Ingenio
Un día un niño al jugar en el parque algo de pronto le llamó poderosamente la atención era una hormiga negra y de tamaño mediano, la hormiga llevaba como carga una pajita que era seis veces más larga que ella misma.
Después de avanzar casi un metro con semejante carga, llegó a una especie de grieta, estrecha pero profunda, formada entre dos grandes piedras. Probó cruzar de una manera y de otra, pero todo su esfuerzo fue en vano. Hasta que por fin la hormiguita hizo lo insólito. Con toda habilidad apoyó los extremos de la pajita en un borde y otro de la grieta, y así se construyó su propio puente, sobre el cuál pudo atravesar el abismo. Al llegar al otro lado, tomó nuevamente su carga y continuó su esforzado viaje sin inconvenientes.
La hormiga supo convertir su carga en un puente, y así pudo continuar su viaje. De no haber tenido esa carga, que bien pesada era para ella, no habría podido avanzar en su camino....
Reflexión:
Cuántas veces nos quejamos por los problemas, las cargas y las pruebas que debemos soportar!. Todo tipo de desavenencias nos desmoralizan, nos angustian y nos invade de incertidumbre, generalmente propiciadas por aparentes equivocaciones o errores en nuestras acciones pasadas, por una mala decisión ante una situación inesperada, esto nos genera en mayor proporción culpas y remordimientos, los cuáles al no saberlos canalizar positivamente o desprender de nuestra memoria, se van acumulando gradualmente con el pasar de los años sin detenernos a erradicarlos definitivamente, esto por consecuencia nos desarrolla una sensación de peso que se aloja en nuestra conciencia, y esa sensación de peso es la que nos genera esta sensación de desagrado e insatisfacción, al no sabernos desprender de los recuerdos del pasado, por una simple razón!, porque lo pasado ya quedo fuera de nuestro control, ya no podemos regresar el tiempo para solucionarlo, y ese sentimiento de frustración nos va generando dolor emocional y físico, evitando que disfrutemos de una vida armónica y en paz, por alguna razón el ser humano tiende a almacenar los recuerdos del pasado, a aferrarse de lo que ya no esta en sus manos disfrutar, cambiar o erradicar, en su momento actúo con lo mejor que su evolución le permitió, con las armas que a su desarrollo individual disponía, en ocasiones entraron en juego la inexperiencia y la ignorancia, y muchas veces echamos mano de aspectos externos con la finalidad de desprendernos de nuestra responsabilidad atribuyéndole a conceptos como Destino, Dios, Karma, etc., cómo los principales responsables de nuestras ¨desgracias¨, y en otras nos autodestruimos moralmente al absorber por completo las consecuencias que en su momento estuvieron fuera de nuestro alcance, culpándonos obsesivamente nuestra falta de acierto.
El hecho de experimentar siempre un estado emocional de culpabilidad por lo pasado, principalmente por experiencias desafortunadas y traumáticas que nos ¨marcaron¨ la vida, o por lo menos así lo conceptualizamos en la mayoría de las ocasiones, este tipo de ¨carga¨ nos proporciona una sensación de ¨placer¨, al aferrarnos a algo que le proporcione sentido a una vida plagada de vacío existencial sin un propósito claro a perseguir, nos proporciona la sensación de ser ¨algo¨, para alimentarnos en base a la autocompasión, nos hace sentir ¨vivos¨, porque de otra forma la vida se hace insoportable cuando no experimentamos esa particular forma de ser, cargar todo el tiempo con culpas y remordimientos e incluso algunos cultos religiosos nos fomentan y alimentan permanentemente el concepto de ¨pecado¨ si no actuamos conforme a sus preceptos litúrgicos; las ¨culpas¨ heredadas por tradición religiosa a través de determinados tipos de oraciones y que irremediablemente se va insertando en nuestro subconsciente, sin percatarnos que son formas de inducción y manipulación para desarrollarnos una particular forma de fanatismo, y que nos va extinguiendo nuestro libre albedrío, condicionándonos una forma de vida paralela orientada a eliminar nuestra libertad de expresarnos y actuar en la vida. Sin duda una carga es una sensación de peso, y por ser una sensación eso nos da un sentido de vida, un deseo equivocado de aferrarse a cualquier cosa, que importa que ésta sea destructiva, el caso es simplemente ¨sentir¨, por que el sentir es vivir!. Y en esta obsesiva idea de aferrarnos a las cargas, a lo pasado, nos van deformando nuestra individualidad principalmente la evolución hacia la libertad de ser, nos condiciona en nuestro actuar en las relaciones humanas, nos hace ser temerosos, cerrados, antisociales y solitarios, perdemos innumerables oportunidades para desarrollarnos, para experimentar la libertad, la alegría, el amor!. Vivimos ocultos bajo el velo de las personalidades ilusorias e incongruentes con nuestra verdadera esencia, con nuestra individualidad, en cada situación utilizamos una máscara, un mecanismo de evasión para sentirnos ¨protegidos¨ y ¨seguros¨ ante la ¨incomprensibilidad¨ de la vida y la sociedad; cuando estas cargas, culpas, remordimientos o temores internos no los enfrentamos, gradualmente nos va apagando el deseo de vivir, nos envejece tanto externa como internamente, nos llevamos nuestro ¨tesoro¨ hasta el final de nuestros días, porque representa nuestra historia obscura de vida y que sólo nosotros tenemos acceso a ella y que en innumerables veces hacemos partícipe de ella a ¨íntimos¨ con la falsa creencia de buscar la aceptación por compasión, e incluso son motivo de vergüenza y auto intimidación, cuando simplemente es experiencia de vida, y el apegarnos a los conceptos negativos sin percatarnos nos consume día tras día.
Ahora! Que sucedería si, esas mismas cargas, esas experiencias de vida le asumimos el otro polo, la otra cara de la moneda, lo positivo y constructivo?, acaso todo es malo en la vida?, acaso esas experiencias sin importar su grado de deterioro o dolor emocional, mental o físico –asumidas positivamente, acaso algo constructivo arrojará?, que no acaso hasta la flor más hermosa emerge a la superficie extrayendo el nutriente del estiércol?, es necesario anteponerle a esas cargas una culpa, un remordimiento?, que tan sólo por que en su origen a alguien se le ocurrió etiquetarle una consecuencia a una acción llamada ¨culpa¨ o ¨remordimiento¨, ya debamos asumirlo como tal?, donde se encuentra el origen de asumir ese sentimiento que destruye nuestra libertad de ser?, es cierto que a toda acción hay una reacción, pero que no acaso a toda acción hay un conocimiento, una enseñanza, un aprendizaje?, hasta donde la conciencia nos genera una culpa o remordimiento?, hasta donde se encuentran los límites de la moral y la ética?, cuando la moral es un concepto adquirido en el núcleo familiar, cultural y social; y en cambio la ética es el conocimiento innato de nuestra actividad individual conocido como conciencia; en que momento el actuar de determinada forma en la vida nos genera una culpa o remordimiento que a la postre se trasforma en carga?, generalmente estos conceptos surgieron con la aparición de los cultos religiosos, y esos cultos religiosos surgieron cuando el ser humano reconoció el concepto de Dios, y el concepto de Dios surgió cuando el ser humano experimentó temor e incertidumbre por aquellos fenómenos naturales que desconocía y que sintió impotencia al no poder controlarlos. Y en esa conceptualización de credo religiosa se creó el concepto o culpa como un medio de establecerle límites de comportamiento al ser humano, al establecerle una ley o Decálogo de vida de la cuál se vió sometido a cumplir para controlar su libre albedrío y por ende la culpa se origina al rebasar los límites de esa supuestas leyes divinas. Nos recuerdan incluso un pasaje Bíblico que cuando el Hombre comió del árbol del conocimiento, por la supuesta inducción de una mujer; perdieron su estatus de inmortalidad y se convirtieron en seres humanos mortales, los cuáles experimentaron culpa y remordimiento por desobedecer una ley divina y se sintieron avergonzados al mirarse desnudos uno al otro!, cuando el cuerpo es una de las más bellas manifestaciones de la creación. El haber desobedecido una supuesta ley generó en el ser humano el temor ante el actuar de su libre albedrío innato ocasionándole con ello culpa y remordimiento y por ende una carga en su conciencia.
Si desde esos remotos ¨tiempos¨ simbólicos se experimentó por vez primera la carga moral. Desde el origen de la humanidad cuando el hombre actuaba sólo impulsado por sus instintos, todo en su concepción era parte integral de él como lo es la naturaleza y el universo que le rodea, para él nada era positivo ni negativo, ni bueno ni malo, simplemente era!, sólo actuaba en base a su naciente libertad de descubrir el mundo, sus acciones se enfocaban al naciente descubrimiento de su mundo, al despertar de su conciencia, aprendiendo momento a momento de sus propias vivencias, quizás si con cierto temor por aquello que aún desconocía, pero su pensamiento era libre y creativo, era alentador y emotivo, en base a sus propias reglas, no había polaridades de por medio, todo era asombro y espontaneidad. Y surge entonces la siguiente pregunta: hasta donde termina ese libre albedrío?, en que momento el ser humano por instinto desarrolla el sentimiento de culpabilidad y remordimiento que a la postre se transforma en carga?. Al parecer esto se genera a través de un tipo de pensamiento y actitud constructiva o destructiva! Y si es una cuestión mental significa que poseemos el control de establecer nuestros propios preceptos y límites, donde ésta libertad termina cuando comienza la libertad del otro, cuando nuestras acciones no son perjudiciales ni dañinas para con nuestro prójimo, cuando están orientadas a construir en lugar de destruir, cuando armonizamos y restablecemos el equilibrio de aquello que se encuentra inestable, incluso cuando en el pasado hemos cometido algún error involuntario o hemos sido víctimas de una experiencia desagradable, incluso hasta de lo que consideramos más negativo y destructivo, aquello que consideramos carga, no por inducciones de credo o por reglas preestablecidas de la sociedad, sino producto de nuestro libre actuar en la vida y no sujetos a condicionamientos y convencionalismos morales y sociales, es cuando estamos en la posibilidad de extraer enseñanza de vida, las mismas cargas las podemos transformar en conocimiento valioso para nuestra madurez y evolución y cuyas ¨cargas¨ se pueden convertir en puentes y peldaños que nos ayudan a crecer, a aprender, a descubrir y a construir, cuando asumimos una actitud positiva ante la vida, fuera de autocompadecencias e inseguridades; el misterio de la vida con frecuencia nos lleva a padecer ¨males¨ para madurar y experimentar lo valioso que arrojo una experiencia pasada para así revalorar nuestras actitudes y mentalidad ante la adversidad, nos enseña también que debemos llevar con valor nuestras cargas para luego convertirlas en puentes de éxito y prosperidad material y espiritual.
Si actualmente estamos soportando algún problema o adversidad, debemos tener presente que nada se conseguirá quejándonos o angustiándonos, ese tipo de actitud o carga sólo aniquilará y destruirá nuestra confianza y autoestima; todo lo contrario, más bien esa carga nos proporcionará fuerza para seguir con valor y lograr mayores alturas, cuando la fe y confianza en nuestras capacidades se encuentran bien cimentadas en nuestro interior, toda adversidad la trasformaremos en retos a vencer para evaluar nuestro carácter, nuestro control emocional y nuestra madurez. Cada prueba de la vida no está diseñada para cerrarnos y ocultarnos en la indiferencia y el temor permanente; está diseñada para ser valerosos y determinantes, aún cuando nuestro entorno se encuentre caótico, nuestra actitud permanecerá como el ojo de un huracán: estable, en calma y seguro de su gran fuerza de atracción para controlar el caos a su alrededor. Eliminando el pensamiento condicionado, temeroso y negativo, en nuestra mente se experimentará una transformación a nivel motivacional y creativo, toda la bruma del entorno se extinguirá, observando todo con mucho mayor claridad y enfoque. Y estaremos en camino de hallar nuevas soluciones y alternativas ante lo que considerábamos una carga muy pesada de soportar, al desprendernos de ella experimentaremos una levedad y ligereza indescriptible que nos hará sentir alivio y confort. En la medida en que logremos desprendernos rápidamente de las culpas y los remordimientos transformándolos en puentes para seguir avanzando, y no almacenarlos hasta ésta sea insoportable, podremos enfocarnos en lo presente tan plenamente como así nos lo permitamos. Debemos asumir que lo pasado ya no nos pertenece y por tanto ya no podemos cambiarlo, pero si podemos reconciliarnos con él, asumiendo que en su momento actuamos con lo mejor que poseíamos, lo demás ya forma parte de la vida, la cuál nos regala conocimiento y aprendizaje a raudales, eso si es importante, concentrarnos en lo que verdaderamente importa, en analizar el porqué suceden estas vivencias, que clase de mensaje nos está proporcionando?, hacia donde nos está encauzando?, acaso significará que algo nuevo y emotivo nos aguarda?, serán acaso peldaños de una escalera más no obstáculos que nos encaminará hacia nuevos y más altos niveles de conciencia? Incluso serán puentes para evitar un abismo o vacío que nos precipite nuestros sueños? Tal vez señales para reorientar nuestro destino producto de un camino de pronto errado?, es alentador experimentar este tipo de actitud, porque invariablemente nos guiará hacia mejores e innovadores rumbos, nuevas experiencias, más enriquecedoras sin etiquetarlas o prejuzgarlas, nuevas oportunidades de crecimiento, nuevas amistades y porque no? un nuevo amor!. Todo es cuestión de actitud, libre de ataduras, condicionamientos, apegos excesivos, de imposiciones de credo que coartan la libertad de ser.
La carga proporciona sensación ilusoria de ser, la levedad es el despojo de la carga para experimentar la libertad de ser!
Después de avanzar casi un metro con semejante carga, llegó a una especie de grieta, estrecha pero profunda, formada entre dos grandes piedras. Probó cruzar de una manera y de otra, pero todo su esfuerzo fue en vano. Hasta que por fin la hormiguita hizo lo insólito. Con toda habilidad apoyó los extremos de la pajita en un borde y otro de la grieta, y así se construyó su propio puente, sobre el cuál pudo atravesar el abismo. Al llegar al otro lado, tomó nuevamente su carga y continuó su esforzado viaje sin inconvenientes.
La hormiga supo convertir su carga en un puente, y así pudo continuar su viaje. De no haber tenido esa carga, que bien pesada era para ella, no habría podido avanzar en su camino....
Reflexión:
Cuántas veces nos quejamos por los problemas, las cargas y las pruebas que debemos soportar!. Todo tipo de desavenencias nos desmoralizan, nos angustian y nos invade de incertidumbre, generalmente propiciadas por aparentes equivocaciones o errores en nuestras acciones pasadas, por una mala decisión ante una situación inesperada, esto nos genera en mayor proporción culpas y remordimientos, los cuáles al no saberlos canalizar positivamente o desprender de nuestra memoria, se van acumulando gradualmente con el pasar de los años sin detenernos a erradicarlos definitivamente, esto por consecuencia nos desarrolla una sensación de peso que se aloja en nuestra conciencia, y esa sensación de peso es la que nos genera esta sensación de desagrado e insatisfacción, al no sabernos desprender de los recuerdos del pasado, por una simple razón!, porque lo pasado ya quedo fuera de nuestro control, ya no podemos regresar el tiempo para solucionarlo, y ese sentimiento de frustración nos va generando dolor emocional y físico, evitando que disfrutemos de una vida armónica y en paz, por alguna razón el ser humano tiende a almacenar los recuerdos del pasado, a aferrarse de lo que ya no esta en sus manos disfrutar, cambiar o erradicar, en su momento actúo con lo mejor que su evolución le permitió, con las armas que a su desarrollo individual disponía, en ocasiones entraron en juego la inexperiencia y la ignorancia, y muchas veces echamos mano de aspectos externos con la finalidad de desprendernos de nuestra responsabilidad atribuyéndole a conceptos como Destino, Dios, Karma, etc., cómo los principales responsables de nuestras ¨desgracias¨, y en otras nos autodestruimos moralmente al absorber por completo las consecuencias que en su momento estuvieron fuera de nuestro alcance, culpándonos obsesivamente nuestra falta de acierto.
El hecho de experimentar siempre un estado emocional de culpabilidad por lo pasado, principalmente por experiencias desafortunadas y traumáticas que nos ¨marcaron¨ la vida, o por lo menos así lo conceptualizamos en la mayoría de las ocasiones, este tipo de ¨carga¨ nos proporciona una sensación de ¨placer¨, al aferrarnos a algo que le proporcione sentido a una vida plagada de vacío existencial sin un propósito claro a perseguir, nos proporciona la sensación de ser ¨algo¨, para alimentarnos en base a la autocompasión, nos hace sentir ¨vivos¨, porque de otra forma la vida se hace insoportable cuando no experimentamos esa particular forma de ser, cargar todo el tiempo con culpas y remordimientos e incluso algunos cultos religiosos nos fomentan y alimentan permanentemente el concepto de ¨pecado¨ si no actuamos conforme a sus preceptos litúrgicos; las ¨culpas¨ heredadas por tradición religiosa a través de determinados tipos de oraciones y que irremediablemente se va insertando en nuestro subconsciente, sin percatarnos que son formas de inducción y manipulación para desarrollarnos una particular forma de fanatismo, y que nos va extinguiendo nuestro libre albedrío, condicionándonos una forma de vida paralela orientada a eliminar nuestra libertad de expresarnos y actuar en la vida. Sin duda una carga es una sensación de peso, y por ser una sensación eso nos da un sentido de vida, un deseo equivocado de aferrarse a cualquier cosa, que importa que ésta sea destructiva, el caso es simplemente ¨sentir¨, por que el sentir es vivir!. Y en esta obsesiva idea de aferrarnos a las cargas, a lo pasado, nos van deformando nuestra individualidad principalmente la evolución hacia la libertad de ser, nos condiciona en nuestro actuar en las relaciones humanas, nos hace ser temerosos, cerrados, antisociales y solitarios, perdemos innumerables oportunidades para desarrollarnos, para experimentar la libertad, la alegría, el amor!. Vivimos ocultos bajo el velo de las personalidades ilusorias e incongruentes con nuestra verdadera esencia, con nuestra individualidad, en cada situación utilizamos una máscara, un mecanismo de evasión para sentirnos ¨protegidos¨ y ¨seguros¨ ante la ¨incomprensibilidad¨ de la vida y la sociedad; cuando estas cargas, culpas, remordimientos o temores internos no los enfrentamos, gradualmente nos va apagando el deseo de vivir, nos envejece tanto externa como internamente, nos llevamos nuestro ¨tesoro¨ hasta el final de nuestros días, porque representa nuestra historia obscura de vida y que sólo nosotros tenemos acceso a ella y que en innumerables veces hacemos partícipe de ella a ¨íntimos¨ con la falsa creencia de buscar la aceptación por compasión, e incluso son motivo de vergüenza y auto intimidación, cuando simplemente es experiencia de vida, y el apegarnos a los conceptos negativos sin percatarnos nos consume día tras día.
Ahora! Que sucedería si, esas mismas cargas, esas experiencias de vida le asumimos el otro polo, la otra cara de la moneda, lo positivo y constructivo?, acaso todo es malo en la vida?, acaso esas experiencias sin importar su grado de deterioro o dolor emocional, mental o físico –asumidas positivamente, acaso algo constructivo arrojará?, que no acaso hasta la flor más hermosa emerge a la superficie extrayendo el nutriente del estiércol?, es necesario anteponerle a esas cargas una culpa, un remordimiento?, que tan sólo por que en su origen a alguien se le ocurrió etiquetarle una consecuencia a una acción llamada ¨culpa¨ o ¨remordimiento¨, ya debamos asumirlo como tal?, donde se encuentra el origen de asumir ese sentimiento que destruye nuestra libertad de ser?, es cierto que a toda acción hay una reacción, pero que no acaso a toda acción hay un conocimiento, una enseñanza, un aprendizaje?, hasta donde la conciencia nos genera una culpa o remordimiento?, hasta donde se encuentran los límites de la moral y la ética?, cuando la moral es un concepto adquirido en el núcleo familiar, cultural y social; y en cambio la ética es el conocimiento innato de nuestra actividad individual conocido como conciencia; en que momento el actuar de determinada forma en la vida nos genera una culpa o remordimiento que a la postre se trasforma en carga?, generalmente estos conceptos surgieron con la aparición de los cultos religiosos, y esos cultos religiosos surgieron cuando el ser humano reconoció el concepto de Dios, y el concepto de Dios surgió cuando el ser humano experimentó temor e incertidumbre por aquellos fenómenos naturales que desconocía y que sintió impotencia al no poder controlarlos. Y en esa conceptualización de credo religiosa se creó el concepto o culpa como un medio de establecerle límites de comportamiento al ser humano, al establecerle una ley o Decálogo de vida de la cuál se vió sometido a cumplir para controlar su libre albedrío y por ende la culpa se origina al rebasar los límites de esa supuestas leyes divinas. Nos recuerdan incluso un pasaje Bíblico que cuando el Hombre comió del árbol del conocimiento, por la supuesta inducción de una mujer; perdieron su estatus de inmortalidad y se convirtieron en seres humanos mortales, los cuáles experimentaron culpa y remordimiento por desobedecer una ley divina y se sintieron avergonzados al mirarse desnudos uno al otro!, cuando el cuerpo es una de las más bellas manifestaciones de la creación. El haber desobedecido una supuesta ley generó en el ser humano el temor ante el actuar de su libre albedrío innato ocasionándole con ello culpa y remordimiento y por ende una carga en su conciencia.
Si desde esos remotos ¨tiempos¨ simbólicos se experimentó por vez primera la carga moral. Desde el origen de la humanidad cuando el hombre actuaba sólo impulsado por sus instintos, todo en su concepción era parte integral de él como lo es la naturaleza y el universo que le rodea, para él nada era positivo ni negativo, ni bueno ni malo, simplemente era!, sólo actuaba en base a su naciente libertad de descubrir el mundo, sus acciones se enfocaban al naciente descubrimiento de su mundo, al despertar de su conciencia, aprendiendo momento a momento de sus propias vivencias, quizás si con cierto temor por aquello que aún desconocía, pero su pensamiento era libre y creativo, era alentador y emotivo, en base a sus propias reglas, no había polaridades de por medio, todo era asombro y espontaneidad. Y surge entonces la siguiente pregunta: hasta donde termina ese libre albedrío?, en que momento el ser humano por instinto desarrolla el sentimiento de culpabilidad y remordimiento que a la postre se transforma en carga?. Al parecer esto se genera a través de un tipo de pensamiento y actitud constructiva o destructiva! Y si es una cuestión mental significa que poseemos el control de establecer nuestros propios preceptos y límites, donde ésta libertad termina cuando comienza la libertad del otro, cuando nuestras acciones no son perjudiciales ni dañinas para con nuestro prójimo, cuando están orientadas a construir en lugar de destruir, cuando armonizamos y restablecemos el equilibrio de aquello que se encuentra inestable, incluso cuando en el pasado hemos cometido algún error involuntario o hemos sido víctimas de una experiencia desagradable, incluso hasta de lo que consideramos más negativo y destructivo, aquello que consideramos carga, no por inducciones de credo o por reglas preestablecidas de la sociedad, sino producto de nuestro libre actuar en la vida y no sujetos a condicionamientos y convencionalismos morales y sociales, es cuando estamos en la posibilidad de extraer enseñanza de vida, las mismas cargas las podemos transformar en conocimiento valioso para nuestra madurez y evolución y cuyas ¨cargas¨ se pueden convertir en puentes y peldaños que nos ayudan a crecer, a aprender, a descubrir y a construir, cuando asumimos una actitud positiva ante la vida, fuera de autocompadecencias e inseguridades; el misterio de la vida con frecuencia nos lleva a padecer ¨males¨ para madurar y experimentar lo valioso que arrojo una experiencia pasada para así revalorar nuestras actitudes y mentalidad ante la adversidad, nos enseña también que debemos llevar con valor nuestras cargas para luego convertirlas en puentes de éxito y prosperidad material y espiritual.
Si actualmente estamos soportando algún problema o adversidad, debemos tener presente que nada se conseguirá quejándonos o angustiándonos, ese tipo de actitud o carga sólo aniquilará y destruirá nuestra confianza y autoestima; todo lo contrario, más bien esa carga nos proporcionará fuerza para seguir con valor y lograr mayores alturas, cuando la fe y confianza en nuestras capacidades se encuentran bien cimentadas en nuestro interior, toda adversidad la trasformaremos en retos a vencer para evaluar nuestro carácter, nuestro control emocional y nuestra madurez. Cada prueba de la vida no está diseñada para cerrarnos y ocultarnos en la indiferencia y el temor permanente; está diseñada para ser valerosos y determinantes, aún cuando nuestro entorno se encuentre caótico, nuestra actitud permanecerá como el ojo de un huracán: estable, en calma y seguro de su gran fuerza de atracción para controlar el caos a su alrededor. Eliminando el pensamiento condicionado, temeroso y negativo, en nuestra mente se experimentará una transformación a nivel motivacional y creativo, toda la bruma del entorno se extinguirá, observando todo con mucho mayor claridad y enfoque. Y estaremos en camino de hallar nuevas soluciones y alternativas ante lo que considerábamos una carga muy pesada de soportar, al desprendernos de ella experimentaremos una levedad y ligereza indescriptible que nos hará sentir alivio y confort. En la medida en que logremos desprendernos rápidamente de las culpas y los remordimientos transformándolos en puentes para seguir avanzando, y no almacenarlos hasta ésta sea insoportable, podremos enfocarnos en lo presente tan plenamente como así nos lo permitamos. Debemos asumir que lo pasado ya no nos pertenece y por tanto ya no podemos cambiarlo, pero si podemos reconciliarnos con él, asumiendo que en su momento actuamos con lo mejor que poseíamos, lo demás ya forma parte de la vida, la cuál nos regala conocimiento y aprendizaje a raudales, eso si es importante, concentrarnos en lo que verdaderamente importa, en analizar el porqué suceden estas vivencias, que clase de mensaje nos está proporcionando?, hacia donde nos está encauzando?, acaso significará que algo nuevo y emotivo nos aguarda?, serán acaso peldaños de una escalera más no obstáculos que nos encaminará hacia nuevos y más altos niveles de conciencia? Incluso serán puentes para evitar un abismo o vacío que nos precipite nuestros sueños? Tal vez señales para reorientar nuestro destino producto de un camino de pronto errado?, es alentador experimentar este tipo de actitud, porque invariablemente nos guiará hacia mejores e innovadores rumbos, nuevas experiencias, más enriquecedoras sin etiquetarlas o prejuzgarlas, nuevas oportunidades de crecimiento, nuevas amistades y porque no? un nuevo amor!. Todo es cuestión de actitud, libre de ataduras, condicionamientos, apegos excesivos, de imposiciones de credo que coartan la libertad de ser.
La carga proporciona sensación ilusoria de ser, la levedad es el despojo de la carga para experimentar la libertad de ser!
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home