miércoles, marzo 31, 2010

Renacerás

Cuando caminando tu vida encuentres siempre la misma piedra, llévala contigo.
Cuando pierdas un amigo cuando menos lo esperabas, consuélate por haberlo tenido.
Cuando la injusticia te deje desvalido sin aliento, Vuelve a creer.
Cuando ¡Amaste tanto! hasta perder la piel, recupérate pronto, te perteneces.

Cómo pájaro herido, descansa, cura tus alas, vuelve a volar.
Cuando tu vida se vuelva noche, no desesperes, busca las estrellas.Cuando sientas ya tu existencia desperdiciada como un árbol seco, recuerda que la primavera siempre llega, aterciopelando rosas en tu mirada.

Encuentra tu manantial, riega siempre el jardín de tu vida.Renacerás...

Reflexión:

Renacer alegóricamente significa entre tantas definiciones, el rehacerse de nuevo cuando hemos errado el camino; el readaptarse a las nuevas circunstancias cuando hasta el momento todo ha sido equivocado y orientado al fracaso; el reincorporarse cuando más impotentes nos sintamos para levantarnos por enésima vez al caer de nuevo en nuestras debilidades e indecisiones; el reasumir la responsabilidad de nuestros actos con sus consabidas consecuencias, es decir, el hacernos responsables de nuestra vida.

Renacer es morir a nuestra personalidad anterior, aquella que sólo nos ha llevado a la desdicha y a la insatisfacción, es morir a nuestra pereza mental, a nuestra necesidad irracional de sentido de pertenencia, con la que pagamos un alto precio, al someter nuestra individualidad por la necesidad de alimentar el ego, de pretender elevar la autoestima renunciando a nuestra esencia real; de morir a nuestra soberbia y prepotencia, la cuál es sólo un caparazón o mecanismo de evasión, cuando en realidad lo que estamos demostrando es lo débiles que nos sentimos, nuestra carencia interna; morir a la dependencia ilusoria en que algún sector de la sociedad, nos ha impuesto sus normas conductuales de convivencia y status quo; de morir para renacer: morir a nuestra personalidad vana anterior para renacer en una individualidad tangible, con la tendencia hacia la libertad de Ser, pensar y expresar.

Si el renacer es morir cada día de nuestra vida para renacer a una nueva oportunidad, para corregir aspectos de nuestra personalidad que por alguna circunstancia ajena o propia no hemos corregido hasta el momento; es el momento de hacerlo, de no dudar más para dar el paso, de no temer errar cuando en realidad lo que estamos haciendo es concedernos una nueva oportunidad para desarrollarnos, para reagrupar nuestras ideas, nuestros proyectos personales, para amar, para crecer y evolucionar.

Si hasta el momento no estamos satisfechos con nuestra realidad actual, ya no hay que esperar más, es la oportunidad para ¨morir¨ a esa insatisfacción y frustración, renacer con nuevos bríos, recuperar la energía extinguida, recuperar la fe en nuestras capacidades explorándolas y llevarlas hacia ideas concretas; de no perder la esperanza en que tarde o temprano serán una realidad y se consolidarán siempre y cuando trabajemos activamente, con fundamentos realistas cumpliendo paso a paso para corregir, mejorar y potencializar las metas primarias para alcanzar aún mejores resultados, que superen nuestras expectativas iniciales hacia la meta final.

Renacer es ser flexibles, pacientes y tolerantes ante las adversidades que se presentan a todo momento en la vida, de aceptar los cambios, de percibir oportunidades inesperadas y tomarlas sin dudar, porque son señales que nos abren portales de crecimiento y madurez. Porque renacer es tener la mentalidad que la vida no termina cuando hemos llegado al fin de nuestra existencia. La vida termina cuando estamos en la alborada de la noche, cuando estamos preparados para dormir, en una oración interna no sólo nos entregamos a un sueño profundo y reparador; entregamos cuentas de nuestras acciones durante el día, para ser juzgadas por nuestra conciencia, para valorar aquellas decisiones o indecisiones, aquellos aciertos o desaciertos, aquellos juicios o prejuicios, aquellas oportunidades o tropiezos, aquellas satisfacciones o insatisfacciones, aquellas actitudes optimistas o pesimistas, simplemente nos entregamos a la alborada de la finalización de un ciclo más, de un día aparentemente ordinario que encierra todo un complejo y extraordinario mundo de vivencias, encauzadas hacia un propósito definido y claro: vivir, morir y renacer, el ciclo de las existencias diarias, para experimentar en la medida de nuestras posibilidades y de la evolución de nuestra conciencia, el extraordinario sentido interno de dios a través de nuestra esencia externa de la personalidad humana.

Y en ese ir y venir constante y perecedero, tenemos la oportunidad de perfeccionar uno a uno tanto nuestros aspectos internos como externos, para llegar a ese estado de liberación, mental y emocional; para sentirnos cada vez más libres y más seguros de nuestras potencialidades; porque aún cuando lo poseamos todo en lo referente a lo económico, social y patrimonial, de nada servirán cuando nuestra existencia interior es vacía y desoladora, y el aferrarnos a lo externo y material obsesivamente, sólo evadimos lo esencial: nuestra plenitud espiritual. Por eso la vida nos concede no toda una existencia para lograr nuestros propósitos primarios, sentirnos realizados y felices en lo interno; porque el pensar que tenemos toda una vida para lograr nuestros propósitos, es relajarnos y entregarnos al ocio y el pesimismo, perdiendo la oportunidad de vivir de instante en instante el momento presente, que es el contacto real con nuestros procesos internos interconectados a los procesos externos de nuestro entorno natural y universal. Ya que al final del camino de una jornada más, quizás tendremos una nueva oportunidad de renacer a un nuevo día, que es una nueva oportunidad para dejar de ser soberbios, siendo humildes aceptando que cada día es una invaluable oportunidad de experimentar a Dios que habita en nuestro interior.