jueves, junio 23, 2011

Prohibido

Queda prohibido llorar sin aprender,

levantarte un día sin saber que hacer.

Tener miedo a tus recuerdos.



Queda prohibido no sonreír a los problemas,

no luchar por lo que quieres,

abandonarlo todo por miedo,

no convertir en realidad tus sueños.


Queda prohibido no demostrar tu amor,

hacer que alguien pague tus deudas y mal humor.


Queda prohibido dejar a tus amigos,

no intentar comprender lo que vivieron juntos,

llamarles solo cuando los necesitas.


Queda prohibido no ser tu ante la gente,

fingir ante las personas que no te importan,

hacerte el gracioso con tal de que te recuerden,

olvidar a toda la gente que te quiere.


Queda prohibido no hacer las cosas por ti mismo,

no creer en Dios y hacer tu destino,

tener miedo a la vida y a sus compromisos,

no vivir cada día como si fuera un último suspiro.


Queda prohibido echar de menos a alguien sin alegrarte,

olvidar sus ojos, su risa, todo

por que sus caminos han dejado de abrazarse.

olvidar su pasado y pagarlo con su presente.


Queda prohibido no intentar comprender a las personas,

pensar que sus vidas valen mas que la tuya,

no saber que cada uno tiene su camino y su dicha.



Fuente: Anónimo



Reflexion:

Muchas son las cosas que hemos permitido prohibirnos, y mucho de todo esto ha sido circunstancial; sin darnos cuenta nuestra personalidad se ha moldeado a través del medio en que nos hemos desenvuelto y esa personalidad se ha formado en gran medida contraria a nuestros deseos, por adaptación, represión, conveniencia o temor a demostrar nuestra real individualidad. Y por esto mismo, que podemos esperar cuando ya tenemos plena conciencia del tipo de vida que hasta el momento estamos experimentando?. Cuando miramos hacia atrás nos percatamos que hay una gran distancia entre lo que somos en realidad y en lo que aparentamos ante los demás. Esto por supuesto incide en la impotencia que experimentamos para tomar una decisión trascendente, para desprendernos de aquello que nos impide eliminar las cargas del pasado y para atrevernos a mostrarnos ante los demás sin impedimento alguno.

Y a pesar de que tenemos conciencia de esta problemática, porque razón seguimos prohibiéndonos tantas cosas que deseamos hacer?. Pareciera que el temor se ha impregnado en nuestra mente en forma permanente, o es que nos hemos acostumbrado a permanecer en nuestra zona de confort?, que necesitamos para salir de nuestro letargo que nos proporcione plena certeza para aventurarnos?. Temor al fracaso?, al ridículo? A equivocarnos?, a salir lastimados?, a caer de nuevo a un precipicio sin fondo?. Es el temor a lo desconocido?, o a no estar a la altura de las expectativas?. Es por ello que nos imponemos todo tipo de pretextos para no atrevernos ser lo que siempre hemos deseado ser y hacer; caemos en alguna forma de egoísmo al sumergirnos en la pasividad y la conformidad, por temor a esto y aquello, simplemente desarrollamos prejuicios que estancan nuestra natural evolución humana, lo que nos hace desconfiados y temerosos ante los nuevos retos de la vida.

Nadie por supuesto, posee el libro de la vida que antecede a una acción del futuro inmediato, cada acción y cada instante es diferente y único, el temor al atrevimiento de lo nuevo es acción meramente mental y que ha sido bombardeado por prejuicios y culpas. Si comenzamos a realizar pequeñas acciones, seguras y evidentes comenzaremos a desarrollar confianza para los grandes retos que se nos avecinen, comprenderemos que aquello que tanto tememos se cumple cuando es alimentado y dirigido por nuestro pensamiento, siempre y cuando éste comience a ser sanado por nuestra actitud; tenemos razón si nos sentimos pesimistas o molestos con la vida y sus circunstancias, pero no tenemos la razón si nos aferramos a sentirnos permanentemente así; porque nos enferma emocional, mental y físicamente. Tarde o temprano tenemos que tomar las riendas de nuestro destino, para ya salir poco a poco de la depresión y la inseguridad que ata nuestro deseo de buscar nuestros anhelos, porque en verdad somos personas valiosas que merecemos una oportunidad, no importa cuales sean nuestras condiciones actuales o que tipo de destino estamos experimentando. El valor radica en que primero lo reconozcamos sin que nos importen las opiniones, condiciones y presiones externas, atrevernos a dar esos pasos quizás al principio un poco temerosos, pero si tenemos confianza, cada vez serán más sólidos en la medida en que comprobemos que no todo lo que pensamos anticipadamente es malo; porque no somos malos, incapaces o incompetentes; sólo es producto de pensamientos mal dirigidos y canalizados; el cambio de actitud vale la pena, pero hay que dar ya ese primer paso!.