martes, octubre 13, 2009

Reglas de Vida

No culpes a nadie, nunca te quejes de nada ni de nadie, porque fundamentalmente tú has hecho tu vida.

No podemos ser partícipes de los que se consideran víctimas de las circunstancias de la vida, porque la vida es actividad en constante movimiento, consciente e inconscientemente hemos creado nuestra realidad actual, el culpar a alguien externo a nosotros es evadir la responsabilidad de nuestras acciones, la realidad actual es producto de esas acciones pasadas que hemos construido en base a decisiones e indecisiones propias y unipersonales, aún cuando las condiciones del momento no hayan sido favorables para la resolución de algún problema o conflicto en particular, sí tuvimos en su momento el poder de decidir si actuábamos o no acorde a la complejidad de la circunstancia, sin embargo ha quedado aprendizaje y experiencia la cuál serán fundamentales para las venideras toma de decisiones en plenitud de madurez y conciencia.


Acepta la responsabilidad de edificarte a ti mismo, y el valor de acusarte en el fracaso para volver a empezar otra vez, corrigiéndote.

Con esta conciencia producto de las experiencias pasadas, poseemos el libre albedrío para edificar nuestro futuro en base a decisiones acertadas e inteligentes para enfrentar nuestras situaciones cotidianas presentes, aceptar y dejar de culparnos por nuestras decisiones pasadas, levantarnos con buen ánimo y actitud positiva para resurgir del dolor y la frustración de lo acontecido en el ayer, asumiendo su aprendizaje, que se traduce en madurez y sobre todo renovados bríos para levantarnos nuevamente y retomar el camino, corrigiendo posibles errores en nuestras actitudes pasadas para edificar nuevas bases con mayor firmeza y seguridad en un presente consciente y renovador.


Nunca te quejes del ambiente ó de quienes te rodean, hay quienes en tu mismo ambiente supieron vencer. Las circunstancias son buenas ó malas según la voluntad ó la fortaleza de tu corazón.

Con este nuevo presente y una conciencia más elevada y perceptiva estamos en la posibilidad de desempeñarnos en cualquier tipo de ambiente, sea éste favorable o adverso, hay que considerar que a todos por igual están afectados por el entorno, la diferencia del vencedor y el derrotado se encuentra en la forma en que asume las circunstancias del momento, es decir en la actitud ante la vida, si ésta es positiva, creativa y determinante, no habrá obstáculo que impida el logro de un determinado proyecto personal, porque la fortaleza interior lo vence todo.

Aprende a convertir toda situación difícil en un arma para luchar.

Aquel ser humano que posee la habilidad para transformar las circunstancias adversas en ventajas reales de salir victorioso, es aquel que posee control emocional y una mente activa y alerta para visualizar las imperceptibles ventajas con los cuáles contrarrestar una situación adversa, en armas para fortalecerse interiormente, para que en lugar de debilitarse, sacar la casta y en base a un sentido de fortaleza desde lo más hondo de su corazón luchar incansablemente, ya que en su mente tiene perfectamente definido el resultado que anhela obtener y esa es la motivación que lo impulsa cristalizarlo, gracias a su actitud determinante y positiva ante la vida.

Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar, y que ninguno es tan terrible para claudicar.

No importa cuantas veces hemos caído frustrados y derrotados, no importa cuánto tiempo hemos invertido para un proyecto determinado o que tanto tiempo hemos perdido, mientras exista vida y sobre todo un gran deseo de salir adelante y superarse, cualquier momento siempre será bueno para recomenzar y retomar las riendas de nuestro destino, ya que la vida es aprendizaje puro, y cada acción realizada o por realizar es conocimiento latente que proporciona sabiduría y madurez, por muy terrible que sea la circunstancia ésta no debe de hacernos claudicar, porque mientras haya vida habrá una nueva oportunidad de progresar y salir adelante, sólo basta desearlo para dar el primer paso.

No olvides nunca, que la causa de tu presencia es tu pasado, como la causa de tu futuro es tu presente.

La vida es polaridad, dualidad, opuestos, el tiempo fragmentado en tres vertientes: pasado, presente y futuro; por lo general nos aferramos a lo tangible, lo material, lo ya experimentado: el pasado; y a lo intangible, lo irreal, lo desconocido: el futuro, y en cambio, lo real, lo palpable, lo novatorio: el presente en ocasiones es el estado temporal que reconoce ambos extremos, y sin embargo es este tiempo el único, el intenso, el que está a nuestra disposición, el que representa el equilibrio, el estado real de conciencia, el que gobierna a los extremos, en realidad el pasado no existe como tal, porque ya no se encuentra a nuestra disposición, sólo es un recuerdo producto de la memoria; y en cambio el futuro sólo es ilusión, es la proyección del pensamiento hacia un fin o meta determinada por anhelar y alcanzar, y esa ilusión, ese anhelo y esa meta se cristaliza a través del presente, viviéndolo y experimentándolo tan intensamente como la fuerza de nuestra fe racional nos impulse.


Piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo, y tus problemas sin alimento morirán.

Es muy fácil agobiarse por los problemas cotidianos, los cuáles llegan a desestabilizar nuestros estados emocionales y la armonía mental, al grado de caer en todo tipo de depresiones. Siempre existirá una salida, una solución, una alternativa para salir delante de en una adversidad, es muy importante mantener la serenidad, respirar profundamente para recuperar rápidamente la coherencia, emocional y mental, y atacar de lleno el problema en busca de una solución, pero con una mejor actitud, para permitir que llegue la mejor respuesta a nuestro interior, es mejor alimentar una actitud positiva que construye soluciones que alimentar a la desesperación que destruye nuestro equilibrio.

Aprende a nacer desde el dolor y a ser más grande, que es el más grande de los obstáculos.

Toda grandeza de la vida se deriva de aquel ser humano que renace del dolor de las experiencias pasadas, aquel que logra superar sus crisis emocionales y mentales, que sabe perdonarse por lo que considera desaciertos personales, que mira hacia adelante y que aprende que las consecuencias del pasado representan aprendizaje, armas útiles para perfeccionar sus estados emocionales y mentales, para adquirir mayor equilibrio, más seguridad en si mismo y sobre todo fuerza de voluntad y determinación para afrontar lo venidero sin importar el matiz que éste conlleve, y por ende no habrá obstáculo que impida el experimentarse como un ser que logro vencer la adversidad por la grandeza de su pensamiento y su actitud perseverante.

Mírate en el espejo de ti mismo.

Al mirar nuestro espejo, nuestro interior es otorgarnos la oportunidad de cerrar los ojos al exterior y adentrarnos en nuestra esencia, en nuestras sensaciones, inquietudes, emociones, y que en una profunda reflexión analizar nuestro actuar hasta el momento, ser honestos con nosotros mismos y dejar que florezca nuestra voz interna que nos indicará si estamos transitando por la senda correcta, si hay algún aspecto de nuestras actitudes que debamos corregir, si realmente estamos haciendo lo que amamos, si estamos construyendo un porvenir, si nuestras actitudes hacia nuestra familia y el prójimo son las correctas, si nos sentimos realmente satisfechos y motivados con lo realizado y lo que avizoramos en el porvenir, al mirar nuestro espejo interior nos daremos real cuenta del grado de evolución alcanzado cuando nos valemos del recuso más valioso que Dios nos otorgó: la libertad de pensar, de expresarnos y de actuar en la búsqueda hacia la libertad de conciencia.

Comienza a ser sincero contigo mismo, reconociéndote por tu valor, por tu voluntad y por tu debilidad para justificarte.

Una vez analizado nuestro perfil interno es importante ser lo más sinceros con nosotros mismos, aceptar que lo hecho en el pasado por alguna causa tuvo que ser así, aprender de los errores y aciertos y tomarlo como base para reconocer el gran valor que poseemos, por haber salido adelante asumiendo nuestra realidad actual como producto de las acciones pasadas y reconocer el gran valor que la vida nos entrega para madurar a cada instante, para resurgir de la inconsciencia a la conciencia real, para ser más visionarios de aquello que deseamos lograr de la vida, por que eso será cristalizado por el grado de nuestra fuerza de voluntad, sin permitirnos ser inducidos, manipulados o reprimidos, porque nadie posee el control de nuestras decisiones más que nosotros mismos, porque nuestro radio de acción está limitado en la libertad de ser de otro ser humano, evitando ser débiles ante la opresión y presión exterior, porque no hay mejor justificación que el asumir el control de nuestra vida.

Recuerda que dentro de ti hay una fuerza que todo puede hacerlo; reconociéndote a ti mismo más libre y más fuerte, dejarás de ser un títere de las circunstancias, porque tú mismo eres tu destino.

Es imperativo no olvidar que dentro de cada ser humano coexiste una fuerza que es invisible a los ojos, inaudible a los oídos e insustancial a la percepción, una fuerza latente que todo puede conocerlo, que todo puede hacerlo y que todo puede saberlo, porque somos a imagen y semejanza de aquella fuerza suprema que nos otorga ese don para hacer uso de esas cualidades, reconociéndonos como el vínculo de su expresión omnisciente, omnipotente y omnisapiente, aceptando y echando recurso de nuestra libertad y fortaleza para dejar de comportarnos como seres mecanizados y títeres de las circunstancias externas, porque esas facultades nos han sido entregadas para redescubrirlas de nuestro interior, asumiendo el control de nuestras emociones, pensamientos y acciones, porque somos únicos constructores y dueños de nuestro destino.


Levántate y mira por las mañanas, y respira la luz del amanecer. Tú eres la parte de la fuerza de la vida.

Cada amanecer es una bendición hacia Dios que nos otorga una nueva oportunidad para resarcir nuestros desaciertos, para perdonar a aquellos que nos provocaron alguna forma de daño, para ordenar nuestros pensamientos, para renunciar a aquello que destruye la integridad humana, como el egoísmo, el rencor, el odio, la codicia, la soberbia, el temor…. Cada día es un renacer, una extinción de una acción anterior y pasada, el respirar la luz del amanecer es alimentarnos de su hálito vital para renovar fuerzas y purificar nuestro espíritu, eliminando las toxinas mentales que contaminan la pureza de nuestro organismo, porque somos no sólo partícipes de la gran creación de la vida, sino de la fuerza vital y renovadora que ella nos entrega a cada momento para comenzar a construir el porvenir que anhelamos cristalizar.

Ahora despierta, camina, lucha. Decídete de una vez y triunfarás en la vida.

El despertar es abrir los ojos de la conciencia, de disfrutar cada momento, de experimentar todo tipo de sensaciones que agolpan a nuestros sentidos, caminando, observando y analizando nuestro entorno para asimilar toda la sabiduría que contiene la naturaleza, que es conocimiento latente, percibiendo la sabiduría interior que emana de nuestro ser, porque somos parte integral de nuestro entorno. Y poseemos todo lo necesario para triunfar en la vida, en el momento en que aceptemos que no existe obstáculo alguno que denigre o coaccione nuestras posibilidades de alcanzar los logros que nos hemos trazado, defendiendo nuestros ideales y asumiendo que no hay mejor poder, que el poder de decisión para comenzar a actuar y llevar a cabo el comienzo de la realización de nuestros sueños para alcanzar el triunfo, el triunfo de experimentarnos libres para crecer, evolucionar y madurar.