos, las crisis alimentaria y económica; aún en el caos podemos generar un orden a nivel mental y emocional, aspirar a ser líderes en autocontrol, autoestima, seguridad y temple, el descubre los momentos de inseguridad nos proporcionan gran poder para eliminarlos de nuestra personalidad, para comenzar a dar pasos hacia la libertad interior, por lo que es importante aquilatar los momentos especiales, los momentos buenos, porque son origen de acertadas decisiones, y que representan pasos firmes y seguros hacia la madurez, para evolucionar y reconocer que los grandes cambios devienen de uno mismo. Preguntarnos constantemente,.¿Cómo ha sido nuestra historia personal?, ¿Cuáles han sido los momentos y los espacios más significativos de cambio en nuestra vida?, ¿cuáles han sido los más gratificantes?, ¿cuáles han sido los más dolorosos?, ¿Qué es aquellos que nos ha ido ayudando a evolucionar?. Mirar las distintas etapas de la vida y de los acontecimientos personales, nos proporcionarán seguridad y determinación para enfrentar toda clase de retos, toda clase de vicisitudes y calamidades. La historia personal está llena de matices, también de recovecos, de luces y de sombras, y cuando volvemos sobre ella podemos hallar muchas sorpresas, no necesariamente desagradables. Con actitudes positivas se captan sentidos nuevos, nos proporcionan motivación, se reciben gratificaciones inesperadas. Podemos descubrir cuestiones que nos estaban ocultas, dispersas o en la sombra, por nuestro pensamiento pesimista y conformista, producto de nuestro entorno caótico actual que nos induce a ese tipo de comportamientos.

Es muy importante intentar una reconciliación interior a fondo con nuestras inquietudes y aspiraciones con nosotros mismos con los demás y con la vida misma en general, apegarnos al sentimiento de positivismo aún cuando el entorno sea nefasto y pesimista, porque ese tipo de actitud poco a poco irá contagiando nuestro entorno y eso nos alentará a no perder la esperanza de lograr un cambio a nivel personal para expandirlo hacia lo colectivo. Por eso es necesario alimentar y hacer crecer los sentimientos, las actitudes y los pensamientos positivos en la vida, eso nos invadirá una sensación de paz y armonía que nos ayudará a analizar nuestro interior para aceptarnos, animarnos y tolerar cualquier tipo de agresión venida del exterior, a no permitir sacrificar nuestra individualidad para buscar la aceptación de los demás, debemos entender que somos seres únicos y no producto de la colectividad, únicos en independencia y aspiraciones y no colectivos en el pesimismo y la indiferencia; pero si podemos ser colectivos en la tolerancia y el respeto a la individualidad de cada ser humano, de cada ser animal, de la naturaleza que nos rodea, de la responsabilidad de cuidar nuestro medio ambiente, comenzando con una disciplina y responsabilidad propia y ser portadores constantes y consistentes de un cambio anhelado pero comenzando ese cambio desde nuestro propio núcleo y no culpando a los demás de los males que aquejan a la humanidad entera, es fácil responsabilizar a los factores externos, cuando nosotros mismos lo alimentamos con nuestra indiferencia y pasividad, no debemos inquietarnos por las dificultades de la vida, por sus altibajos, por sus decepciones, por su porvenir más o menos sombrío. Es parte de la evolución dentro de la involución en que vivimos para aprender y corregir, crecer y madurar, la vida es realismo puro alimentado con aspiraciones y anhelos idealistas, es la búsqueda necesaria del equilibrio.

El control y solución de las grandes responsabilidades comienzan, atendiendo y solucionando los pequeños detalles y responsabilidades de la vida.