lunes, octubre 29, 2007

Existir o Vivir?

Un vagabundo buscaba un lugar tranquilo donde habitarlo, después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, divisó a lo lejos una ciudad misteriosa. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina del sendero le llamó mucho la atención. Estaba tapizada de un verde muy vivo y con frondosos árboles, pájaros y flores hermosas. La rodeaba por completo una valla de madera lustrada. Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar. El vagabundo traspasó el portal y caminó lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas al azar, entre los árboles. Dejó que sus ojos se posaran en cada detalle de este paraíso multicolor; descubrió sobre una de las piedras, una inscripción que decía: Aquí yace Abdul Tareg, vivió ocho años, seis meses, dos semanas y tres días. Se sobrecogió al darse cuenta que no era simplemente una piedra, era una lápida. Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estuviera enterrado en ese lugar. Mirando a su alrededor, el hombre se dió cuenta que la piedra de al lado tenía también una inscripción. Se acercó a leerla; decía: Aquí yace Yamin Kalib, vivió cinco años, ocho meses y tres semanas. El vagabundo se sintió terriblemente abatido. Ese hermoso lugar era un cementerio y cada piedra, una tumba. Una por una leyó las lápidas; todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto. Pero lo que más le conectó con el espanto fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los once años.
Embargado por un dolor terrible, se sentó y le invadió la melancolía. El cuidador del cementerio, que pasaba por ahí, se acercó; lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar. "No, ningún familiar", dijo el vagabundo. "¿Qué pasa con este pueblo? ¿Qué cosa terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cual es la horrible maldición que pesa sobre este gente que los ha obligado a construir un cementerio de niños?". El anciano respondió: "Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que sucede es que aquí tenemos una vieja costumbre: Cuando un joven cumple quince años, sus padres le regalan una libreta como ésta que tengo aquí colgando del cuello. Y es tradición entre nosotros que a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abra la libreta y anote en ella a la izquierda: qué fue lo disfrutado....a la derecha, cuanto tiempo duró el gozo.
Conoció a su novia, y se enamoró de ella. ¿Cuanto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿una semana? ¿dos? ¿tres semanas y media? Y después, la emoción del primer beso, el placer maravilloso de la primera noche, ¿cuanto duró? ¿el minuto y medio del beso....? ¿dos días...? ¿una semana...? Y el casamiento de sus amigos..? ¿Y el viaje más deseado...? ¿Y el encuentro con quien vuelve de un país lejano...? ¿Cuanto tiempo duró el disfrutar de esas sensaciones...? ¿Horas...? ¿Días...? Así... vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos. Cuando alguien muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba, porque es: el único y verdadero tiempo vivido."

Reflexión:

La rutina diaria de la vida nos lleva a veces por caminos desconocidos y desconcertantes, que nos va invadiendo de fastidio y aburrimiento, deseando que termine pronto la semana y llegue el tan anhelado fin de semana, para relajarnos, sacudirnos el estrés, y buscar mecanismos de diversión que nos carguen de energía para ¨soportar¨ nuevamente el inicio de la jornada semanal, y que sin darnos cuenta, esto se convierte en una rutina, cayendo en la monotonía: un círculo vicioso que nos consume hasta el fin de nuestros días. Pero, que es lo que nos hace caer en la rutina?, Por que a veces nos sentimos obligados a cumplir ciertas obligaciones con desgano y fastidio?, donde ha quedado la espontaneidad y la alegría de disfrutar cada momento por rutinario que este parezca?, en que momento se vuelve monótona la vida?, Que nos impulsa a quejarnos de lo cansado y agotador que resulta el día? Porque siempre anhelamos que los días complicados y estresantes terminen lo más rápido posible y los momentos excitantes duren una eternidad?

Que sería de nuestra vida si lleváramos un diario mental en donde registráramos cada experiencia como algo valioso y único, disfrutando segundo a segundo lo que la vida nos ofrece como vivencias; no hay malos ni buenos momentos, simplemente son experiencias que edificarán el pilar de nuestra madurez mental y espiritual, la aventura es parte de la esencia de la vida, la rutina es hacer a un lado la espontaneidad y la alegría de atrevernos a realizar lo que los demás clasifican como ¨locuras¨, que es el alimento del alma, el reírnos de nuestras equivocaciones y errores, aceptando nuestra condición como seres humanos y extraer de ello los elementos para ser más cautelosos y acertados en la toma de decisiones posteriores.

Nuestra libreta de vida debe contener los momentos más significativos que nos llenen de plenitud y gozo: una decisión acertada, un nuevo trabajo, un encuentro familiar, una nueva amistad, una nueva relación, un abrazo, un beso, una caricia, una mirada….. una palabra. Sin angustiarnos en pensar si funcionará o no, simplemente entregarnos plenamente dando lo mejor de sí, sin reservas, ni reproches; sólo entregándonos al momento como si fuera el único de nuestra vida, porque cada amanecer es una nueva oportunidad de vivir al máximo siendo propósitivos; porque cada noche será la satisfacción de haber cumplido con nuestro compromiso personal, ser auténticos; y porque al dormir, soñaremos en alimentar aún más nuestro incansable deseo de superación.

De nosotros dependerá el elegir entre Existir o Vivir:

Existir es nacer, crecer, reproducirnos y morir, cumpliendo con los preceptos dictados por la sociedad, viviendo permanentemente en una rutina ya establecida: terminar una carrera, casarse, tener hijos y envejecer, a un ritmo acelerado y precipitado, esperando la muerte, conformes con haber ¨cumplido¨ como personas ¨normales¨ , en una clara evasión de interiorizarnos para superarnos en lo espiritual: soñar, anhelar y vivir realmente, ante nuestro temor de experimentar la soledad, que es el contacto más íntimo con nosotros mismos para encontrar nuestra verdadera esencia como seres humanos: Aspirar de lo Ordinario a lo Extra-Ordinario.

En cambio, el Vivir es alimentar cada momento con pasión y entusiasmo, no temer el experimentar aquello que siempre nos hemos reprimido por el que dirán, por nuestra debilidad a enfrentar las críticas, todo tiene su tiempo y momento justo; el vivir es hacer lo que dicte nuestra conciencia, nuestra libertad de pensar y elegir, así sea lo más absurdo e ilógico, si viene de nuestro interior, seguramente es la decisión más acertada y es lo único que en verdad importa, de esa forma aspiraremos a trascender: Ser lo que siempre hemos querido Ser: Nosotros mismos.

Deseas sumar vivencias y experiencias a tu vida; Viviendo? O simplemente restar reprimiéndote, Existiendo?