Eclesiastes 12
12:1 Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento;
12:2 antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia;
12:3 cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas porque han disminuido, y se oscurecerán los que miran por las ventanas;
12:4 y las puertas de afuera se cerrarán, por lo bajo del ruido de la muela; cuando se levantará a la voz del ave, y todas las hijas del canto serán abatidas;
12:5 cuando también temerán de lo que es alto, y habrá terrores en el camino; y florecerá el almendro, y la langosta será una carga, y se perderá el apetito; porque el hombre va a su morada eterna, y los endechadores andarán alrededor por las calles;
12:6 antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo;
12:7 y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.
12:8 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad.
Reflexión:
Esta cita Bíblica nos recuerda del papel que realizamos en esta vida, muy a pesar de que los días pasen a veces muy lentamente por lo pesado y tedioso de algunas actividades que suelen no ser tan agradables y por el contrario, otros días se consumen fugazmente, sin percatarnos de los grandes detalles que se nos escapan por lo sublime del momento que estamos experimentando y deseáramos que no se escaparan y fuesen eternos. Desde la transición de la infancia en que observamos el mundo con gran embelesamiento y nos deleitamos al descubrirlo; una juventud impetuosa donde somos osados, desafiando al mundo y sintiéndonos indestructibles y por una madurez, donde presumimos de poseer madurez por el vaivén las experiencias, siendo más cautos y analíticos. El final?, todos lo presentimos, sabemos y tememos que tarde o temprano llegará. Que esos aires de juventud y vigor, tarde o temprano decaerán.
Por eso mismo, la vida debe ser intensa, sin preocuparnos por lo que sucederá el próximo instante, ni que el qué dirán; simplemente ocuparnos de los instantes que están a nuestra total disposición y control, desafiando los sistemas que amenazan con coaccionar e inducir a apagar nuestra libertad de acción; porque si bien estamos regidos por las leyes de convivencia y legalidad, y que son obligaciones para el bien estar en comunidad, poseemos de igual forma derechos y que éstos deben ser exigidos a fin de que sean respetadas nuestras garantías individuales. Que debemos ser muy cautos y valientes para defender nuestros ideales ante quienes pretendan engañarnos a cambio de pretensiones y reconocimientos banales. Porque nada está por encima de nuestra dignidad y ése es el gran tesoro que el Creador nos legó.
Es inevitable que detengamos el paso de los años, porque fisiológicamente nuestro organismo está diseñado para ser temporal; que irá degradándose gradualmente tan rápido o lento como sea nuestra calidad de vida. Y es eso precisamente en lo que debemos enfocarnos, en proporcionarnos una excelente calidad de vida a nivel físico, anímico y mental. En desarrollar al máximo las capacidades innatas que cada uno poseemos por excelencia y que es lo que lo nos distingue entre nuestros iguales, porque si bien es importante lo material, para aspirar a una vida desahogada y plena, no es el fin último. Porque si hay algo que supera las barreras del tiempo y que es considerado inmortal, es el papel que desempeñamos para con la humanidad, el sumarnos a la larga lista de personajes que marcaron un hito en la historia, por su capacidad y determinación para sobreponerse ante toda adversidad con un fin muy claro, trascender para inmortalizarse en la memoria de quienes fueron beneficiados por sus carácter extra-ordinario de sobresalir entre lo común y el conformismo.
Porque eso es la vida, vivir para trascender, para atreverse, para experimentar sus tres etapas en la mayor plenitud; porque si bien no podremos detener la marcha fugaz del tiempo, y en lo físico maduremos hasta llegar a la decrepitud, pero con algo muy valioso: sabiduría y madurez, si podemos conformar permanentemente una mentalidad de juventud: osada vigorosa y un alma de niño: auténtica e incansable. Porque vanidad de vanidades todo aquello que no alimenta al Alma es sólo vacuidad, intranscendente, es simplemente vanidad!.
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