EL Zapatero
Dios entró en la tienda le dijo: soy tan pobre que no tengo ni siquiera otras sandalias; y como ves están rotas e inservibles. ¿Podrías tú reparármelas por favor?, no tengo dinero aquí, pero te puedo dar lo que quieras si me las arreglas.
El zapatero con mucha desconfianza dijo: ¿Me puedes dar tu el millón dedólares que necesito para ser feliz?
Dios le dijo: Te puedo dar 100 millones de dólares. Pero a cambio me debes dar tus piernas...
El zapatero dijo: ¿Y de que me sirven los 100 millones si no tengo piernas?
Dios volvió a decir: Te puedo dar 500 millones de dólares, si me das tus brazos.
El zapatero respondió: ¿y que puedo yo hacer con 500 millones si no podría ni siquiera comer yo solo?
Dios habló de nuevo y dijo: Te puedo dar 1000 millones si me das tus ojos.
El zapatero solo dijo: ¿Y dime; que puedo hacer yo con tanto dinero si no podría ver el mundo, ni poder ver a mis hijos y a mi esposa para compartir con ellos?
Dios sonrió y le dijo: Ay hijo mío, como dices que eres pobre ¿; si te he ofrecido ya 1600 millones de dólares y no los has cambiado por las partes sanas de tu cuerpo! Eres tan rico y no te has dado cuenta
Reflexión:
Por que la naturaleza del ser humano es nunca sentirse plenamente satisfecho con lo que posee y en cambio todo el tiempo anhela más y más sin tener la plena certeza de cuáles son sus límites materiales?. Hay efectivamente en esta naturaleza nuestra la ¨necesidad¨ de aspirar siempre a lo máximo materialmente hablando, por supuesto que los aspectos económicos son un medio necesario para sobrevivir en una sociedad enteramente consumista, donde el factor económico es fundamental para satisfacer nuestras necesidades primarias de supervivencia, pero una vez satisfechas esas necesidades primarias de alimentación, vivienda, vestido y recreativas, hay algo que nos impulsa a exigirnos más allá de nuestros satisfactores primarios, y en esencia ese impulso casi instintivo es producto de nuestro ego, ese sentimiento de competir, de destacar por encima de los demás y sobre todo de la incertidumbre y temor permanente por el llamado porvenir o futuro, principalmente ese constante pensamiento que se encuentra latente en nuestros pensamientos, ese miedo a perder nuestro poder adquisitivo en alguna circunstancia determinada ante la pérdida de nuestro empleo, del latente desplome de un negocio, de una súbita e inesperada interrupción de un proyecto anhelado, en fin; son mucho los factores que nos hacen no sólo anhelar sino codiciar en extremo aún sobre cualquier aspecto ético o moral el obsesionarnos con el aspecto económico.
Pero y que arroja como consecuencia el satisfacer esta necesidad aún sin importar el medio para obtenerlo? Status?, reconociendo social?, pertenecer a exclusivos sectores privilegiados?, o quizás el compensar un determinado vacío moral y anímico?, o tal ves con fines de altruismo o beneficencia?, y porque no? para simplemente aspirar a una vida desahogada y sin temor hacia el porvenir?. Todos y cada uno de estos factores son válidos para pretender el ansiar lo material, pero aquí cabe hacernos un cuestionamiento: A que precio estamos condicionados para lograr determinado fin, sin importar el medio para obtenerlo?, sin importar que en algunos casos se sacrifique no sólo la integridad moral y física, sino hasta a la familia y la armonía de nuestro entorno!. Cuál es el límite, hasta que punto llega la satisfacción total? En que momento se convierte en codicia?, en que momento dejamos de obsesionarnos por el aspecto económico o hasta que momento debemos detenernos o en que momento comienzan las consecuencias producto de nuestra codicia permanente e incontrolable?.
Es cierto que la actual situación económica a nivel mundial y local, afecta sobre todo a los sectores más desprotegidos del país, lo cuál impone en nuestro pensar diario la obsesión por el aspecto económico al ser este insuficiente para satisfacer nuestras necesidades primarias, y eso nos convierte en una sociedad enfocada exclusivamente a la satisfacción de esta necesidad económica. Y por el otro lado en que lugar de preferencia hemos dejado el satisfactor interno?, no sólo a nivel de salud sino anímico y mental?. Muchas veces nos hemos preguntado: Cómo pensar en lo interno cuando nuestro exterior se encuentra caótico y carente?. Y eso no impulsa a no sólo pedir sino hasta exigir a nuestro poder superior llámese dios o ser supremo o cualesquiera de la acepciones que le sean atribuidas, el ¨auxiliarnos¨ para lograr en primer término lo mínimo necesario para sobrevivir en una sociedad agobiada por las pésimas administraciones que nos han gobernado?, donde impera, la alarmante falta de empleo, la pérdida del poder adquisitivo de una moneda cada vez más devaluada, de salarios cada vez más injustos y mal pagados, y la desesperanza por la cruel y permanente elevación de precios en nuestros insumos más básicos!. Porque entonces cuestionarnos de esa a veces ¨necesaria¨ obsesión por los factores económicos, acaso no estamos plenamente justificados el anhelarlo como una necesidad prioritaria y primaria?.
Porque entonces pensar en algo ¨innecesario¨ e ¨inútil¨ como lo es la salud, la armonía interior y el equilibrio mental?. Y que es la conceptualizada riqueza inmaterial o espiritual? Por encima de la riqueza material!. Cuál es fundamental o prioritaria para satisfacer nuestras necesidades más básicas de armonía y paz? Son opuestas en sí mismas, o son parte de una misma línea de satisfacción personal?. Acaso no van de la mano una de la otra e incluso que una origina a la otra?, si esto fuese así, cuál de las dos es la prioridad en esta desconcertante dualidad que rige nuestro destino y pensamiento? Por supuesto que para muchas personas lo material antecede a lo inmaterial y para otras no tantas, lo opuesto!. Porque para algunos no es más importante lo material y para otros lo inmaterial es la prioridad. Eso nos lleva a determinar que esto es una cuestión enteramente mental!, es decir que el apego hacia lo material es la obsesión por el apego a una vida transitoria, y el temor a lo que inevitablemente llegará a nuestro destino, lo que nos hace aferrarnos a una vida prestada y no eterna, a tal grado que demeritamos nuestros aspectos internos a nivel de salud, emocional y mental, sin embargo ante esa codicia innata que se va fomentando con la inducción exterior, no es suficiente para sentirnos plenos y satisfechos por una vida llena de una infinita riqueza!. Pero a cuál tipo de riqueza que sea más importante que la material?. Será acaso la riqueza que poseemos por el milagro de la vida, por el entorno tan sorprendente que gracias al regalo que nos fue otorgado a través de nuestros cinco sentidos, con lo que poseemos la facultad para observar y recrearnos a través de nuestra vista, olfateando la inagotable gamma de olores y fragancias que aspiramos a cada momento, de los exquisitos sabores y delicias que degustamos mediante nuestro sentido del gusto, de los armoniosos y sublimes sonidos que son captados por nuestro oído y de las indescriptibles sensaciones y sentimientos que nos producen una caricia!. Aunado a eso nos fue implementada facultad para poder desplazarnos, correr, bailar, etc; mediante nuestros miembros inferiores, el tomar, agarrar, abrazar, acariciar e innumerables funciones mediante nuestros brazos y manos, y que decir de la capacidad para expresarnos en nuestros medios de convivencia, para decir un te quiero, un te amo, para expresar palabras de experiencia y sabiduría, y que decir por supuesto de esa poderosa herramienta llamada cerebro, del cuál se almacena conocimiento, vivencia, experiencia, sabiduría y capacidad creativa y de razonamiento, el cuál además regula todas y absolutamente todas nuestras funciones fisiológicas y lógicas!, si menospreciar esa extraordinaria maquinaria respiratoria, estomacal, linfática, circulatoria y hormonal.
Cual es entonces más valiosa de las dos dualidades que gobiernan nuestro estado temporal humano?, la material o espiritual, o cuál debe ser prioritaria, o cuál de las dos nos proporcionarán un real y verdadero equilibrio?. Si analizamos finalmente que cuando nuestros esfuerzos están encaminados a satisfacer las necesidades materiales, es muy probable que al anhelar cada vez más y más hagamos a un lado nuestro interior, desarmonizando por completo nuestro entorno personal a nivel físico, metal y anímico, cuando ambos por supuesto son tan necesarios y prioritarios para la sobrevivencia terrenal a la cuál estamos sujetos temporalmente y que ambas finalizan sus ciclos cuando hemos alcanzado nuestra meta final!. Complejo el saberlo, sólo poseemos una sexta facultad para determinara cuál es más importante y prioritaria!, y esa es nuestra intuición, la cuál al apegarnos a lo interno y desapegarnos a lo externo dará como resultado que nuestros pensamientos se aclaren y hallen la tan anhelada respuesta. Y en primer instancia luchar por sobre cualquier prioridad buscar y lograr la riqueza interior, es decir salud física, emocional y mental, y con esa meta lograda agradecer a la vida que ya por poseer eso somos inmensamente ricos y posteriormente desarrollar la sensibilidad y la visión para identificar y saciarnos de esa inmensa e inagotable riqueza que existe ante nuestro entorno natural, para que finalmente con esos dos aspectos habremos ya logrado dar un gran paso hacia la armonía individual y familiar, porque ya encaminados y alimentados esos dos factores estaremos en camino de lograr la siguiente meta, el factor material, porque para que se cristalicen nuestros proyectos personales y saber con certeza establecer los sanos límites de lo económico, estaremos en un camino seguro de hallar el equilibrio de nuestra vida interior y exterior. Y sabremos sin duda alguna valorar en su justa medida que toda riqueza es necesaria y prioritaria para aspirar a una vida intensa: saciarnos de las tres riquezas que Dios nos ha otorgado para ingresar a la satisfacción plena: la riqueza material, la riqueza interior y la riqueza de la naturaleza. Pero sobretodo, agradecer a Dios que estamos no sólo vivos, sino sanos y en plenitud de nuestras facultades, esa es la mayor riqueza que cualquier ser humano puede aspirar a poseer.
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