Desencanto
Se trataba de un hombre que nunca había tenido ocasión de ver el mar.
Vivía en un pueblo del interior de la India. Una idea se había instalado con fijeza en su mente: “No podía morir sin ver el mar”. Para ahorrar algún dinero y poder viajar hasta la costa, tomó otro trabajo además del suyo habitual. Ahorraba todo aquello que podía y suspiraba porque llegase el día de poder estar ante el mar.
Fueron años difíciles. Por fin, ahorró lo suficiente para hacer el viaje. Tomó un tren que le llevó hasta las cercanías del mar. Se sentía entusiasmado y gozoso. Llegó hasta la playa y observó el maravilloso espectáculo. ¡Qué olas tan mansas! ¡Qué espuma tan hermosa! ¡Qué agua tan bella! Se acercó hasta el agua, cogió una poca con la mano y se la llevó a los labios para degustarla. Entonces, muy desencantado y abatido, pensó: “!Qué pena que pueda saber tan mal con lo hermosa que es!”
Reflexion:
El desconocer muchas de las cosas que hay a nuestro alrededor, no nos hace necesariamente ignorantes de ellas, y es que no todos somos ignorantes, lo que pasa es que no todos ignoramos las mismas cosas; es sólo falta de conocimiento que brinda el experimentar la vida en toda la inmensidad de su sabiduría. Sin embargo, cuando carecemos del conocimiento sobre cualquier aspecto, nuestra imaginación activa toda serie de expectativas, que más que obedecer a algo concreto, se centra en aquello que deseamos descubrir y obtener como un satisfactor personal. Por supuesto que es muy natural crearse todo tipo de expectativas sobre algún anhelo o propósito específico, es parte del deseo de trascender y hacer algo importante que nos realice como personas. Pero el no ser realistas en nuestros proyectos de vida es construirse castillos en el aire nos hace navegar en la ignorancia, no del resultado esperado, sino de la falta de elementos que nos lleven hacia la consecución de ese objetivo.
El sobrevalorar nuestras capacidades o ignorarlas nos puede provocar muchos problemas de desencanto, debido a que ante esa carencia de conocimiento perdemos de vista que lo fundamental es estar preparados para cada aspecto que enfrentemos en la vida cotidiana, porque de otra forma quedamos a la deriva, sin bases claras sobre los objetivos primarios para llevar a cabo algún proyecto. E invariablemente, al inicio de algún proyecto a nivel personal por ejemplo con la pareja, nos hacemos expectativas falsas producto de la impresión inicial o de lo que deseamos proyectar en ella basados en nuestros propios deseos y no en su personalidad, y que con el tiempo derive en desencanto; al igual en un proyecto laboral o personal, el deseo de llegar al éxito de nuestra empresa ofusca nuestro razonamiento, aunado a una planeación adecuada basados en expectativas reales y metódicas que eviten el obsesionarse con la meta a llegar, cuando lo verdaderamente importante es vivir el proceso día a día atentos y preparados para afrontar cualquier imprevisto o novedad que nos de cómo resultado el replantear e incluso descubrir mejores expectativas, pero ya basadas en un real conocimiento y bases bien fundamentadas.
Lo complejo e imposible es producto de obsesionarnos con los resultados finales, perdiendo gran cantidad de energía pensando de que forma o como manejaremos los dividendos que resulten de nuestro proyecto antes de que siquiera iniciemos nuestro proyecto; o como deseamos que nuestra pareja se desarrolle acorde a nuestras expectativas y no en relación respecto a su personalidad y forma de pensar; por una razón muy simple: porque tememos a lo desconocido, a lo nuevo, a lo diferente; aquello que no podamos controlar o encarar con eficacia; por la falta de conocimiento de nuestras potencialidades, generándonos así una burbuja de ilusión, acomodando las circunstancias basadas en nuestro temor e incertidumbre del futuro, en lugar de liberarnos de los prejuicios y entregarnos simplemente a los procesos naturales de la vida, descubriendo y adaptándonos momento a momento, a fin de poder controlar el entorno y que no sea el entorno el que nos controle, y nos lleve por caminos inesperados que deriven en una serie de errores y fracasos que trunquen nuestras expectativas iniciales.
Lo importante cuando iniciamos un proyecto, es mantener la mente abierta a la innovación, a los cambios y enfocarnos en nuestra preparación y actitud realista por los mensajes que se descubran durante el proceso, y no crearnos así expectativas falsas basadas en el desconocimiento de las causas.
Vivía en un pueblo del interior de la India. Una idea se había instalado con fijeza en su mente: “No podía morir sin ver el mar”. Para ahorrar algún dinero y poder viajar hasta la costa, tomó otro trabajo además del suyo habitual. Ahorraba todo aquello que podía y suspiraba porque llegase el día de poder estar ante el mar.
Fueron años difíciles. Por fin, ahorró lo suficiente para hacer el viaje. Tomó un tren que le llevó hasta las cercanías del mar. Se sentía entusiasmado y gozoso. Llegó hasta la playa y observó el maravilloso espectáculo. ¡Qué olas tan mansas! ¡Qué espuma tan hermosa! ¡Qué agua tan bella! Se acercó hasta el agua, cogió una poca con la mano y se la llevó a los labios para degustarla. Entonces, muy desencantado y abatido, pensó: “!Qué pena que pueda saber tan mal con lo hermosa que es!”
Reflexion:
El desconocer muchas de las cosas que hay a nuestro alrededor, no nos hace necesariamente ignorantes de ellas, y es que no todos somos ignorantes, lo que pasa es que no todos ignoramos las mismas cosas; es sólo falta de conocimiento que brinda el experimentar la vida en toda la inmensidad de su sabiduría. Sin embargo, cuando carecemos del conocimiento sobre cualquier aspecto, nuestra imaginación activa toda serie de expectativas, que más que obedecer a algo concreto, se centra en aquello que deseamos descubrir y obtener como un satisfactor personal. Por supuesto que es muy natural crearse todo tipo de expectativas sobre algún anhelo o propósito específico, es parte del deseo de trascender y hacer algo importante que nos realice como personas. Pero el no ser realistas en nuestros proyectos de vida es construirse castillos en el aire nos hace navegar en la ignorancia, no del resultado esperado, sino de la falta de elementos que nos lleven hacia la consecución de ese objetivo.
El sobrevalorar nuestras capacidades o ignorarlas nos puede provocar muchos problemas de desencanto, debido a que ante esa carencia de conocimiento perdemos de vista que lo fundamental es estar preparados para cada aspecto que enfrentemos en la vida cotidiana, porque de otra forma quedamos a la deriva, sin bases claras sobre los objetivos primarios para llevar a cabo algún proyecto. E invariablemente, al inicio de algún proyecto a nivel personal por ejemplo con la pareja, nos hacemos expectativas falsas producto de la impresión inicial o de lo que deseamos proyectar en ella basados en nuestros propios deseos y no en su personalidad, y que con el tiempo derive en desencanto; al igual en un proyecto laboral o personal, el deseo de llegar al éxito de nuestra empresa ofusca nuestro razonamiento, aunado a una planeación adecuada basados en expectativas reales y metódicas que eviten el obsesionarse con la meta a llegar, cuando lo verdaderamente importante es vivir el proceso día a día atentos y preparados para afrontar cualquier imprevisto o novedad que nos de cómo resultado el replantear e incluso descubrir mejores expectativas, pero ya basadas en un real conocimiento y bases bien fundamentadas.
Lo complejo e imposible es producto de obsesionarnos con los resultados finales, perdiendo gran cantidad de energía pensando de que forma o como manejaremos los dividendos que resulten de nuestro proyecto antes de que siquiera iniciemos nuestro proyecto; o como deseamos que nuestra pareja se desarrolle acorde a nuestras expectativas y no en relación respecto a su personalidad y forma de pensar; por una razón muy simple: porque tememos a lo desconocido, a lo nuevo, a lo diferente; aquello que no podamos controlar o encarar con eficacia; por la falta de conocimiento de nuestras potencialidades, generándonos así una burbuja de ilusión, acomodando las circunstancias basadas en nuestro temor e incertidumbre del futuro, en lugar de liberarnos de los prejuicios y entregarnos simplemente a los procesos naturales de la vida, descubriendo y adaptándonos momento a momento, a fin de poder controlar el entorno y que no sea el entorno el que nos controle, y nos lleve por caminos inesperados que deriven en una serie de errores y fracasos que trunquen nuestras expectativas iniciales.
Lo importante cuando iniciamos un proyecto, es mantener la mente abierta a la innovación, a los cambios y enfocarnos en nuestra preparación y actitud realista por los mensajes que se descubran durante el proceso, y no crearnos así expectativas falsas basadas en el desconocimiento de las causas.
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