El Valor
Cuando
hablamos de este tema nos remontamos a los valores humanos esenciales, y
que son tan necesarios en la actualidad, en una sociedad que ha sido
sometida por las actuales crisis a nivel económico, educativo y social y
que han derivado en el fracaso de modelos políticos de gobiernos
recientes y no de menor importancia, la arrasadora influencia de los
medios de comunicación que están diseñados no sólo para informar, sino
para imponernos su mercadotecnia plagada de mensajes subliminales
orientados a insinuar estereotipos que denostan la imagen natural del
ser humano a nivel estético, y afectivo, con la intención de denigrar y
destruir su autoestima para aparentar imponerle un nuevo estatus que
asegure su ¨aceptación¨ y ¨reconocimiento¨ en una sociedad manipulada
para fines inductivos
de tipo ideológico, religioso y consumista.
Mucho
de esta influencia ha mermado a través del tiempo el valor humano que
estaba supeditado a la espontaneidad a los valores que poseemos por
omisión, y que en la actualidad ante esa voraz red mediática en que nos
encontramos bombardeados a todo momento, han confundido nuestra
ideología individualista. Porque es absurdo pensar que vale más el que
posee más, el que estéticamente ¨cumple¨ con un estereotipo determinado
por la misma sociedad mediatizada, el que aparenta mayor cultura, mejor
nivel socioeconómico, el más popular y que simplemente se adapta
camaleónicamente al entorno en que se desenvuelve sacrificando su
verdadera esencia. Donde queda pues, el valor humano?, en qué momento
nos han ido adaptando a una doble moral con la finalidad de poseer
nuestra mente y voluntad?, mejor
dicho, a partir de qué momento hemos permitido que nos despojen de
nuestra individualidad?, aquella que nos hace ser auténticos,
espontáneos y experimentar autorrealización sin la necesidad de utilizar
máscaras y sacrificar nuestros valores!.
Ese
despojo del cuál históricamente hemos sido víctimas inermes, es lo que
nos hecho perder nuestros valores, desarrollando confusión e
incertidumbre en nuestras mentes, endurecer nuestro corazón y deformar
nuestros sentimientos a nivel individual y colectivo; tal ha sido la
pérdida de la sensibilidad ante esta carencia de valores, que actuamos
con cierta indolencia e insensibilidad ante el entorno en que estamos
inmersos, indiferencia a la desgracia y al dolor ajeno, desarrollando
toda una gama de violencia a cualquier nivel que raya en lo inhumano e
injusto, se carece de sentido de pertenencia hacia nuestra cultura
milenaria, nuestra patria, hacia la familia, hacia el vulnerable y
desposeído, encerrándonos en una burbuja de egoísmo y apatía;
desarrollando cierta tendencia narcisista.
El
valor no debe ser adaptado al entorno, no se desarrolla del exterior al
interior, sino a la inversa; surge de meditar y reconocer que hemos
descuidado lo más esencial y primario que nos distingue entre los demás
seres vivientes, somos poseedores de conciencia, razonamiento,
inteligencia, imaginación y creatividad. No hay necesidad de ser
violentos, manipuladores, hipócritas, incoherentes, injustos e
indiferentes. Eso sólo denota fragilidad e ignorancia hacia uno mismo.
El desarrollar el sentimiento de justicia es ser justos no sólo hacia el
entorno, nuestro medio natural, el prójimo, sino hacia uno mismo. Ser
coherentes con nuestros valores: como honestidad, humildad, empatía,
solidaridad e igualdad, entre otros. Cuando reconocemos que el valor
emerge de nuestras facultades innatas, ya estamos en el camino de
independizarnos de los apegos
provenientes del exterior y actuar en consonancia con el instinto de
libertad. Porque si valemos, y mucho, no porque no lo reconozcan,
acepten o reiteren; ese convencimiento surge de lo más íntimo de nuestro
Ser.
¨El
valor es ejercitar nuestra libertad de sentir, pensar, expresar y
actuar en el marco de la legalidad humana, natural y social!¨.
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