miércoles, mayo 21, 2008

El Agua y el Fuego

En una provincia de Oriente, se hallaba el distrito que gobernaba el Duque Chuang.
A pesar de ser pequeño, el distrito había prosperado extraordinariamente bajo el régimen de su predecesor.
Pero que desde Chuang había sido nombrado al cargo, la situación se había deteriorado notoriamente.Desilusionado por el triste desarrollo de los eventos, Chuang se dirigió al monte Han para buscar la sabiduría del gran maestro Mu-sun.
Cuando el Duque llegó a la montaña encontró al gran maestro sentado serenamente en una roca que miraba al valle vecino. Luego de explicar su situación al sabio, el Duque espero casi sin aliento a que el gran maestro hablara. Pero contra todas las expectativas del Duque el maestro no murmuró ni una palabra. En vez de eso, sonrió ligeramente y le indicó al Duque que lo siguiera.
Silenciosamente caminaron hasta llegar a un río, tan largo y tan extenso que no podía verse su otra orilla.
Después de meditar sobre el río, el Sabio se dispuso a encender una fogata. Cuando por fin estuvo encendida y las llamas danzaban libremente, el maestro hizo que Chuang se sentara a su lado.
Allí permanecieron sentados durante largas horas viendo el fuego resplandecer en la noche. Al amanecer, cuando las llamas dejaron de lanzar, el viejo Sabio apuntó hacia el río.
Entonces, y por primera vez desde la llegada del Duque, el gran maestro habló: '¿Entiendes ahora por qué tu eres incapaz de lograr lo que tu antecesor hizo para mantener la grandeza de tu distrito?' El Duque lo miró perplejo.
Ahora entendía mucho menos que antes. Lentamente la vergüenza lo invadió. 'Gran maestro', dijo, perdona mi ignorancia, pero la sabiduría que pretendes impartirme no la logro comprender.
' El Sabio habló entonces por segunda vez: 'Reflexiona Chuang, en la esencia del fuego que ardió frente a nosotros anoche. Era fuerte y poderoso. Sus llamas saltaban hacia arriba mientras danzaban y crujían con vanagloriado orgullo. Ni el más fuerte tronco ni las bestias más salvajes podrían superar su extraordinaria fuerza. Con facilidad habría podido conquistar todo lo que estuviera en su camino.
En contraste, considera al río. Comienza nada más como un pequeño chorro en las montañas lejanas. A veces fluye lentamente, otras veces apresurado, pero siempre navega hacia abajo tomando las tierras bajas como curso. Generosamente humedece cada hendidura de la tierra y es tan humilde su naturaleza. Cuando tratamos de escuchar sus aguas vagamente las oímos. Y cuando lo tocamos, escasamente lo sentimos, pues es tan gentil su esencia.
Y al final, qué quedó de aquel poderoso fuego? Sólo un puñado de cenizas. Porque el fuego es tan fuerte, Chuang, que no sólo destruye todo lo que encuentra en su camino, sino que eventualmente cae presa de su propio poder y es consumido. Lo que no ocurre al calmado y sereno río.
Porque así ha sido, así es y así siempre será: siempre fluyendo, creciendo más profundo, más ancho, nunca más poderoso de cuando termina su viaje en el insondable océano, siempre llevando vida y sustento a todos.
'Así como ocurre en la naturaleza, ocurre con los gobernantes. Porque así como no es el fuego sino al agua la que envuelve todo y es fuente de vida, no son los gobernantes poderosos y autoritarios sino los que con humildad y con fortaleza interior capturan los corazones de la gente y son manantiales de prosperidad para sus estados.
Reflexiona Chuang, 'continuó el maestro, 'en que tipo de gobernante eres tú. Quizás la respuesta que buscas se encuentre allí.'
Como un relámpago, la realidad atrapó el corazón del Duque. Ya no orgulloso, sino avergonzado e inseguro, miró hacia arriba. No podía ver otra cosa que el sol levantándose sobre el río.
Reflexión:
En la naturaleza del ser humano estan siempre presentes las facultades de estos dos elementos, y que en ciertas circunstancias nos hace reaccionar y comportarnos de determinada forma ante diversas situaciones que vivimos a diario. Por un lado nuestro interior esta gobernado por el elemento fuego que es fuente de calor humano, de viveza y poder interior, el germen de las pasiones que gobiernan a nuestros sentimientos, que cuando en encauzado correcta y positivamente se convierte en la bujía que enciende nuestra fuerza de voluntad, el deseo de superación y la activación de nuestros sentidos para poder guiarnos adecuadamente hacia una meta a lograr. Pero si esta facultad es encauzada inadecuadamente, nuestro fuego interno puede destruirnos, si no sabemos manejar su poder puede consumir todo cuanto a nuestro alrededor se encuentre, sueños, anhelos y sobre todo nuestra propia felicidad.
Tal poder alimenta la soberbia, que ciega nuestra razón y cordura para tomar correctas decisiones, no tan sólo para nuestro porvenir sino para quienes nos rodean, al dejarnos arrastrar por pasiones insanas que hieren la dignidad de las personas, actuando visceralmente y que tarde o temprano esa llama viviente arderá tanto como la alimentemos de ideales destructivos, provocando que esa chispa de vitalidad que poseemos termine por consumir nuestras aspiraciones quedando solo las cenizas de sueños y metas infructuosas.
Pero si nuestro actuar lo guiamos como el elemento agua, fresca como una personalidad autentica y sin doble moral, cristalina siendo congruentes en el pensamiento con nuestro actuar, y fluyendo renovándose constantemente, así fluir con el ritmo de la vida en base a nuestras nociones internas guiados por nuestra intuición, fluyendo nuestros pensamientos sin estancarlos para constantemente estar renovándonos emocional y espiritualmente, adquiriendo de esta forma sabiduría en base a nuestras propias viviencias y actuar en concordancia con nuestras emociones, para lograr un verdadero equilibrio que nos proporcione estabilidad, sin detener nuestra marcha para evitar contaminarnos con las impurezas de la vanidad y la soberbia para desembocar finalmente al mar de las oportunidades donde hallaremos finalmente la calma y la armonía en nuestro interior.
¨Entre más alto se llega, más humilde se debe ser¨ ¨Entre más alto nos devore y consuma el Fuego de la soberbia, más rápido debemos apagarlo con el Agua de la Humildad¨