jueves, agosto 12, 2010

Una Búsqueda intensa

Una mujer estaba buscando afanosamente algo alrededor de un farol. Entonces un transeúnte pasó junto a ella y se detuvo a contemplarla. No pudo por menos que preguntar:

–Buena mujer, ¿qué se te ha perdido?, ¿qué buscas?

Sin poder dejar de gemir, la mujer, con la voz entrecortada por los sollozos, pudo responder a duras penas:

–Busco una aguja que he perdido en mi casa, pero como allí no hay luz, he venido a buscarla junto a este farol.

Fuente: Cuentos Clásicos de la India

Reflexion:

Es fácil desviar nuestras preocupaciones, frustraciones y desavenencias al exterior; es fácil pretender que todos nuestros problemas derivan del exterior; es fácil convencerse que nuestros anhelos se fueron al precipicio por aspectos del exterior; es fácil culpar al destino de nuestra suerte. Simplemente es fácil desviarnos hacia el exterior cuando todo cuanto nos sucede se origina en nuestro fuero interno.

Cada pensamiento, cada decisión, cada acción, surge de primer origen en nuestro interior, somos el centro de todo cuanto hay a nuestro alrededor, cada sensación, cada percepción, cada sentimiento, cada emoción, cada inquietud. Todo absolutamente todo proviene de nuestros aspectos internos a nivel emocional y mental; por consiguiente hay algo que provoca ese desvío interno; y es efectivamente nuestro entorno exterior, conocido como sociedad, sector en que nos desenvolvemos en la convivencia, en lo laboral y en lo profesional. Y que no necesariamente nuestro medio exterior es amenazante y destructivo, lo que lo hace amenazante es nuestra actitud ante ese medio en que convivimos, en el sentido de permitirnos influenciar por sus preceptos inductivos y mediáticos en que nos encontramos inmersos por la decadencia de valores que nos afectan actualmente.

Por supuesto depende además del nivel de conciencia que cada individuo posea para percibir identificar lo bueno y malo que amenace su estabilidad mental y emocional, y de esta forma desarrollar el razonamiento adecuado para saberse libre de este tipo de influencias de nuestro medio de convivencia. Porque cuando nuestra mente esta ofuscada por la ignorancia tanto de nuestros aspectos internos como de las tentaciones del exterior, podemos ser fáciles presas de los aspectos negativos en que nuestra personalidad se ve envuelta, desarrollando con esto prejuicios, temores, indiferencia, pasividad, inseguridad y falta de iniciativa. Esto por supuesto deriva en desarrollar una sensación de vacío y aislamiento, y en consecuencia comienza la pérdida de nuestros valores personales de individualidad, al sentirnos sometidos por el entorno exterior.

Y ante ello nuestra primera reacción ante esta dolorosa y desconcertante sensación es alejarnos a como de lugar de nosotros, reorientando y evadiendo la responsabilidad de enfrentar nuestros problemas a nivel emocional y mental; buscando en el exterior cualquier tipo de esperanza que nos devuelva la tranquilidad y armonía perdida, aferrándonos a todo tipo de creencias e ideologías de toda índole que nos proporcionen una respuesta coherente contra nuestros males personales, lo cuál se transforma en una búsqueda infructuosa comprobando que todo intento es vano e inútil, fracasando una y otra vez sin hallar los medios para resolver nuestras inquietudes personales; podríamos pasar toda una vida entera hasta el momento en que descubramos que las respuestas invariablemente de su magnitud, las hallaremos en nosotros mismos, y para que estas sean gradualmente descubiertas, es necesario ahondar en nuestro interior, en comenzar a descifrar el origen de nuestros males, no importando si ese origen fue ocasionado mucho tiempo atrás, lo importante es reconocer que fuimos los autores únicos ya sea de forma voluntaria o involuntaria; para comenzar a resolver el enigma que nos agobia permanentemente. Finalmente nuestro presente actual es consecuencia de nuestras acciones pasadas; es decir somos producto de lo que hacemos, de las decisiones que tomamos, ya sea consciente e inconscientemente.

Por lo mismo somos dueños de nuestro destino, en cuyo punto de partida ya no importa lo que sucedió en el pasado, eso ya pasó, ya se vivió, ya se experimentó y ya se perdió en las redes del tiempo, ya no se encuentra en nuestro control cambiarlo, transformarlo o evadirlo. Incluso las acciones pasadas nos han llevado hasta el momento en que nos encontramos actualmente, ya sea que estas sean favorables o desfavorables. Esto nos sitúa en el escenario de nuestra vida actual, y por tanto comenzar a responsabilizarnos de nuestras acciones, ya que el objetivo actual de nuestra existencia es vivirla al máximo, sin preocuparnos por lo desconocido e imprevisto, simplemente vivir!, experimentar la vida acorde a nuestras necesidades internas, a nuestras aspiraciones espirituales y materiales, despojarnos de toda índole de temores y prejuicios que obstaculicen y debiliten nuestra libertad de conducirnos acorde a esa percepción de vida que se va desarrollando conforme vamos conociendo, experimentando y enfrentando el mundo. Y si de pronto algo no salió conforme a nuestros deseos o propósitos no tomarlo de mala forma: con desesperación, enojo, frustración o desencanto; tomarlo como viene, con apertura mental controlando nuestras emociones, convencernos que toda vivencia es experiencia, es enriquecimiento de vida, es conocimiento de nuestro desempeño hacia el exterior, es expresión pura de nuestro fuero interior; porque la vida lo vale, porque es nuestra vida y porque nos pertenece, no para evadirla o destruirla, sino para entregarnos a la única existencia que podremos experimentar conscientemente y por ello mismo vale la pena aventurarse; porque la búsqueda es no buscar; es vivir!.