Infidelidad
A cada día somos testigos de un fenómeno social que como antes no se
había manifestado con tanta frecuencia y que es motivo de discusiones,
disgustos, rompimientos y decepciones: la Infidelidad en todos
los niveles, de índole laboral, amistad, familiar y más significativamente en
la relación de pareja. Y pensamos que una de las razones principales se debe a
la deformación de los valores a nivel moral y ético que como individuos hemos
sufrido por la voracidad mediática de los medios masivos de comunicación, en
relación al nivel de apertura en temas que anteriormente eran reprimidos por
atentar contra la moral y las buenas costumbres. Y que ahora con la apertura de
las tecnologías de la información se encuentran al alcance de todos. Ya no es
una novedad el acceder a esta vasta carretera de la información sobre temas que
anteriormente eran intocables, inaccesibles y satanizados. Curiosamente ahora
que se da esta apertura por el fenómeno de la Globalización, es
cuando más se manifiestan estos comportamientos que amenazan con desintegrar
las relaciones de convivencia.
A qué obedece ésta nueva tendencia a desenfadarse de cualquier tipo de
compromiso donde está de por medio la fidelidad?, que factores o qué
condiciones nos impulsa a romper tan fácilmente un juramento, compromiso e
incluso la violación de nuestra propia palabra?. Será que hemos perdido el
sentido de comprometernos a un determinado tipo de fidelidad?. O qué clase de
doble moral es la que proyectamos al exterior que contrasta con nuestros principios
personales?. Porque tratamos a toda costa de justificar una deslealtad cuando
en el fondo sabemos que va en contra de nuestros principios de carácter moral y
ético?. Cómo es posible que aquello que inicia como una mentira, la
justifiquemos al grado de convencernos y convencer a los demás que es una aparente
verdad y que es tal nuestra convicción que determinamos categóricamente que es
la verdad absoluta?. Que factores debilitan los principios que nos definen como
seres racionales y justos, al grado de justificar el rompimiento de un
compromiso de fidelidad cualesquiera que éste sea?. Y como consecuencia,
poseemos las virtudes necesarias para atrevernos a sostener el factor
fidelidad?. O ya es parte no sólo de nuestra genética, sino de nuestra cultura
el recurrir a la infidelidad?. Qué necesitamos para recuperar los valores
esenciales para cumplir con un voto de fidelidad?.
Cómo seres humanos nos distinguimos por encima de los demás seres vivos,
es poseer no sólo conciencia del entorno, sino inteligencia y la capacidad de
razonar para diferencia entre lo bueno lo malo. Establecer cuál es nuestro
grado de fidelidad y que establece la capacidad de fomentar esos principios y
valores que definen el tipo de calidad humana que nos particulariza de otro ser
humano. Porque no todos estamos cortados de la misma tijera ni hechos del mismo
molde, y por tal motivo no es justificable adoptar patrones que no concuerdan
con nuestra personalidad. Fidelidad no sólo es un compromiso, es un claro
convencimiento aspiracional que emana del autoconocimiento desarrollando
criterios, que establecen sí poseemos las cualidades necesarias para sostener
un compromiso de fidelidad.
Porque es muy fácil hacer una promesa, no cuesta nada el hacerlo sólo
empeñamos nuestra palabra y buena voluntad, las circunstancias a veces nos
confunden o nos dejamos llevar por impulsos irracionales que nos orientan a
tomar decisiones erróneas, acarreando consecuencias desfavorables e irreversibles.
Aparentemente engañamos o le fallamos a quién deposito su confianza en nuestra
promesa de fidelidad; pero en realidad sólo nos engañamos y fallamos a nosotros
mismos, porque no fuimos capaces de sostener una promesa, y eso denota carencia
y confusión de los valores morales y principios éticos que determinan el grado
de calidad humana que poseemos. Y por el contrario tratamos de justificarnos a
toda costa para compensar esa sensación de insolvencia moral. Por supuesto, que
esto le corresponde evaluar a cada individuo hasta donde llegan los límites de
sus acciones, en donde se posiciona su moral y su ética, hasta donde se siente
capaz de justificarse o bajo qué condiciones juzga sus actitudes. Si es fiel a
sus convicciones y así como es capaz de cumplir o traicionar a las personas, es
fiel reflejo de sí mismo.
Finalmente cada ser humano es su
propio juez, tanto como el hacedor de su propia moral y ética, y por ende
responsable de sus propias acciones y consecuencias, así como constructor de su
propio Destino!.
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