Reflexión Nocturna
Cuando nuestras actividades cotidianas han llegado a
su conclusión, nos quedan varias alternativas a elección, entre ellas está el
literalmente derrumbarse de agotamiento no sólo a nivel físico, sino anímico,
producto de la exposición de un entorno caótico en la que se encuentra
sumergida nuestra sociedad. Sin contar con los innumerables problemas que a
todo momento se nos presentan. Que queda de nosotros?. Por supuesto que no
siempre es de esta forma, hay momentos muy significativos que nos alimentan la
esperanza en que vale la pena asumir riesgos para experimentar momentos plenos
de felicidad y gran satisfacción.
Nuestra existencia no dejará de estar ajena a esta
inevitable dualidad; sin embargo cuando ya nos encontramos en la intimidad de
nuestra soledad es cuando podemos asumir la posición de evaluar el accionar del
día, tal vez el agotamiento que produce el estrés nos dificulte esta esencial
tarea, y porque tienes que ser importante?, en realidad sólo es un día más no?;
qué más da postergarlo para mejor ocasión?, acaso se pierde mucho si se asume
esta posición?. Acaso eso resolverá nuestra problemática existencial?. Podremos
cambiar las condiciones adversas que nos agobian?, qué ventajas nos acarrearía
si lo lleváramos a cabo?.
Todo cuánto realicemos a nuestro favor será de gran
beneficio para explorar nuestras debilidades y hallar el germen de problema que
no permite realizarnos a plenitud acorde a nuestros deseos. Cuando nos
estancamos en algún punto de nuestra vida, se activan las alarmas de nuestra
conciencia; de que algo estamos haciendo mal o que quizás hemos perdido el
rumbo. Y es cuando más necesario debemos realizar una pausa y evaluar desde
todos los ángulos, para poder identificar, y corregir tan rápido como sea
posible aquello que nos desarmoniza y de esta manera reorientar un rumbo
desviado. Quién nos garantiza que resulte positivo llevarlo a la práctica?.
Esa reflexión nocturna puede retribuirnos en grandes
dividendos, cuando en verdad nos preocuparnos por aspirar a ser mejores día a
día, y es que no hay cabida para los pretextos, ya que el tiempo jamás detiene
su inexorable marcha, y en cada instante, en cada suspiro la vida se nos
escapa; y esa razón refuerza la necesidad de atendernos, de otorgarnos un
pequeño espacio para evaluarnos, analizar si logramos realizar todos los
propósitos, realizar una introspección con honestidad y humildad para aceptar
los probables errores sobre actitudes equivocadas, asumiendo la responsabilidad
absoluta de nuestras acciones. Nuestra realidad es el producto de las acciones
pasadas y, esa simple deducción nos
lleva a ponderar que así como construimos nuestra realidad, podremos edificar
nuestro destino a voluntad!.
Se oye fácil en la teoría, ya que comprometerse cuesta
una desafiante disposición y fuerza de voluntad para primeramente reconocer que
no estamos funcionando armónicamente y estables ante las exigencias de la vida.
Por algún propósito hemos llegado a este mundo, y esa es una razón de peso para
iniciar el proceso de auto-curación, de convencernos que somos especiales y
únicos; si logramos despojarnos del qué dirán o del irrefrenablemente deseo de
pertenencia, se ha dado el primer paso. Y que es reconocer que tenemos un
problema, para abrirnos a las posibles soluciones y comenzar a comprometernos,
y algo bueno saldrá, sin importar su tesitura. Porque todo conocimiento
personal es experiencia pura vivencial. Y ese es el principal propósito, ser
congruentes en sentimiento, pensamiento, verbo y acción. Porque el vivir el
presente puro de instante en instante, nos lleva sin duda a la cima de nuestras
aspiraciones. Sólo falta llevar a efecto
este ejercicio de honestidad, y limpiar nuestra mente de todo tipo de ruido
externo, para escuchar nuestros movimientos internos y hallar los elementos
para despojarnos de lo inútil y permitir que ingrese lo nuevo, lo cual alentará
a un real compromiso de desarrollo en lo humano y emocional.
Sin aislamiento, sin temor, sin inseguridad, sin
reproches, todo cuánto negativo alimente nuestros pensamientos y sentimientos,
es necesario expulsarlos y aprender a perdonar y perdonarnos para permitir que
vaciemos nuestra negatividad e ingrese lo nuevo, lo fresco, lo vital. Cada
noche al finalizar nuestra jornada rutinaria es necesario realizar una
introspección a fin de evaluar no para arrepentirnos o satirizarnos, sino para
corregir con el compromiso de mejorar a una nueva oportunidad. Ya que cada día
es sagrado e irrepetible y por ello hay que valorar cada instante para
aprovecharlo al máximo, eso dará como consecuencia una nueva expectativa de
nuestra realidad, la cual podremos gobernar y reorientar un destino que nos
pertenece y que tenemos derecho a consolidarlo basados en nuestra libertad!.
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