Sencillez
Caminando por las calles, los sentidos captan toda clase de
escenarios; por un lado, tumultos de gente transitando por las calles buscando
afanosamente llegar a su destino de trabajo, otros alistándose en las
banquetas para iniciar su vendimia a margen de la ley con la esperanza de
llevar el pan de cada día a su hogar; madres caminando apresuradamente a los
diversos destinos de la educación elemental de sus hijos; jóvenes con sus
audífonos en su etapa inicial de independencia dirigiéndose a la prepa o universidad
caminando con un semblante un tanto relajado y despreocupado de los problemas
que aquejan a su comunidad; mientras tanto, uno que otro vagabundo transita
encorvado y maloliente a paso cansado con la mirada perdida y sus sentidos
embotados aparcando donde le caiga la noche, arrebatado de su esperanza y
certidumbre, consumiendo su existencia sin pena ni gloria; otros tanto abriendo
con gran ansiedad y esperanza las páginas de los diarios con la firme voluntad
de hallar una oportunidad de emplearse e incorporarse a la vida productiva a
fin de resolver sus problemas económicos inmediatos; no se puede exentar a
aquellas personas que hacen un pequeño alto a su marcha presurosa en algún
puesto con el fin de informarse de las noticias frescas del momento más
desalentadoras e inductivas que informativas e imparciales.
Cómo estar ajenos a nuestro entorno donde la naturaleza nos
brinda un placebo, con sus pequeñas aves trinando en las copas de los árboles
como un canto que endulza los oídos ante la intolerancia del ruido estruendoso
y agobiante de la ya insoportable carga automovilística que generan niveles de
ruido a decibeles de locura. Sin embargo, cuando se dirige la mirada al
firmamento en un cielo majestuoso ante el cenit de un esplendoroso amanecer,
hace olvidar por momentos la complejidad de un día más en la rutina del diario
existir, demostrándonos que en lo complejo de nuestros sentidos comunes emerge
la simplicidad y sencillez de la vida, sólo basta salir de nuestro
ensimismamiento y pesadumbre, elevando la mirada y observar atentamente el
entorno para darnos cuenta de la belleza que gira alrededor ante el agobio de
una sociedad mediatizada. Que decir de la vida fuera de las murallas humanas
citadinas, la provincia, en los grandes parajes armonizados con enormes cerros
florecientes de abundante flora y fauna, invadidos por rocíos del agua matinal
y espesa neblina otorgándoles un toque de grandeza que se impone a la
naturaleza humana; interminables caminos de terracería donde la gente transita
apacible sumergidos en una sublime reflexión agradecidos por la generosa
naturaleza que se brinda a su derredor donde impera la sencillez, niños
semidesnudos y descalzos disfrutando de los pequeños arroyuelos y coleccionando
piedras multicolores, jugando a la pelota; los más grandes, apoyando en las
labores de trasiego y campo de sus progenitores que antes del amanecer ya están
trabando arduamente en la supervivencia diaria.
Todo esto y muchos otros escenarios que se libran a diario
en las cuestiones laborales donde la presión es extremadamente exigente a fin
de luchar por un puesto de trabajo para escalar posiciones que proporcionen
mejores elementos de vida. Las actividades académicas que en nuestro sistema
educativo se vuelve cada vez más mediocre ante la falta de preparación del
magisterio y no se diga la vida académica dentro de las aulas, donde se viven
todo tipo de experiencias ante una juventud cada vez más exigente y enardecida
por la falta de oportunidades ante un gobierno que beneficia la privatización
denigrando así la educación pública. Que decir del entorno familiar donde se
libra casi una lucha de poder con la pareja en defensa de la igualdad, ante la
integración de actividades caseras y del rol a asumir con los hijos tanto en su
manutención y cuidado.
Esto es la vida compleja por la cantidad de tareas a
realizar cuando nos incorporamos a la vida productiva sobrellevando cantidad de
problemas y adversidades, esa es la incógnita principal, como extraer de la
complejidad la sencillez; cuando la rutina nos agobia y ensimisma en
multiplicidad de preocupaciones de índole económico y emocional, donde la
problemática social nos agobia minuto a minuto con sus noticias beligerantes;
si por un momento nos detenemos siquiera un segundo ante la vorágine del
dinamismo del tiempo, notaremos que la vida no va tan deprisa, deprisa van
nuestros pensamientos, acumulando preocupaciones sin un fundamento sustentado,
anhelamos lo mejor como un medio de asegurar un porvenir promisorio, y eso nos
mantienen en una obsesión enfermiza para lograr nuestro cometido a toda costa y
descuidando lo esencial, que por carecer de complejidad y de un beneficio
material, lo hacemos a un lado, nos desentendemos de lo que parecer sencillo y
simple, porque aparenta no generar dividendos materiales a corto plazo.
Cada aspecto de la vida no es ni complejo ni simple, es lo esencial dentro de
lo complejo de la mente humana, porque es el ser humano en que se complica la
vida, ante la sencillez. Cómo imaginar una vida ¨simple¨, porque pensamos que
carece de emoción y adrenalina; el universo en sí es perfecto en la complejidad
de su origen, como compleja es la maquinaria humana que se acciona en un
complejo proceso fisiológico que nos hace funcionar en una perfecta
coordinación. Porque entonces pensar que la vida debe ser compleja para que no
carezca de sentido, porque tenemos que complicarnos las cosas cuando las
soluciones pueden ser tan simples y prácticas; porque obsesionarnos con un
porvenir cuando se puede construir día a día en la sencillez de la
cotidianeidad, complejo es pensar que la vida debe ser difícil para creer que
sólo así lograremos alcanzar nuestras metas, cuando en lo simple y en lo
sencillo se encuentra la preparación para aquellas grandes encomiendas que nos
llevarán a realizar cosas importantes y productivas.
¨Un espíritu sencillo y humilde derriba grandes murallas
de soberbia y prepotencia¨
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