jueves, noviembre 07, 2013

Reminiscencias



Al despertarnos como cualquier otro día nuestra primera reacción es desconcierto y vagos recuerdos de fugaces sueños, provocado por sucesos confusos producto de reminiscencias pasadas y hasta en ocasiones de origen desconocido. Situaciones y escenarios que se van arraigando en nuestra mente en especial cuando no hemos sido capaces de cerrar ciertos círculos. Cuando deseamos fugarnos, evocamos esas vivencias que dejaron alguna marca en nuestro corazón, aquilatamos aquello que nos hizo sentir plenos; y sin poder evitarlo, traemos a nuestra memoria sucesos desagradables que marcaron una herida permanente y que en aún en la actualidad siguen no sólo estando presentes, son parte formativa de nuestra personalidad, quedando sensibles ante escenarios similares. Este tipo de experiencias pasadas generan ciertas reacciones que, cuando se dispone de una buena actitud, representan un impulso para encarar con decisión retos que ponen a prueba nuestra determinación; en caso contrario son una permanente barrera siendo tal el grado de   sensibilidad, que nos hace retroceder ante una decisión inminente y que podría ser trascendental en nuestra vida, sin embargo el temor ante el escenario del fracaso, es más fuerte que nuestro deseo de superar esas barraras mentales.

Cuando estas circunstancias parecen dominarnos, es usual que experimentemos frustración, que sintamos que hemos caído al precipicio del temor permanente y el conformismo; miramos hacia adelante y el horizonte se torna obscuro y confuso, la soledad se percibe pesada y dolorosa; es en ese momento en que hemos tocado fondo, porque hemos caído en un círculo vicioso; que sigue después?, seguirnos autodestruyendo?, que más hondo podemos caer cuando ya se ha experimentado lo que consideramos lo peor de la vida, ya sea por traumas o desagradables experiencias!. Algún tipo de mecanismo se activa en nuestra mente que retiene los sucesos más significativos sin importar el matiz, se graban sólidamente a tal grado que no hay tratamiento eficaz que nos ayude a ¨extirparlo¨. Sabemos de antemano que no es nada saludable el conservar vivamente esos recuerdos del pasado que limitan nuestra capacidad de encarar con valor y alegría la vida; nadie nos alienta a sufrir día a día por aquello que no se pudo concretar, ni por esas relaciones inconclusas y que aún seguimos añorando.

Debemos aceptar que así como el universo se encuentra en constante cambio y evolución, también las personas que en el pasado fueron significativas, ya han cambiado no sólo sus circunstancias sino su personalidad, nada se detiene en el tiempo, todo cambia y evoluciona; quién se detiene en el tiempo, deja no sólo de crecer, sino que se priva de lo grandioso y emocionante que la vida en su multitud de retos y sucesos nos ofrece cada instante, que importa si en el camino se presentan circunstancias desafiantes que amenacen con desestabilizarnos emocionalmente, si es precisamente en esos retos que podemos evaluarnos que tanto hemos sabido superar nuestras limitaciones y traumas del pasado. La vida es tan especial que a todo momento nos enfrenta a escenarios a fin de superar nuestras barreras mentales y aspirar a evolucionar, porque eso es la vida, un regalo y el don es poseer nuestra existencia para cumplir con el cometido que nos ha sido depositado a fin de perfeccionar nuestra esencia y lograr trascender.

Si de algo debemos estar convencidos, es que los sucesos el pasado siempre estarán presentes en nuestra memoria hasta el día en que dejemos de existir, el olvido sólo es un placebo que nos insertan para evadir lo que siempre será evidente en nuestra existencia, el baúl de los recuerdos son nuestro acumulativo existencial y que representa nuestra historia personal, eso es inviolable e inolvidable; lo que si podemos controlar es asumir esas reminiscencias como valiosas experiencias que son el impulso para conocernos, aprender de nuestros errores y aciertos, con un único fin, crecer con ellas para adquirir sabiduría y conducir nuestro destino hacia donde nos posibilite aspirar a disolver la incertidumbre existencial.

¨La vida es un gran desafío y el aceptar el reto es convencernos que estamos en el camino de la autoafirmación!¨.