jueves, junio 23, 2011

Necesito de Alguien


Que me mire a los ojos cuando hablo.
Que escuche mis tristezas y neurosis con
paciencia y aun cuando no comprenda,
respete mis sentimientos.

Necesito de alguien
que venga a luchar a mi lado sin ser llamado.
Alguien lo suficientemente amigo para
decirme las verdades que no quiero oir, aun sabiendo
que puedo irritarme.

Por eso, en este mundo de indiferentes,

necesito de alguien que crea
en esa cosa misteriosa, desacreditada, casi imposible:
la amistad.

Que se obstine en ser leal, simple y justo.

Que no se vaya si algún día pierdo mi oro y

no pueda ser más la sensación de la fiesta.

Necesito de un amigo que reciba con gratitud

mi auxilio, mi mano extendida,

aun cuando eso sea muy poco para sus necesidades.

No pude elegir a quienes me trajeron al mundo,
pero puedo elegir a mi amigo.
En esta búsqueda empeño mi propia alma, pues con una
amistad verdadera, la vida se torna mas simple, mas
rica y mas bella...


Reflexión:

Quién no necesita de alguien para hacer más tolerable la soledad?, cuando nos sentimos deprimidos y angustiados porque las cosas no salen del todo bien, se dice que la soledad es el estado más íntimo de acercamiento hacia nuestra esencia que pueda existir, pero a veces esta soledad se torna en varios matices y no todos ellos muy agradables, por un lado cuando estamos muy irritados no deseamos que nadie se encuentre a nuestro lado, nos volvemos egoístas e insoportables, ahí es cuando la soledad cobra un real sentido, para aquietar nuestro caos emocional y mental; pero ya pasado este lapso, es cuando necesitamos de un buen amigo quién nos escuche y comprenda, aún a veces por encima de la misma pareja emocional, quizás porque así evadimos el reproche y la crítica. Si por el contrario caemos en la depresión por algún rompimiento, pérdida de un familiar o de alguna situación que nos sumiera en la tristeza y la desesperación, nuestra primera reacción es buscar o llamar a alguien cercano con quién desahogarnos a fin de buscar apoyo y comprensión; e incluso cuando nos encontramos felices por algún suceso agradable, quién no ha compartido esa alegría con un amigo entrañable a quién le compartimos nuestras más significativas experiencias!.

Acaso en alguna ocasión nos hemos preguntado porque es tan necesario la compañía de alguien, ya sea para desahogarnos, para compartir, para un consejo e inclusive para que sea parte de nuestra vida?. Porque cuando hemos pasado largas temporadas de aislamiento y soledad caemos tan fácilmente en la depresión que nos lleva a estados neuróticos y depresivos?, porque no sabemos estar solos y a la vez buscamos la soledad cuando nos hartamos de la gente a nuestro alrededor?. En realidad necesitamos estar solos o estar con alguien permanentemente?, porque pareciera que ninguna de las dos nos satisfacen plenamente?, por un lado la soledad cuando se extiende se vuelve insoportable, y el estar con alguien nos harta cuando esta también se extiende. Es como si sólo estuviésemos preparados para períodos breves y de esta forma sentirnos plenos y saciados!. Tememos comprometernos a estar o permanentemente con nuestra soledad o a través de una amistad o relación de pareja, tememos no poder cubrir las expectativas a largo plazo, porque tememos a lo desconocido a aquello que nos haga perder el control. Son situaciones realmente complejas el lidiar con uno o con otro porque ambos denotan compromiso y fidelidad.

Es cierto que a nadie le gusta estar solo, sobre todo el tipo de soledad que nos lleva al aislamiento y más del tipo interno, el emocional, aquel que nos angustia, nos hace perder la cabeza y tomar decisiones desesperadas y peligrosas contra nuestra integridad. En estos momentos es cuando recurrimos a alguien: al compañero, al amigo, a la pareja, al familiar e incluso hasta al desconocido; porque?, porque el ser humano por naturaleza necesita de un testigo presencial de vida, alguien quién dé constancia de sus experiencias, de sus aciertos, sus errores y sus hazañas. A través de alguien es como podemos evaluar y calificar nuestras acciones, ya sea para reafirmarnos o para corregir el rumbo, es como si nos reflejáramos a través de alguien; porque si bien es cierto, todos en algún momento necesitamos de alguien como también lo excluimos, ambos son necesarios en situaciones específicas en el momento adecuado. Pero también es cierto que cuando necesitamos desesperadamente de alguien, es porque no sabemos encontrarnos con nuestros propios cuestionamientos y sentimientos, nos evadimos porque sabemos que el evaluarse a uno mismo requiere de gran humildad y objetividad y encarar los problemas reales que solamente nosotros podemos resolver. Sólo de esta forma seremos auténticos y congruentes cuando fomentemos una verdadera amistad o una relación sentimental. Ya no buscaremos alguien quién nos complemente, porque ya no nos sentiremos vacíos e incompletos, y estaremos en la senda de enriquecer y enriquecernos verdaderamente a través de alguien y no usándolo para satisfacer nuestros vacíos existenciales a través de una actitud egoísta.