miércoles, mayo 21, 2008

El Andar de la Vida

La vida es un constante viaje lleno de experiencias como un tren que aborda a sus pasajeros, plagado de sorpresas agradables en algunos momentos y en otras grandes tristezas. Al nacer entramos a ese tren y confiamos nuestra vida en aquellas personas que pensamos estarán siempre en ese viaje con nosotros: nuestros padres.
Sin embargo; en alguna estación ellos bajan y nos privan de su cariño, amistad y compañía irremplazable.
Además de personas interesantes y que pueden llegar a ser muy especiales para nosotros abordarán el tren en algún momento dejando una profunda huella en nuestro corazón.
También llegarán nuestros hermanos, amigos y maravillosos amores. Muchas personas toman nuestro vagón, para dejarnos gratos momentos, tristezas o decepciones, y otros circularán por él, listos para ayudarnos cuando lo requiramos.
Muchos al bajar dejan gratos recuerdos, algunos otros simplemente abordan de tal manera que cuando desocupan sus asientos, no percibimos sus ausencias.
Es muy común que muchos pasajeros, que nos son muy queridos se ubiquen en vagones diferentes del nuestro, por lo tanto nos vemos obligados a hacer el trayecto separados de ellos, eso no nos impide que durante el viaje atravesemos muchas veces con grandes dificultades nuestro vagón para llegar hasta el que es ocupado por nuestros seres que consideramos especiales, solo que difícilmente nos podremos sentar a su lado, muchas veces puede haber alguien ocupando ese lugar.
Nada importa, el viaje es así, lleno de atropellos, sueños, fantasías, grandes esperas, incertidumbre, despedidas. Eso sí, jamás tiene retorno, siempre va hacia adelante.
Realizar el viaje de la mejor manera posible, tratando de relacionarnos bien con todos los pasajeros, sin hipocresías, buscando en cada uno de ellos lo mejor que tengan para ofrecernos y ayudarles, recordando, siempre, que en cualquier momento del camino ellos podrán flaquear, así como nosotros a lo largo del camino también flaquearemos muchas veces, y seguramente habrá alguien que nos entienda y nos apoye como nosotros habremos de hacerlo con ellos.
El gran misterio, es que jamás sabremos en cual parada nos bajaremos, y mucho menos de quienes se atraviesen en nuestro camino..Y pensar que al bajarnos de ese tren sentiremos nostalgia, al separarnos los amigos que conocimos durante el trayecto, y que alguna enseñanza nos legaron.
Qué breve es este viaje del que todos terminaremos irremediablemente nuestro recorrido; y que importantes es cada encuentro, cada persona, cada minuto compartido, cada palabra y cada gesto.
Todos juntos en este incierto viaje, hacia un destino común: la última estación. Una estación desconocida para todos... una incógnita... En este hermoso viaje para algunos y desagradable para otros nuestras vivencias se incrementan día a día...
Nos hacen más sensibles o nos endurecen día a día. Estación tras estación, suceden estas experiencias diariamente, y pasamos del amor al desamor, de la esperanza a la desesperanza, del apego al abandono, de alegría a la tristeza... O tal vez nuestras estaciones se suceden en orden diferente... pero una tras otra forman parte de nuestra vida.
Cada estación contiene un mensaje, una vivencia, una enseñanza. Nos encontramos con rostros conocidos en este tren o con otros que nunca vimos antes pero que aparecen por algo en nuestra vida, con alguna misión especial por cumplir.
Al iniciar el viaje nuestra valija no nos pesa tanto, pero minuto a minuto se llena de recuerdos, de pasiones, de momentos. Es importante no estar tensos durante el recorrido, de desviar el camino cuando nuestro espíritu así lo requiere, tratar de descansar cuando el cansancio ya no nos permite disfrutar ni gozar.
La meta final nos espera a todos por igual, está en nosotros disfrutar de este viaje y llevarnos en la valija lo más esencial e importante, lo más profundo, y todo aquello que hace que un simple paseo se convierta en un viaje inolvidable.
El viaje puede ser importante pero el contenido de nuestra valija es el que nos permitirá seguir de pie ante las adversidades, ante los contratiempos.
Por eso no dudemos en guardar en ella los mejores recuerdos, las más hermosas pasiones, los más grandes amores y por sobre todo: los instantes en que fuimos muy felices y plenos.
Sólo abriendo esa valija a medida que se acerque la última estación podremos afirmar que valió la pena este viaje.