martes, abril 19, 2011

Si no Vives

El coraje de sufrir lo inevitable,
la humildad de equivocarse en el camino,
la audacia de arriesgarte,
la valentía de saber perder,
la libertad de dejar que te desaprueben,
la sencillez de no hincharte con los aplausos,
la paciencia de perdonarte,
la constancia de comenzar cada día,
la intrepidez de esperar pese a todo,
la alegría de amar y ser amado.
es posible que DURES muchos años,
pero morirás sin haber conocido
la dicha de VIVIR INTENSAMENTE.


René J. Trossero

Reflexión:

Porque no vivimos intensamente nuestra existencia?, o porque nos negamos el derecho a hacerlo? O que nos impide el dar los primeros pasos?, donde se encuentra el origen de del temor que nos frena la iniciativa?. Que es más sencillo, enfrentar la vida o evadirla?, el saber que si hemos dejado en el pasado experiencias inconclusas, nuestro temor al enfrentar la vida es que sabemos que tarde o temprano se volcará hacia nosotros lo que dejamos de hacer o lo que en su momento no tuvimos los medios necesarios o el valor suficiente para resolverlo. Porque nos hemos condicionado a vivir permanentemente en el pasado, porque es lo conocido, lo que ya experimentamos, o lo que ya nos dejo un aprendizaje, por eso nos aferramos a ello y de ahí basamos muchas si no es que la totalidad de nuestras decisiones ante cualquier reto que nos enfrentamos; incluso hasta nos sirve de fuga cuando la realidad se nos hace tan insoportable.


O en ocasiones no vivimos porque nuestras experiencias del pasado, han sido terribles y traumáticas que en muchas ocasiones nos han dejado alguna secuela difícil de soportar y es también causante de frenar nuestro ritmo de vida. Cómo sentirnos motivados para seguir a delante cuando nos ha tocado experimentar un destino ingrato e injusto?; y porque seguir adelante cuando hemos perdido por completo el rumbo?, o por la sensación del vacío y soledad espiritual?. Hay alguna forma de saber que nos esperará cuando demos un paso hacia delante?, en que o en quién basamos nuestras esperanzas que nos proporcione la suficiente fe para atrevernos a intentarlo nuevamente?. Con que recursos nos atrevernos a enfrentar lo inevitable?, lo que dejamos inconcluso?, porque no cerramos ya de una vez por todas los círculos viciosos?, porque seguimos aferrándonos al pasado?, que nos hace pensar que por haber detenido el tiempo en nuestros recuerdos, al revivirlos después de un tiempo significativo encontraremos las mismas condiciones?, que a caso la vida no continua su curso inexorablemente sin detenerse?, es una costumbre que cuando no terminamos por completo una relación, nos encerramos en la fantasía de que al regresar hallaremos la misma disposición y sentimientos, y cuando lo enfrentamos, comprobamos casi sin excepción que todo ha cambiado que ya son diferentes las condiciones y es cuando caemos en depresión, porque no queremos aceptar que la vida continúa, aún cuando en nuestra mente nos queremos convencer que todo seguirá igual, porque en su momento no tuvimos ni la preparación, ni la madurez, ni mucho menos el valor de resolverlo exitosamente.


Lo aceptemos o no, la vida es como un río que siempre esta en constante movimiento, que fluye, que cambia y por lo tanto se renueva a cada instante. Y así es como debemos asumir la responsabilidad de la vida, enfrentándola sin temor, controlar el pasado para que no condicione nuestro presente y termine por diluir nuestro porvenir. Aceptar en que condición nos encontramos para dejar de fantasear y evadirnos, y comenzar a tomar las riendas de nuestro destino, hacemos eso o nos resignamos a desperdiciar el don más grande que Dios nos concedió, y que es la libertad de elegir el sendero que nos lleve hacia la conclusión de nuestras expectativas de vida. Porque de otra forma corremos el riesgo de extraviarnos en la desidia y la indiferencia; cuando hay tantas, pero tantas oportunidades para caer y levantarnos, errar y corregir, aprender y madurar; tarde o temprano comprobaremos que sea o no incierto el futuro, quién se atreve a experimentarlo ya le ganó un gran trecho al porvenir, pero sobre todo, a haberse enfrentado a sí mismo para ayudarse a trascender.