La Juventud es un Período de Vida
La juventud no es un período de vida.
Es un estado del espíritu, es el producto de una voluntad. Una cualidad de la imaginación y una intensidad emotiva. Es, la victoria del coraje sobre la timidez, de la aventura sobre el confort. No se envejece por haber vivido una cantidad de años.
Se envejece por haber desertado un ideal. Los años arrugan la piel, pero renunciar a un ideal arruga el alma.
Las preocupaciones, las dudas, los temores y la falta de esperanza son los enemigos que lentamente nos hacen inclinarnos hacia la tierra y convertirnos en polvo antes de la muerte.
Joven es aquel que se asombra y maravilla.
El que se pregunta como un chico insaciable: "¿y después?"... El que desafía los acontecimientos y encuentra alegría en el juego de la vida. Uno es tan joven como su fe. Y tan viejo como su duda. Tan joven como su confianza en sí mismo. Tan joven, como su esperanza.
Y tan viejo como su abatimiento.
Reflexion:
Cuántos de nosotros alguna vez nos hemos sentido tan abatidos por una u otra circunstancia, que a veces ya no quedan ganas de seguir adelante o continuar luchando?. Y cuántos no ya hemos perdido la esperanza de seguir ilusionándonos por un porvenir promisorio, ante la interminable y agobiante problemática social que nos aqueja al día de hoy?, llámese desempleo, violencia, ingobernabilidad, inseguridad y un largo etc?. Y cuanta energía nos queda al final de la jornada, terminando derrumbados de agotamiento y saturación emocional?, porque cuando nos permitimos un espacio de reflexión, nos damos cuenta que hemos perdido lo más esencial de la vida: el deseo, las ganas y la alegría de vivir!, e incluso ya ni siquiera disfrutamos lo que hacemos, porque hemos caído a un pozo sin fondo; ya no sabemos el porque estamos malhumorados, depresivos, iracundos y saturados emocionalmente!; y cada vez son menos los espacios de esparcimiento y real gozo que experimentamos. La respuesta es: hemos envejecido no sólo física, sino mentalmente. Cuantos jóvenes-viejos no vemos deambulando por la calle sin un propósito de vida? Y cuántos maduros-viejos y viejos-viejos han perdido ya la esperanza de seguir luchando hacia su realización personal?.
Esto nos lleva a suponer que la vejez no sólo se lleva en la mente, sino en la actitud que se tenga hacia la vida, del tipo de existencia y condición social que nos tocó experimentar, y la cuál no necesariamente es un factor definitivo para encasillarnos en un tipo de condición o clase social. Podemos estar abatidos, inconformes, decepcionados, agobiados y frustrados con la vida. Pero en quién recae finalmente la responsabilidad de vivir?, es cierto que no elegimos el llegar a este mundo, ahí no tuvimos elección. Pero una vez el haber adquirido conciencia, ahora si tenemos la plena elección de decidir el tipo de vida que deseemos!. Ahora nos preguntaremos como saber si al hacer una elección, esta será la mejor?. Y si nuestra elección nos ha llevado a cometer infinidad de errores, entonces porque ahora debemos de confiar en rehacer el camino cuando la vida no ha sido lo que esperábamos?. Que acaso esto no es razón más que suficiente para sentirnos ya acabados y viejos?. Y acaso ya nos habremos dado cuenta que estamos desperdiciando inútilmente la existencia, sumergidos en cuestionamientos y reproches absurdos que no llevan a ningún lado?. No seremos los primeros ni los únicos en ¨padecer¨ las desavenencias de la vida. Lo que si hace la diferencia es el tipo de actitud que adoptamos para afrontar los retos que nos esperan en el presente y futuro, y sobre todo el saber salir rápidamente de nuestra depresión y aletargamiento. Porque si bien no podemos librarnos de la frenética marcha del tiempo; lo que si está exento de la red del tiempo es la mentalidad y la actitud.
No se envejece por tener una edad ya importante!, se envejece porque se ha perdido la voluntad de vivir, porque la mente se ha saturado en un mar de rencores, preocupaciones y temores, que bloquean la capacidad de reinventarse a uno mismo, de visualizar que al final de ese obscuro e incierto túnel, en su lejanía se asoma un punto de luz que nos hace recuperar la esperanza y la ilusión, para rejuvenecer la actitud y recuperar la fe en nosotros mismos. No importa cuantas veces más tengamos que caer, o cuantos errores tengamos que cometer, o cuantas oportunidades se nos nieguen. Siempre debemos mantener una determinación a prueba de todo, y que todo llega en el momento justo; lo importante es no perder la esperanza y estar constantemente alerta cuando el momento llegue para tomar la mejor decisión que surja de nuestro fuero interior, para no temerle al resultado, porque al final del camino todo, sea bueno o malo es experiencia y la experiencia es producto de vivencia y el vivir es poseer el valor de enfrentar cada situación con la fuerza y el ímpetu de un joven, que se arriesga a la aventura, desea vehementemente experimentar para ya no adolecer, lo hace para madurar, no física, sino emocional y mentalmente. Porque el verdadero valor de la vida, aún cuando físicamente envejeceremos, radica no sólo en poseer un alma de niño, sino en una permanente mentalidad y actitud joven para recuperar el deseo y la alegría de vivir, sólo por el placer de experimentar la vida en toda su plenitud y magnificencia!
Es un estado del espíritu, es el producto de una voluntad. Una cualidad de la imaginación y una intensidad emotiva. Es, la victoria del coraje sobre la timidez, de la aventura sobre el confort. No se envejece por haber vivido una cantidad de años.
Se envejece por haber desertado un ideal. Los años arrugan la piel, pero renunciar a un ideal arruga el alma.
Las preocupaciones, las dudas, los temores y la falta de esperanza son los enemigos que lentamente nos hacen inclinarnos hacia la tierra y convertirnos en polvo antes de la muerte.
Joven es aquel que se asombra y maravilla.
El que se pregunta como un chico insaciable: "¿y después?"... El que desafía los acontecimientos y encuentra alegría en el juego de la vida. Uno es tan joven como su fe. Y tan viejo como su duda. Tan joven como su confianza en sí mismo. Tan joven, como su esperanza.
Y tan viejo como su abatimiento.
Reflexion:
Cuántos de nosotros alguna vez nos hemos sentido tan abatidos por una u otra circunstancia, que a veces ya no quedan ganas de seguir adelante o continuar luchando?. Y cuántos no ya hemos perdido la esperanza de seguir ilusionándonos por un porvenir promisorio, ante la interminable y agobiante problemática social que nos aqueja al día de hoy?, llámese desempleo, violencia, ingobernabilidad, inseguridad y un largo etc?. Y cuanta energía nos queda al final de la jornada, terminando derrumbados de agotamiento y saturación emocional?, porque cuando nos permitimos un espacio de reflexión, nos damos cuenta que hemos perdido lo más esencial de la vida: el deseo, las ganas y la alegría de vivir!, e incluso ya ni siquiera disfrutamos lo que hacemos, porque hemos caído a un pozo sin fondo; ya no sabemos el porque estamos malhumorados, depresivos, iracundos y saturados emocionalmente!; y cada vez son menos los espacios de esparcimiento y real gozo que experimentamos. La respuesta es: hemos envejecido no sólo física, sino mentalmente. Cuantos jóvenes-viejos no vemos deambulando por la calle sin un propósito de vida? Y cuántos maduros-viejos y viejos-viejos han perdido ya la esperanza de seguir luchando hacia su realización personal?.
Esto nos lleva a suponer que la vejez no sólo se lleva en la mente, sino en la actitud que se tenga hacia la vida, del tipo de existencia y condición social que nos tocó experimentar, y la cuál no necesariamente es un factor definitivo para encasillarnos en un tipo de condición o clase social. Podemos estar abatidos, inconformes, decepcionados, agobiados y frustrados con la vida. Pero en quién recae finalmente la responsabilidad de vivir?, es cierto que no elegimos el llegar a este mundo, ahí no tuvimos elección. Pero una vez el haber adquirido conciencia, ahora si tenemos la plena elección de decidir el tipo de vida que deseemos!. Ahora nos preguntaremos como saber si al hacer una elección, esta será la mejor?. Y si nuestra elección nos ha llevado a cometer infinidad de errores, entonces porque ahora debemos de confiar en rehacer el camino cuando la vida no ha sido lo que esperábamos?. Que acaso esto no es razón más que suficiente para sentirnos ya acabados y viejos?. Y acaso ya nos habremos dado cuenta que estamos desperdiciando inútilmente la existencia, sumergidos en cuestionamientos y reproches absurdos que no llevan a ningún lado?. No seremos los primeros ni los únicos en ¨padecer¨ las desavenencias de la vida. Lo que si hace la diferencia es el tipo de actitud que adoptamos para afrontar los retos que nos esperan en el presente y futuro, y sobre todo el saber salir rápidamente de nuestra depresión y aletargamiento. Porque si bien no podemos librarnos de la frenética marcha del tiempo; lo que si está exento de la red del tiempo es la mentalidad y la actitud.
No se envejece por tener una edad ya importante!, se envejece porque se ha perdido la voluntad de vivir, porque la mente se ha saturado en un mar de rencores, preocupaciones y temores, que bloquean la capacidad de reinventarse a uno mismo, de visualizar que al final de ese obscuro e incierto túnel, en su lejanía se asoma un punto de luz que nos hace recuperar la esperanza y la ilusión, para rejuvenecer la actitud y recuperar la fe en nosotros mismos. No importa cuantas veces más tengamos que caer, o cuantos errores tengamos que cometer, o cuantas oportunidades se nos nieguen. Siempre debemos mantener una determinación a prueba de todo, y que todo llega en el momento justo; lo importante es no perder la esperanza y estar constantemente alerta cuando el momento llegue para tomar la mejor decisión que surja de nuestro fuero interior, para no temerle al resultado, porque al final del camino todo, sea bueno o malo es experiencia y la experiencia es producto de vivencia y el vivir es poseer el valor de enfrentar cada situación con la fuerza y el ímpetu de un joven, que se arriesga a la aventura, desea vehementemente experimentar para ya no adolecer, lo hace para madurar, no física, sino emocional y mentalmente. Porque el verdadero valor de la vida, aún cuando físicamente envejeceremos, radica no sólo en poseer un alma de niño, sino en una permanente mentalidad y actitud joven para recuperar el deseo y la alegría de vivir, sólo por el placer de experimentar la vida en toda su plenitud y magnificencia!
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