viernes, julio 03, 2009

Cómo Tejes tu vida?

Mi abuela bordaba los manteles más hermosos. Cuando era niño me quedaba junto a ella las tardes enteras charlando mientras sus hábiles manos danzaban en perfecta armonía con los hilos y telas.

Su estado de ánimo variaba dependiendo del día. A veces estaba alegre y conversadora, otras lucía seria y silenciosa. Y de vez en cuando se quejaba más de la cuenta.

Sin embargo siempre, sin importar el día, cosía con la misma mística. Frecuentemente la encontraba en su silla, dormitando, con la cabeza inclinada levemente hacia adelante, pero aferrando con firmeza su tejido.

Durante semanas sus bordados me parecían extraños y confusos, puesto que mezclaba hilos de distintos colores y texturas, que se veían en completo desorden. Cuando le preguntaba que estaba tejiendo o bordando, sonreía y gentilmente me decía:

- Ten paciencia, ya lo verás.

Al mostrarme la obra terminada, me percataba que donde había habido hilos de colores oscuros y claros, resplandecía bordada una linda flor o un precioso paisaje. Lo que antes parecía desordenado y sin sentido, se entrelazaba creando una hermosa figura.

Me sorprendía y le preguntaba:

- Abuela, ¿cómo lo haces?
¿Cómo puedes tener tanta paciencia?

- Es como la vida. -respondía-.

Si te fijas en la tela y los hilos en su estado original, se asemejarán a un caos, sin sentido ni relación, pero si recuerdas lo que estás creando, todo tendrá sentido.


Reflexión:

La vida de cada ser humano es como una bola de estambre sin un orden aparente, cada color y textura representa una experiencia que va entretejiendo los diferentes hilos de nuestro destino, todo al principio es de una sola coloratura por lo general de tonalidad blanca que representa la pureza, la inocencia, pasando a una tonalidad rosada donde todo es ideal desenfadado e impresionable, conforme va despertando nuestra conciencia en ocasiones se tornará amarillo, que representa un estado de alerta ante la exposición al medio ambiente donde nuestro organismo desarrollará sus propias defensas quedando expuestos a las enfermedades, ya en la adolescencia adquirirá una tonalidad verde, es cuando desarrollamos la rebeldía y la molestia como medio de rechazo a los convencionalismos sociales y familiares que interpretamos como imposiciones injustas, ya en la transición de la adolescencia a la madurez, lo que rige es el color rojo, la pasión el amor es cuando surge la necesidad de exponer nuestro sentimientos desarrollando así nuestra capacidad de amar y el desarrollo del carácter, llega el color café que marca el equilibrio, el control emocional, la ecuanimidad y la capacidad de discernir, para llegar al color negro, la sabiduría que es la acumulación de experiencias, la necesidad de expulsar de nuestro interior, aquello que nos duele y reprime, buscando el porque y el fondo de las cosas.

De cada uno de estos estambres está compuestos los hilos de nuestro destino, en cada textura y coloratura de nuestra habilidad instintiva y experimental depende el cómo tejamos nuestra vida, en un aparente caos inicial, cuando cada uno de estos estambres representaran las diferentes etapas de nuestra existencia, en la habilidad de nuestras manos se encuentra el cómo construyamos nuestro destino, que tipo de hechura final deseemos, aparentemente cada vivencia nos va transportando a un mundo de costumbres, cayendo en la mayoría de las veces en la rutina producto de la poca atención, la vida se nos hace tediosa y sin sentido, no le damos la importancia a los primeros bordados, sólo actuamos por inercia e indiferentes, cuando en los primeros bordados se encuentra la base que será fundamental para una obra sobresaliente y digna de admiración, en cada vivencia se expresará la textura del resultado adquirido, en ocasiones seremos delicados y cuidadosos en nuestras relaciones humanas, trataremos con tacto y respeto y en otras más constantes seremos algo precipitados y ansiosos por ver terminada nuestra obra antes de tiempo, nos invadirá la ansiedad y la rudeza innecesaria, rompiendo la continuidad del bordado y quedando una imperfección que marca una experiencia dolorosa e indeseable que quedará impregnada en nuestra memoria en forma permanente, y en cambio si la superamos y seguimos adelante adquiriremos mayor destreza y determinación para continuar bordando nuestro destino.

En ocasiones experimentaremos las diferentes coloraturas de la vida, a veces nos comportaremos inocentes, otras irascibles, indiferentes, alegres, agresivos, amorosos, desganados, tristes, rencorosos, sabios, determinantes, dependientes y otras autosuficientes, cada transición representa en su origen un entramado caótico de estambres, tomaremos de aquí y allá sin aparente sentido, así como sus diversas texturas, experimentando dolor e incertidumbre o motivación y alegría; si somos sabedores de nuestras capacidades, y seguros de nosotros mismos, adquiriremos la visión aproximada de lo que anhelamos de la vida, en nuestra mente recrearemos una y otra vez el tipo de obra que deseamos bordar, y eso nos encaminará en forma natural e instintiva más no autómata e incierta, el futuro que esperamos de nosotros mismos.

En un momento determinado de nuestra vida desearemos hacer un alto, una pequeña pausa en el tiempo para revalorar nuestras acciones, para avizorar lo que hemos diseñado hasta el momento, a veces nos inquietará el no ver resultados rápidos, otras confiaremos en nuestra voz interior que nos impulsará seguir adelante; quizás en otras ocasiones sentiremos la necesidad de detenernos y no seguir más al adolecer de conocimiento y experiencia, e incluso si encontramos varias imperfecciones en nuestro bordado eso nos desalentará, bloqueando nuestra capacidad creativa para entregarnos a las nuevas vivencias, invadiéndonos de inseguridad, provocando con ello abandonemos nuestro propósito por el temor a cometer un bordado equivocado, que nos precipite hacia la desorientación equivocando el camino; por lo cuál debemos utilizar la destreza de nuestras manos guiadas por la intuición para bordar cada hilo de nuestra vida con firmeza y seguridad, sin temer a errar la orientación del bordado, asimilando cada coloratura y textura muy necesaria para trasformar el aparente caos de las experiencias dolorosas a increíbles colores que detallen una hermosa figura que representará la evolución de la involución, el orden del caos y la certidumbre de la incertidumbre, sin esas coloraturas y texturas en apariencia negativas e indeseables, no tendríamos los elementos necesarios para poder bordar una exquisita obra de arte. Si la vida fuera de una sola tonalidad y textura, sería tediosa y rutinaria, no encontraríamos sentido a nuestras vivencias y sólo bordaríamos una vida vacía e inconsistente.

No debemos temer aventurarnos a experimentar nuevas texturas y matices, el combinarlas nos proporcionará exquisitas y sorprendentes experiencias, e incluso redituará en resultados inesperados que superarán nuestras expectativas de vida, si nos aferramos a lo convencional tarde o temprano nos precipitará hacia el conformismo y la indiferencia, por temor a experimentar lo nuevo, sólo nos atreveremos a lo seguro, a lo rutinario, al conformismo, terminando una obra mediocre e intrascendente. Si juzgamos la vida solamente por la rutina de lo cotidiano, mucho de lo que haremos parecerá inútil y sin sentido, pero si nos atrevemos a actuar acorde a nuestra voz interior desarrollando al máximo nuestras capacidades innatas en el bordado que estamos tejiendo, aún los enredos más caóticos cobrarán significado, porque ya habremos adquirido sabiduría y madurez, y con esa actitud no importará que tan compleja o arriesgada sea la bola de estambre, porque tendremos la capacidad de trasformarla en algo inconmensurable y exquisito.