martes, abril 19, 2011

Roble o Calabaza

Un padre fue a inscribir a su hijo en una bien conocida universidad. Al leer el plan de estudios de la institución preguntó al Director:


- “¿Tiene que tomar todos estos cursos mi hijo? ¿No puede usted reducirlos un poco? Él quiere terminar pronto”.


Y el Director respondió:


“Por supuesto que puede tomar un curso corto, pero todo depende de lo que él quiera llegar a ser.


Cuando un Roble se forma le toma veinte años; y en cambio, sólo se necesitan dos meses para formar una calabaza”.

Reflexión:

La ansiedad todo el tiempo nos hace presa en la rutina diaria, porque siempre estamos contra reloj en cuanto a nuestras actividades se refiere, y más si se trata de hacer el mayor número de ellas en el menor tiempo posible; que importa a veces que la eficiencia se sacrifique en pos de lograr nuestro cometido a la brevedad. Vivimos aceleradamente, porque hemos perdido gradualmente la paciencia y la capacidad de disfrutar cada momento. Y cuál es el resultado?, que cometamos muchas imprecisiones y errores por nuestro afán de abreviar alguna actividad o proyecto, lo que deriva en fracasar o perder oportunidades a diestra y siniestra. Y por eso mismo por nuestro afán de poseer algo cuanto antes, buscamos todo el tiempo vías rápidas o deshonestas para evadir el proceso y llegar a los resultados a como de lugar, y a veces sin importar si en el camino pasamos por encima de los procedimientos o de personas, lo que domina en la mayoría de los casos es una ambición desmedida y el deseo de obtener algo material para satisfacer nuestro ego.

Y por esta razón todo el tiempo nos sentimos ansiosos e irritables, porque carecemos de la tranquilidad y voluntad para ser capaces de respetar los procesos naturales en cada proyecto que llevamos a cabo. Si deseamos abreviar los resultados, motivados por la desesperación, eso nos hace perder no sólo concentración que a la postre provoca que nos metamos en infinidad de problemas y lamentarnos de ello, ya demasiado tarde, sino que dejamos de disfrutar el proceso de aprendizaje, que se traduce en experiencia valiosa para crecer en madurez y sabiduría. Si buscamos los caminos cortos, difícilmente obtendremos un beneficio a largo plazo, porque lo que rápido llega, rápido se va; si sabemos respetar los tiempos adecuados, no nos sentiremos frágiles ante retos más significativos; la razón es que en el proceso, se adquiere no sólo conocimiento de nuestra capacidad para afrontar cualquier imprevisto, sino del manejo emocional que desarrollaremos ante lo inesperado.

Que mejor premio podemos esperar cuando somos pacientes, cuando poseemos la confianza de que nuestras capacidades cristalizarán un determinado proyecto cuando no estamos esclavizados a la ansiedad del tiempo, cuando somos honestos y no buscamos tomar atajos ni senderos desleales que irremediablemente en lugar de obtener un beneficio, este se transforme en un perjuicio de consecuencias irreversibles; finalmente lo más importante es obtener la visión de que con tenacidad y paciencia, lograremos que nuestras metas y proyectos personales, maduren lo necesario para que en el momento justo, recojamos lo que hemos cosechado en base a lo que realmente deseemos ser en la vida, afrontándola con fortaleza y no con la debilidad de la precipitación.